- Líderes sindicales de la CGT junto a empresarios ligados a las pymes, cadenas comerciales, bares, restaurantes y pequeñas industrias le advirtieron esta semana al presidente Alberto Fernández que, si se quita la ayuda al sector privado para pagar los sueldos, puede haber cesantías masivas en la Argentina.
- La realidad de estos últimos meses se tornó dramática, especialmente en el comercio. La apertura parcial de la actividad después de las cuarentenas mostró que la facturación y las ventas siguen muy castigadas, en el mejor de los casos se logra 40% o 50% de lo que ingresaba antes de la pandemia.
- En los bares y restaurantes, por ejemplo, aumentó un poco la afluencia de público, pero bajó el delivery. La mayoría de las empresas está obligada ahora a pagar 100% del sueldo al personal, que en muchos casos sigue sin poder volver a trabajar y se mantiene en sus casas. El recorte del ATP, combinado con la obligación de seguir pagando a todo el personal y no poder efectuar despidos abre una perspectiva muy compleja.
- Con las puertas abiertas, que no significa que aumentan los ingresos por ventas, ahora los comerciantes se encuentran con que no solamente el Estado viene a pasar la cuenta y corta la asistencia. También llegan las deudas acumuladas con proveedores, tarifas e impuestos impagos, alquileres atrasados y demás obligaciones.
- Esta realidad importa y explica por qué la CGT le reclamó casi desesperadamente al Gobierno que no restrinja la asistencia para pagar salarios a los trabajadores que están en blanco.
- Pero interesa sobremanera para medir hasta qué punto la administración Fernández estará en condiciones políticas de bajar el gasto y emitir un poco menos, la clave para consolidar la precaria calma cambiaria del fin de año y avanzar en el acuerdo con el FMI.
- El fin de semana, en diálogo con el Financial Times, el ministro Martín Guzmán reconoció que la negociación está verde, que ni hay posibilidades de acceder por ahora a dinero fresco, y que habrá que esperar a marzo o abril para tener un entendimiento.
- El blooper que protagoniza el canciller Felipe Sola estas horas termina confirmando la misma dificultad. Al contar por radio la primera conversación entre los presidentes Fernández y Joseph Biden, Felipe inventó los detalles porque se confirmó que no había estado presente junto al Presidente en el diálogo.
- Pero lo que dijo no lo inventó, Lo habrá escuchado varias veces en el despacho presidencial. Tuvo la virtud de la sinceridad. La idea de que el acuerdo no depende del esfuerzo que haga Argentina bajando el déficit, sino que todo está relacionado con si el representante de EE.UU. en el Fondo le baja o le sube el pulgar al gobierno argentino. Serían ellos, aparentemente, los que tendrían la obligación de ayudar.
- Con la presunción que ya reiteró Cristina a través de los senadores del PJ, que la administración Trump jugó para Macri malversando los estatutos del FMI, de modo que ahora deberían compensar y facilitarle las cosas a Fernández. La fantasía de que todo se resuelve en la política, nada de esfuerzo económico.
- Y el esfuerzo es gigante. Por eso las dudas de que se pueda administrar, menos en un año electoral. No parece claro que se vayan a reducir significativamente los subsidios en el marco de un ajuste de tarifas que sería muy gradual. Tampoco tiene los números el oficialismo para votar la reforma al ajuste de las jubilaciones. Cada vez es más justo el número del oficialismo en diputados para aprobar la agenda que impone el sector más duro de la coalición oficialista que lidera Cristina.
- El manotazo intempestivo a los fondos de la Ciudad muestra la misma cara del ajuste. Se apropia el Estado de fondos ajenos, sean los jubilados o los porteños. La cuenta la terminarán pagando los que viven, trabajan o se atienden en la ciudad. Todo será más caro, con más impuestos locales para compensar la quita de la Nación.
- Logró el Gobierno frenar la corrida contra el peso en noviembre. Ayudó y ayuda el clima internacional y la fuerte intervención en el mercado de bonos subiendo tasas y garantizando algún grado de seguro de cambio con las operaciones a futuro y las emisiones en pesos atadas a la cotización del dólar.
- Diciembre se presenta calmo en lo financiero por ahora. Ayuda la estacionalidad en la demanda de pesos, más vacaciones en que los turistas no saldrán mayormente de la Argentina. Habrá que vender dólares para salir de vacaciones en lugar de tener que comprarlos.
- Todos esos pesos que se emiten y se gastan en noviembre y diciembre se acumulan y reaparecen en el sistema a partir de la segunda mitad de enero.
- Hasta la llegada de los dólares salvadores del campo falta todavía un tiempo. Aparece la temporada más fluida de liquidación de la soja después de Pascuas, sobre todo, mayo y junio
- Se atravesó un mes del desierto de divisas, entre octubre y mayo. Entrado el verano, habrá que medir hasta dónde logrará el Gobierno bajar el ritmo de emisión. Verificar también si el clima financiero internacional y el precio de los granos siguen subiendo. Ayuda al fisco, pero complica a la inflación por la suba en alimentos.
- Los mercados mantendrán al paciente en observación. En equilibrio inestable, con el dólar libre revoloteando en la zona de 150 pesos. Mirando la política y la economía. Cuanto más se dilaten las definiciones respecto del ajuste y el acuerdo con el FMI, más costoso será el camino para contener la devaluación.
Por Willy Kohan
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