Y... ¿dónde está el ministro?
Los ministros de Economía y los presidentes del BCRA permanecen en sus cargos varias semanas o meses luego de haber perdido todo el poder de decisión
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El principio de Peter, propuesto en la década del 60 por el profesor de educación canadiense Laurence J. Peter luego de haber estudiado las jerarquías en las organizaciones, afirma que “todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”. Peter afirmaba que las personas que hacen bien su trabajo son promovidas a puestos de mayor jerarquía, hasta que llegan a un puesto para el que en realidad no están preparadas.
Ahora que sabemos cómo ascienden los dirigentes en las organizaciones, permítanme proponer un corolario de este principio. En este caso, no referido a cómo llegan los líderes a la cima de sus carreras, sino a cómo o cuándo la dejan. Debido a que me baso en un estudio preliminar, voy a circunscribirlo solamente a una categoría de líderes: los ministros de Economía y los presidentes del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Dado que no conozco a nadie que lo haya formulado antes, me atrevo a llamarlo, humildemente, el principio de Buscaglia.
El principio de Buscaglia dice así: “Los ministros de Economía y los presidentes del BCRA permanecen en sus cargos varias semanas o meses luego de haber perdido todo el poder de decisión” Como todo principio, si bien tiene excepciones, es una buena guía para entender la mayoría de las situaciones. Las razones psicológicas, políticas o de otra naturaleza que cimientan este principio exceden el alcance de este artículo. Por ahora, centrémonos solo en sus implicancias prácticas.
En el gobierno de Cambiemos hubo dos casos claros que ilustran el principio. Luego de la conferencia de prensa del 28 de diciembre de 2017, en la que Marcos Peña, Nicolas Dujovne, Luis Caputo y Federico Sturzenegger anunciaron el cambio de las metas de inflación, quedó claro para todo el mundo que el último de los nombrados, entonces presidente del Banco Central, había perdido su autonomía. Sin embargo, no renunció. Sturzenegger dejó el cargo el 14 de junio de 2018, luego de una fuerte pérdida de reservas internacionales y de una depreciación del peso del 43% desde la mencionada conferencia de prensa.
“Un ministro de Economía con poco poder suele ser presa del ataque de detractores internos y externos y de los mercados”
Algo similar le pasó al exministro de Hacienda Nicolas Dujovne, cuyo poder quedó desdibujado luego del primer fin de semana de septiembre de 2018. Ese sábado, el presidente Mauricio Macri le habría ofrecido el ministerio de Hacienda a Carlos Melconian. La operación fracasó cuando el candidato dijo que necesitaba un mes para preparar un plan y un equipo, pero todo transcendió y se hizo público. Dujovne quiso renunciar, pero Macri logró convencerlo de que se quedara. Dujovne se fue del gobierno en agosto de 2019, en medio de una fuerte crisis.
Lo mismo le está pasando ahora al ministro de Economía, Martín Guzmán. Luego de haber intentado, sin éxito, echar a un subsecretario que en teoría le reporta, ha quedado a los ojos de todos como carente de poder. Esta suspicacia se retroalimenta con la anunciada suba de tarifas eléctricas, que está en línea con lo que proponía el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, del 9%, y no con la que planteaba Guzmán, que originalmente era de cerca del 29%. En realidad, esta propuesta de aumento no era solo de Guzmán, sino de todo el Gobierno y del Congreso, ya que es la que estaba implícita en el Presupuesto 2021. Pero en la Argentina vale más la opinión de la vicepresidenta Cristina Kirchner que una ley de la Nación. Entorno ideal para atraer inversiones.
Lo cierto es que Guzmán no renunció y forma parte de la comitiva presidencial que visitará capitales europeas la semana que viene. El principio de Buscaglia en pleno funcionamiento. El problema es que, en línea con el dicho que enuncia “del árbol caído todos hacen leña”, un ministro de Economía o un presidente del Banco Central con poco poder suele ser presa del ataque de detractores internos y externos, y del mercado.
Los ataques de los miembros de la coalición gobernante ya comenzaron. El gobernador Axel Kicillof afirmó hace pocos días que “es indispensable que continúe el IFE”, refiriéndose al Ingreso Familiar de Emergencia, una prestación de $10.000 que en 2020 se otorgó tres veces a 9 millones de personas y a cuya reposición se opone Guzmán.
La deficiente campaña de vacunación contra el Covid-19, con su consiguiente impacto en el nivel de actividad, quizás haga indispensable reponer cierto nivel de ayuda a personas de bajos ingresos y a las empresas afectadas. La economía ya se está resintiendo. Un trabajo del banco BBVA, basado en el consumo de tarjetas de crédito de sus clientes, muestra una retracción del consumo total a partir de mediados de marzo.
La combinación de un menor nivel de actividad por las restricciones impuestas, con su impacto en los ingresos fiscales, el mayor gasto que casi con seguridad le arrancarán a Guzmán en los próximos meses, y los mayores subsidios energéticos, muy probablemente lleven el déficit fiscal primario (no incluye el pago de intereses) por encima de los $1,6 billones presupuestados. Los subsidios energéticos subirán al menos en $150.000 millones con respecto a lo presupuestado.
Es decir, el déficit primario quizás exceda los $2 billones este año, a menos que Guzmán logre parar otros gastos. Hagan sus apuestas. La diferencia seguramente tendrá que ser fondeada con emisión del Banco Central.
La presión del mercado no tardará mucho en expresarse. Quizás por eso el presidente Alberto Fernandez, a quien también podríamos aplicarle los principios de Peter y de Buscaglia, se adelantó a la jugada y en su discurso del miércoles pasado exclamó: “¡Qué mercado ni mercado!” La seducción al capital continúa.
Lo cierto es que el mercado parte de la hipótesis de que Guzmán se terminará yendo y da por sentado que su reemplazante será alguien con menos interés en el equilibrio fiscal. Entonces, quienes tienen inversiones en pesos deben ponderar las probabilidades y los costos asociados a lo que Juan Carlos de Pablo llama “Error tipo 1″ y “Error tipo 2″ (usando el lenguaje de la estadística). Me explico.
El “Error tipo 1″ sería tomar decisiones de inversión suponiendo que Guzmán seguirá en funciones y podrá contener el déficit, cuando en realidad dejará sus funciones. “Error tipo 2″ sería actuar suponiendo que Guzmán deja el Gobierno, siendo que en realidad se queda y logra contener el déficit. Es probable que el mercado coincida con que la probabilidad y el costo del “Error tipo 1″ son superiores a los del “Error tipo 2″, y comience a dolarizar parte de su cartera.
El problema es que de hoy a diciembre hay vencimientos de deuda en pesos, sumando intereses y amortizaciones de capital, por más de $3 billones. Hasta ahora el Gobierno viene logrando una renovación superior a los vencimientos, lo que eufemísticamente llama “financiamiento neto positivo”, para evitar usar la palabra endeudamiento. Sin embargo, las tribulaciones sobre Guzmán y sobre el futuro del plan económico es probable que hagan caer la tasa de renovación de la deuda que vence.
Así, un mayor déficit fiscal y una menor renovación de deuda en pesos podrían llevar a que el Banco Central tenga que salir al auxilio del Gobierno emitiendo más pesos. El Presupuesto 2021 contempla que, de los $1,6 billones de déficit primario, $1,2 billones sean financiados por el BCRA. En los primeros meses del año, en el marco de una mejora fiscal notable con respecto a 2020, la asistencia del BCRA al Tesoro cayó un 70%. Esto le permitió al Central reducir fuertemente la expansión de la base monetaria, fundamental para bajar la inflación.
“La moderación fiscal y monetaria observada en los primeros cuatro meses de este año está ahora amenazada”
Esta moderación fiscal y monetaria observada en los primeros cuatro meses del año está, sin embargo, amenazada. Si el Banco Central tiene que aumentar la emisión, volverá la presión sobre la brecha cambiaria y sobre los precios. Esto nos lleva a cerrar el círculo del principio de Buscaglia. En pocos meses, los detractores internos de Guzmán podrán argumentar que el ministro no tiene ningún resultado para mostrar: la inflación seguirá elevada, la actividad deprimida, y la brecha cambiaria muy caliente. Así, antes o poco después de las elecciones legislativas, es probable que el ministro tenga que dejar el Gobierno en medio de una crisis.
Lo sucederán probablemente economistas como Paula Español o Augusto Costa, ambos cercanos a la figura ascendente de Axel Kicillof. Parecería que podemos volver a invocar el principio de Peter, pero eso supondría que tuvieron un buen desempeño en sus actuales funciones. Más bien podemos aplicarles el principio de Hayek. En su libro Camino de Servidumbre, este premio Nobel de economía argumentó que existe un principio de selección negativa en los gobiernos que tienden al totalitarismo.
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