Acuerdo entre EE.UU. y talibanes
Los negociadores de los Estados Unidos y del grupo radical islamista talibán, de Afganistán, acaban de suscribir, en Qatar, un importante acuerdo de paz que permite iniciar un proceso complejo pero indispensable hacia la pacificación de ese país asiático. Cabe esperar la rápida materialización de un cese del fuego entre ambas partes. Tras ello, la concreción de un intercambio de prisioneros que seguramente no será nada fácil, puesto que incluye a más de 7000 personas.
Para los Estados Unidos esto puede ser el comienzo de una demorada salida militar de Afganistán.
Los próximos pasos están vinculados también con la necesidad de que Afganistán deje rápidamente de ser un santuario terrorista para grupos islámicos caracterizados por su enorme peligrosidad, como Al-Qaeda.
La sociedad norteamericana está cansada del desangre que implica su presencia militar en Afganistán. Esta se ha ido reduciendo de unos 100.000 efectivos hace ya una década a los 12.000 que aún permanecen allí.
Al-Qaeda ha sido diezmado por la acción antiterrorista norteamericana, pero no ha dejado de ser un peligro. El compromiso pacificador asumido por los talibanes debe comenzar en su interior, donde una fracción del propio movimiento, denominada Haqqani, que aún está activa perpetrando atentados terroristas, debe ser la primera en respetar el acuerdo pacificador.
Los próximos pasos incluyen, de modo indispensable, la participación del actual gobierno de Afganistán, no reconocido por el grupo talibán, pero decisivo al tiempo de asegurar la paz. Complica aún más la situación la profunda división entre los partidos políticos afganos. Será necesario superarla para poder fortalecer y asegurar el proceso de paz, lo cual requerirá ingentes esfuerzos. Paz y violencia no son opciones compatibles.