Yendo de la cárcel al gym: un ex convicto transformó la rutina tumbera en un entrenamiento VIP
Después de cumplir una pena de cuatro años en la prisión de Nueva York por tráfico de drogas, Coss Marte creó ConBody, un gimnasio con temática carcelaria que es el último grito de la moda en Manhattan
En un rincón tranquilo en el downtown de Manhattan junto a sórdidos bodegones y edificios de departamentos antiguos, uno probablemente no vería el cartel que indica la presencia de un gimnasio en un sótano. El espacio subterráneo no es particularmente moderno ni brilloso ni cuenta con el mejor equipamiento. De hecho no hay equipo.
En cambio, al salir de un pequeño ascensor, es posible cruzarse con copias de fotos de presos famosos en el hall de entrada: O.J. Simpson, Zsa Zsa Gabor y tres de Lindsay Lohan, entre otras. Pasando al interior, hay un escritorio rodeado de paredes de cemento. Al final de un corredor hay un portón de metal que simula una entrada a la cárcel y da al espacio de ejercicios, en el que el adorno en las paredes es una simulación de alambre de púas.
Bienvenido a ConBody, el gimnasio con temática de cárcel manejado por ex convictos. Aquí, civiles se enfrentan al desafío de una sesión de 50 minutos de ejercicios cardiovasculares y de fuerza. No hay pesas ni máquinas, sólo el propio peso del cuerpo. Los participantes realizan secuencias de burpees, sentadillas, flexiones de brazos, saltos y carreras, movimientos que se ven comúnmente en los patios de prisión.
No se supone que ConBody sea fácil, explica el fundador, Coss Marte. "Éstas son exactamente las rutinas que diseñé en prisión", dice Marte. Sostiene que perdió 35 kilos en sólo seis meses con el tipo de ejercicios que se ofrece en ConBody. Pero más que eso, explica: "La prisión me enseñó que todos merecen una segunda oportunidad".
El despertar
Marte soportó la carga de vivir bajo la línea de pobreza toda su niñez. "No podía tener nada de lo que quería", recuerda. "Me sentía frustrado."
Al llegar a la adolescencia, Marte juró terminar con el ciclo de pobreza. Recuerda cuando sus amigos y familiares le preguntaban lo que quería ser cuando fuera grande. Nunca dudó: "Decía que quería ser rico".
A los 12 años, Marte comenzó a vender drogas en el bajo del lado este de Manhattan. A los 19 años, el joven ya manejaba un negocio millonario de marihuana y cocaína con más de 20 empleados e ingresos personales de US$ 2 millones al año. "Tenía todo lo que quería", dice Marte en cuanto a los beneficios monetarios. "Pero se acabó rápido."
En 2009, a los 23 años, Marte fue arrestado por agentes federales y sentenciado a siete años en la prisión estadual de Nueva York. Cuando llegó al penal de Rikers Island, no sólo se vio obligado a reconocer en qué se había convertido su vida, sino también lo que sucedía con su salud. Con un metro setenta y cinco de altura, pesaba 115 kilos. Los médicos del penal le dijeron que corría riesgo de sufrir un infarto.
"Me dijeron que podía morirme", dice Marte. "Mi nivel de colesterol estaba muy elevado."
La mañana después de ver al médico, Marte comenzó a hacer ejercicios en su celda de tres por dos. Era un paso pequeño pero emocionalmente importante. "No dejé de moverme... -dice, riendo- por cinco minutos." Estaba decidido a usar su condena sabiamente.
Al día siguiente corrió una vuelta en el patio. Al día siguiente, unas vueltas más. En las siguientes semanas comenzó a imaginar nuevas maneras de hacer ejercicio y mover su cuerpo en el patio de la cárcel.
En seis meses, Marte había perdido 35 kilos y bajado su nivel de colesterol. Este cambio dramático inspiró a Marte para compartir su régimen de ejercicios.
Comenzó a entrenar regularmente a otros presos. Lo hizo durante tres años en la prisión y continuó cuando lo transfirieron a otra prisión más al norte en el estado. Según su cálculo, ayudó a más de 20 presos a perder colectivamente un total de 500 kilos.
En un momento, luego de un altercado con un guardia, Marte fue encerrado en reclusión solitaria. Fue entonces, encerrado las 24 horas siete días a la semana, cuando Marte "golpeaba la cabeza contra la pared", que tuvo un despertar espiritual.
"Entendí que tenía que cambiar mi vida", asegura. Marte decidió que cuando saliera en libertad haría algo con todo lo que había aprendido en prisión. Fue en ese momento cuando se le ocurrió lo de ConBody. Sería una mezcla de ejercicios para el corazón, rutinas de estilo militar y todos los toques propios de la vida en prisión.
Se cierra el círculo
Al ser liberado, en 2013 (el estado de Nueva York redujo su sentencia a cuatro años), Marte estaba listo para recomenzar su vida. Pero el recién liberado ex convicto se enfrentó a una terrible discriminación en la búsqueda de empleo. Esto es común: según un estudio del Centro de Derechos Humanos Ella Baker, el 76% de los ex presos dicen que encontrar trabajo después de liberados es difícil "o casi imposible". Aproximadamente dos tercios dicen que están desempleados o subempleados incluso cinco años después de haber recuperado la libertad.
"Nadie me quería contratar", dice Marte, que recuerda la dolorosa experiencia de "ir de puerta en puerta" con su CV por toda Manhattan. "Presenté todas las solicitudes que pude y nadie se contactó conmigo."
A veces tildaba que había tenido una "condena" en una solicitud e inmediatamente el rostro del encargado adquiría una mueca de disgusto. "Rápidamente podía ver por su lenguaje corporal que iban a tirar mi solicitud a la basura."
Luego de decenas de rechazos, Marte volvió a lo que hacía en prisión: profesor de gimnasia gratis. Iba al parque a las 5 de la mañana ofreciendo a extraños ejercicios gratis. Consiguió unos cuantos clientes con el tiempo, entrenándolos en espacios públicos o en estudios de danza alquilados. Pero perduraba el sueño que tuvo en la reclusión solitaria: un gimnasio que incluyera todo lo que aprendió en la cárcel. Y además quería crear un lugar donde ex convictos pudieran trabajar sin que nadie los juzgara.
Conseguir inversores que se arriesgaran con un ex convicto "no era fácil", dice Marte, por lo que él mismo se encargó de reunir fondos. En 2014 empezó a participar de competencias de emprendedores para proponer su concepto singular de gimnasio y un reclamo de justicia social. Su historia los convenció rápidamente: Marte ganó la Competencia de Desafío de Propuestas de Negocios (un programa de emprendedores del sistema carcelario), la competencia promovida por la marca de zapatos Tom's, entre otros. Luego recurrió a una campaña en un sitio de contribuciones populares, Kickstarter, donde reunió casi US$ 26.000 en 25 días con 300 aportantes. En total, Marte obtuvo más de US$ 200.000 en poco más de un año.
Con suficiente dinero para comenzar, Marte se encontró con otra valla: la propiedad inmueble. "La mayoría de los propietarios nos discriminaban. Decían que era demasiado riesgoso", dice Marte.
Por casualidad, un agente inmobiliario le mostró un pequeño edificio en el rincón de Broome y Eldridge, en el downtown. Era una esquina donde vendía drogas de adolescente. Tuvo una intuición. La dueña, una budista, "creía en las segundas oportunidades", dice Marte. Ella aceptó. "Allí se cerró el círculo."
Nueva identidad
Marte inauguró ConBody en 2016, pero pese al entusiasmo en los concursos de negocios, conseguir gente que fuera al gimnasio se demostró un desafío mayor. No iba nadie.
"Los primeros seis meses fueron duros", dice Marte. "Mi única clienta era mi mamá" (Le dio un buen descuento.)
Marte salió a las calles, los parques y los espacios públicos para repartir volantes de promoción de ConBody. En un momento se subió a la línea F del tren metropolitano de Nueva York y se dirigió al público en un vagón: "«Señoras y señores no quiero su dinero. Sólo quiero que tomen conciencia de mi historia», y contaba todo", dice. "La gente me miraba como si estuviera loco."
Luego de medio año y una serie de notas en la prensa (incluyendo una mención en el programa de TV Saturday Night Live), comenzaron a llegar clientes, primero lentamente, pero para fin de año había 1000 inscriptos. Para muchas clases ahora hay lista de espera (hasta hay algún cliente famoso, como la estrella del rap Usher). La mayoría son jóvenes mujeres profesionales atraídas por los ejercicios sin equipo ("los equipos pueden ser bastante intimidantes", dice Marte) y les llama la atención la temática. Han visto las series Orange is the New Black o Prison Break y sienten curiosidad de cómo será la prisión.
"ConBody tiene ese factor de «miedo», como que uno no sabe en qué se está metiendo", dice Marte. Alguna gente se asustó al ver el falso portón de cárcel y se fue. "Tuve que tomar a algunos de la mano", se ríe.
¿Se puede decir que ConBody trivializa la experiencia de la cárcel? El gimnasio hace parecer la cárcel casi como algo divertido y que inspira. "Es una gran experiencia de marketing", admite Marte, reconociendo que es un enfoque liviano de algo serio.
Al mismo tiempo dice que el concepto del gimnasio proviene de algo honesto, un tributo a su historia personal. "No estoy orgulloso de lo que hice, pero quiero ser libre. No quiero guardar secretos... mi pasado no me marca por el resto de mi vida", sostiene el empresario.
Para el personal, todos ex convictos, el decorado sirve de recordatorio. "Me recuerda a donde no quiero terminar nuevamente", dice Jamal Campbell, de 44 años, que atiende la entrada. Campbell estuvo ocho años en la prisión del estado de Nueva York por robo. Fue liberado en mayo de este año.
ConBody ahora tiene varios miles de inscriptos y acaba de abrir un nuevo gimnasio en Nueva York, en la tienda Saks Fifth Avenue, donde vende ropa con su marca, incluyendo remeras adornadas con un gráfico que representa una fuga de prisión. También hay un servicio de streaming online por sólo US$ 5 al mes. Hasta ahora 3500 personas en 22 países diferentes se anotaron para ese servicio.
Marte también está haciendo beneficencia: está involucrado en varias organizaciones ayudando a ex convictos y a organizaciones que tratan de evitar que los jóvenes vayan a la cárcel. Está especialmente involucrado en el downtown de Manhattan, donde ve chicos que son tan ambiciosos como lo fue él. Dice que uno de sus objetivos es mostrarles a esos chicos que hay otro camino al éxito. "Esos chicos me saludan y me admiran porque dejé de vender drogas y pude desarrollar un negocio legítimo", asegura el emprendedor.
Además, ConBody recientemente obtuvo un contrato con Rikers Island para capacitar a presos y que obtengan certificaciones como personaltrainers. "Estamos creando una línea directa", explica Marte, que espera poder contratar a varios de ellos cuando salgan en libertad. "No puedo contratar a todos, pero haré lo más que pueda."
En el año por delante, Marte piensa abrir más gimnasios, expandir a nuevas categorías de streaming (¿ConYoga?) y sacar más merchandising. Un verdadero comerciante. Marte se niega a desacelerar: está libre por fin y se abraza a su segunda oportunidad.
- Un negocio ideado tras las rejas: Coss Marte - En 2009, Marte fue detenido por tráfico de drogas. En prisión creó una rutina de ejercicios que fue la base de ConBody
Traducción Gabriel Zadunaisky
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