Ya se hizo habitual que quedemos mal parados
En un mundo cada vez más integrado, el objetivo de fortalecer la competitividad dejó de ser una opción para convertirse en un imperativo para todas aquellas naciones que aspiran a prosperar incorporándose en forma exitosa al nuevo escenario internacional. Pero la competitividad excede a la ventaja artificial y perecedera que otorga un peso más o menos devaluado. Es un concepto mucho más amplio, que se asienta en el conjunto de instituciones, políticas y factores sobre los cuales un país puede encauzar un proceso de desarrollo sostenido. Esto incluye la educación y la salud de la población, las instituciones, la infraestructura, la estabilidad macroeconómica, la base tecnológica. Naturalmente no es sencillo sintetizar en un único indicador tantas dimensiones, pero el índice del WEF provee una aproximación muy valiosa.
En esta edición del informe, la prioridad del trabajo es subrayar la importancia de los factores sistémicos de productividad para que las urgencias de corto plazo no terminen erosionando los fundamentals de largo.
Para la Argentina nuevamente las fortalezas, dentro de las cuales se destacan un tamaño de mercado no despreciable y una calidad educativa, no fueron suficientes para contrarrestar las debilidades. La mayor de estas carencias fue la institucional. Cabría asimismo agregar la tan cuestionada manipulación de estadísticas públicas y la cruzada oficial contra los multimedios privados.
Por otra parte, el país ha evidenciado un retroceso significativo en materia de eficiencia en los mercados de bienes y de trabajo durante los últimos años. La judicialización de los conflictos laborales, el fortalecimiento de los sindicatos, los controles de precios, las licencias no automáticas de importación y la distorsiva asignación de subsidios han generado profundas distorsiones en el sistema de precios, llevando a los agentes a tomar decisiones ineficientes para el país en su conjunto.
En esta nueva instancia de calificación internacional, como ya se ha vuelto habitual, la Argentina ha salido mal parada como ocurre con otros rankings alternativos. Pero el diagnóstico del WEF no deja de ser un elemento valioso para identificar los obstáculos que impiden al país explotar su potencial. El desafío de incorporar estos temas en la agenda está planteado y es una responsabilidad para el sector privado y para el sector público.
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