Wall Street apuesta fuerte contra el yuan
Algunos de los fondos de cobertura de mayor renombre acumulan apuestas contra la moneda de China, el yuan, sentando las bases para un enfrentamiento entre Wall Street y el gobierno de la segunda economía del mundo.
Hayman Capital Management, encabezada por el inversionista Kyle Bass, se ha desprendido de la mayoría de sus posiciones en acciones, materias primas y bonos para apostar sus recursos a una devaluación de monedas asiáticas como el yuan y el dólar de Hong Kong.
Es la mayor postura concentrada que la empresa de Dallas ha realizado desde que apostó exitosamente a un colapso inmobiliario en Estados Unidos hace algunos años. Cerca de 85% del portafolio de Hayman Capital está invertido en ope-raciones que pueden beneficiarse de una depreciación del yuan y el dólar de Hong Kong en los próximos tres años. Es una jugada de miles de millones de dólares, incluyendo dinero prestado.
"Cuando se habla de órdenes de esta magnitud, esto es mucho más grande que la crisis subprime", dice Bass en alusión a las hipotecas otorgadas a deudores de alto riesgo en EE.UU. El inversionista cree que el yuan puede caer 40% en ese lapso.
Otras dos leyendas del mundo de las inversiones, Stanley Druckenmiller, y el gestor de fondos de cobertura David Tepper, han adquirido posiciones contra el yuan, también conocido como renminbi, según fuentes cercanas. Greenlight Capital Inc., ligada al inversionista David Einhorn, tiene opciones que se beneficiarían con una depreciación de la divisa china.
Las apuestas de los fondos de cobertura se producen en un momento de enorme sensibilidad para Beijing, que mantiene una lucha en múltiples frentes para lograr que la economía tenga un aterrizaje suave, apuntalar el muy endeudado sector bancario y hacer que la economía pase a depender más del consumo interno y menos de las exportaciones y las grandes inversiones estatales.
Las previsiones de un debilitamiento del yuan han conducido a una salida de capitales de residentes chinos e inversionistas extranjeros. Aunque China aún conserva las mayores reservas de moneda extranjera del mundo (US$3,3 billones), los capitales han seguido saliendo del país en los últimos meses. Los fondos de cobertura están apostado a que el gobierno de Beijing permitirá una mayor depreciación del yuan para detener la hemorragia de dinero y reactivar el crecimiento económico.
Los riesgos, sin embargo, son mucho más altos que apostar contra una divisa cuyo valor es fijado por el mercado. El gobierno chino tiene mucha injerencia en la economía y enormes recursos a su disposición. Entidades estatales adquirieron el mes pasado tantos yuanes en Hong Kong —donde los inversionistas foráneos hacen la mayoría de sus apuestas— que los costos del financiamiento a un día se dispararon a 66% y el yuan subió en forma brusca.
La situación se volvió más tensa luego de que el inversionista George Soros predijo durante una intervención en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, que "un aterrizaje forzoso es prácticamente inevitable" para la economía china y que por eso apostaba contra los países productores de materias primas y las monedas asiáticas.
Unos días después, un comentario en la agencia estatal de noticias Xinhua advirtió que "los especuladores radicales" que apuestan a favor de una devaluación sufrirán "enormes pérdidas" a medida que el banco central chino tome "medidas efectivas para estabilizar el valor del yuan". Un portavoz de Soros Fund Management, que gestiona el patrimonio de Soros, declinó referirse a las posiciones de éste en los mercados de divisas.
La demostración de fuerza de China atemorizó a algunos gestores de fondos, que no han reforzado sus posiciones. Algunos han reducido o incluso cerrado sus posiciones en contra del yuan, señalando que no quieren una pelea con el gobierno.
El enfrentamiento trae a colación otras grandes peleas entre inversionistas y gobiernos, como la apuesta de Soros a una devaluación de la libra esterlina hace 25 años. En 1997, el primer ministro de Malasia atribuyó a Soros una corrida contra la moneda del país, el ringgit, durante la crisis asiática. Druckenmiller, que en ese momento era director de inversión de Soros Fund Management, dijo que si bien el principal fondo de cobertura de Soros había apostado contra el ringgit en un comienzo, luego compró la divisa, lo que ayudó a amortiguar su caída.
Hayman Capital empezó a apostar contra el yuan el año pasado, tras estudiar el sistema bancario del país y quedar atónito ante la rápida expansión de la deuda. El análisis de la firma sugirió que la cartera vencida, que en la actualidad llega a 2% del total, subiría drásticamente y, en algún momento, requeriría una inyección de capital del banco central de billones de dólares para recapitalizar la banca.
Druckenmiller, que ahora invierte su propia riqueza, y uno de sus ex protegidos, Zach Schreiber, que administra el fondo de cobertura PointState Capital, que gestiona unos US$10.000 millones en fondos, también han tenido posiciones importantes que se benefician de la devaluación del renminbi desde el año pasado, según fuentes cercanas. La apuesta contribuyó a un alza de 15% de PointState el año pasado, dijo una fuente, así como a una ganancia de más 5% en la primera quincena de enero.
Los operadores apuestan, según fuentes cercanas, a una depreciación del yuan de varias formas, entre ellas a que el diferencial o spread entre la cotización de la moneda en China y la del mercado de Hong Kong se ampliará aún más.
Dos días antes de que China devaluara el yuan en agosto, Pershing Square Management LP, del inversionista William Ackman, empezó a acumular una posición en el yuan mediante la compra de opciones de ventas para protegerse de un "de-bilitamiento imprevisto de la economía china", manifestó Ackman en su carta anual a inversionistas revelada la semana pasada.
Otras firmas que se han beneficiado de apostar contra el yuan son Scoggin Capital Management y Emerging Sovereign Group, de Carlyle Group LP, según fuentes.
Beijing ha indicado que no tiene intención de devaluar el yuan para obtener una ventaja sobre sus socios comerciales y ha enfatizado la necesidad de no caer en una espiral de devaluaciones competitivas.