Actas de defunción
El Nacional/Venezuela
- 2 minutos de lectura'
CARACAS.- Lo sabe Diosdado. Lo padece Maduro. Atormenta al general Vladimir Padrino. Lo saben también los países que por años fueron sus aliados en la región, especialmente Brasil y Colombia. Siempre lo debió de haber sospechado Gabriel Boric, que ha sido coherente como ninguno en su postura. Lo sabe hasta el imperturbable Pedro Sánchez. Hasta el mismísimo Centro Carter, siempre tan bien recibido en Miraflores. Lo certifica la inmensa mayoría de los venezolanos que votaron. Lo sabe y lo reclama el mundo democrático: las actas del escrutinio del 28 de julio conceden la victoria a Edmundo González Urrutia. Son, por tanto, las actas de defunción de un régimen político tenebroso, que se resiste al mínimo decoro en su hora de despedida. Había tanto apuro para dar ganador a Maduro que toda la pandilla de candidatos que apoyaron su campaña electoral fueron reducidos a “otros”. No se podía perder tiempo en esa pequeñez. La identidad de esos candidatos, como las tarjetas robadas a los partidos históricos de la democracia venezolana, le pertenece a Maduro. Lo que el pueblo votó con valentía y contundencia está recogido en las actas que ya son del dominio público gracias a la organización de la campaña presidencial opositora. Reconocer la realidad política surgida del 28 de julio es la forma segura, legítima y constitucional de alcanzar la paz y abrir el período de la transición democrática en el que prevalezcan las garantías para todos los venezolanos.