Acoso sexual en internet
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Para muchas familias, el contexto creado por la pandemia favoreció situaciones de violencia doméstica y acrecentó el peligro que acecha en una mayor virtualidad, con la imposición del confinamiento obligatorio, la falta de escolaridad presencial y el teletrabajo.
El incremento de nefastas actividades se vio igualmente reflejado en Europa, epicentro de la circulación de imágenes de abuso sexual infantil con métodos de intercambio cada vez más sofisticados. La accesibilidad y el anonimato funcionaron como triple motor de la pornografía en la red.
Las alarmantes cifras que maneja el Ministerio Público Fiscal de la Ciudad señalan que los procedimientos relacionados con la distribución de imágenes de pedofilia y el ciberacoso (grooming) crecieron dramáticamente. Durante 2020, en la Argentina aumentaron un 152% las consultas por delitos de acoso virtual contra niños y adolescentes.
Una encuesta global de Google reportó que el 49% de los padres argentinos informó que sus hijos comparten información en exceso en las redes, la cifra más alta de Latinoamérica. Otro estudio da cuenta de que el 40% de los jóvenes de entre 12 y 17 años han sido acosados online; el 30% de ellos, en más de una ocasión.
Las investigaciones llevadas a cabo por la Unidad Fiscal Especializada en Delitos y Contravenciones Informáticas (Ufedyci) condujeron a numerosos operativos para desarticular peligrosas redes tanto locales como internacionales.
La mayoría de las veces, al abuso sexual de menores le sucede la distribución de imágenes de pornografía infantil. La desatención parental paga un precio altísimo cuando incautos e inocentes menores son captados para su explotación. Las horas pasadas en las redes en contacto con desconocidos son la puerta de entrada de acosadores. Los menores de ambos sexos pueden sentirse avergonzados y silenciar sus traumáticas experiencias; muchas veces también, víctimas de chantaje y extorsión. Es tarea de los adultos prestar atención a señales como la baja del rendimiento escolar, mayor introversión o cambios en la personalidad que pueden estar revelando que algo indeseado ocurre. El diálogo con los más jóvenes es fundamental, advirtiéndoles sobre los peligros de subir imágenes a las redes.
La experiencia revela que los acosadores o groomers suelen contactar a varios chicos de un mismo grupo. Pueden presentarse como profesores de distintas disciplinas o hacerse pasar por otro niño en las redes, muchas veces encriptando las comunicaciones para conservar el anonimato. Los acosadores buscan imágenes o videos para incurrir en el sexting (envío de mensajes sexuales, eróticos o pornográficos, por telefonía móvil) y la pedofilia, que incluye intercambios en foros y comunidades privadas de todo el mundo. Instagram o Facebook son solo algunas de las plataformas más utilizadas a estos perversos fines, pero también hay que advertir sobre otras aplicaciones o juegos online de uso frecuente para los jóvenes y páginas para adultos que incluyen portales de pornografía infantil. La realidad ha demostrado que estos contenidos no se reducen a la llamada dark web. Triángulos, corazones y mariposas, cada uno con sus significados, son algunos de los símbolos tras los cuales se esconde la pornografía infantil.
Conviene recordar que las denuncias por grooming se reciben a través del 0800-333-47225 y las líneas de ayuda 103 y 137 o por correo electrónico a ufedyci@fiscalias.gob.ar. Se recomienda no borrar información vital para documentar causas penales que puedan iniciarse, así como no bloquear al acosador sin antes asesorarse.
El grooming es antesala para otros delitos como la pedofilia y la trata de personas. Resulta imprescindible generar conciencia sobre riesgos y amenazas en el ciberespacio. También es imperativo radicar las denuncias para terminar con estas aberrantes prácticas.