Vuelve el "Déme dos"
Los turistas argentinos, beneficiados por el cambio
La devaluación de la moneda brasileña llevó a los viajeros incorregibles de la Argentina a recordar los buenos viejos tiempos del "déme dos", aquella frase popularizada en Brasil para caricaturizar a los turistas criollos ávidos de cualquier cosa que pudiera comprarse a bajo precio. De hecho, para un argentino que viaje al país vecino, los productos llamados de bolsillo resultan entre un 20 y un 30 % más baratos en dólares que antes de la caída del valor del real frente a la divisa norteamericana -y merced a nuestra convertibilidad, también frente al peso-, aunque todavía no se alcanzaron los niveles que existían hace unos años.
Sin embargo, las fuentes consultadas en Brasil coinciden en que el empresariado local vinculado con la industria turística prevé que las devaluaciones, si bien con un relativo control, continuarán, y serán un fuerte incentivo para que los argentinos elijan ese país como destino para las vacaciones.
Por el momento, la Asociación Brasileña de Agencias de Viajes (ABAV), que integra a los agentes de viajes locales, mantiene un silencio de radio acerca del futuro inmediato de la actividad. Es que si bien para los operadores y agencieros que trabajan en el llamado turismo receptivo la nueva situación es promisoria, ya que suponen que atraerá un mayor flujo de turistas extranjeros, para aquellos que trabajan en el turismo emisivo el panorama no es alentador: una parte de los brasileños se cuidará de viajar al extranjero, e incluso reducirán sus gastos en su propio país, ya que, como se sabe, las vacaciones son una de las variables de ajuste doméstico más comunes de la clase media. Y como la ABAV agrupa a unos y a otros empresarios, sus dirigentes prefieren mantener una calma aparente y, sobre todo, callar hasta que el panorama se aclare un poco.
"Mire, si le digo que esto es bueno, la mitad de nuestros socios se quejará; y si le digo que es malo, la otra mitad se reirá de nosotros", dijo en tono jocoso un dirigente empresarial del secto, que, a juzgar por su entusiasmo evidente, parece ubicarse en el segundo grupo. "La Argentina es el primer emisor de viajeros hacia Brasil y esta temporada es mejor que la anterior. Si el cambio los favorece, van a llegar por oleadas a partir de mediados de febrero", vaticinó.
En realidad, los precios de las habitaciones de hotel y los pasajes aéreos no habrán de modificarse, porque se cotizan a valores internacionales, en dólares, pero todo lo demás, que constituye el verdadero centro del famoso "déme dos", será la carnada para nuestros compatriotas. De esa manera, las comidas, los productos tradicionales como artesanías, textiles y bebidas, los transportes como el taxi o los autobuses, serían mucho más baratos, por lo que, como ocurrió en el pasado no muy lejano, la tendencia que imaginan operadores receptivos de Brasil y emisivos de la Argentina será la compra de paquetes con pasaje, alojamiento y desayuno; esto es, sin comidas incluidas.
Jorge Giorno, socio gerente de Thesys, una operadora porteña especializada en Brasil, señaló que "todavía los cambios no se reflejan del todo en la inflación brasileña, pero eso no tardará en llegar: el proceso inflacionario es inevitable, aunque no llegue a alcanzar los niveles de las devaluaciones". El empresario cree que de continuar la tendencia actual, los argentinos se verán claramente favorecidos en el cambio en todos aquellos rubros considerados de uso cotidiano en el país vecino: "La comida será más barata para nosotros, salvo en las posadas y hoteles que ya quieren aplicar sus precios en dólares, las pequeñas compras de todos los días también, así como los productos de uso personal, artesanías, cosas de almacén, transportes y hasta las propinas".
En pocas palabras, nadie se atreve a anunciar una repetición idéntica de aquel "déme dos" de antaño, pero todos coinciden en que es muy probable que se produzca un "déme uno y medio", que no es poco.
Precios razonables
SAN PABLO.- Durante los cuatro primeros años del plan real, Brasil fue perdiendo turistas, que se espantaban con precios más suizos que brasileños. Así, hoy el país tropical por excelencia, con 8500 kilómetros de playas, recibe apenas un poco más que el doble de turistas que Uruguay, 50 veces menor.
Con la devaluación, la realidad cambió. Al perder 40 % de su valor frente al dólar, el real se abarató lo suficiente como para volver a hacer tentador el turismo en Brasil. Por eso, el presidente de la Empresa Brasileña de Turismo (Embratur), Caio de Carvalho, apuesta a que la devaluación debe atraer unos 400.000 turistas extras. Así el país pasaría a recibir 6,2 millones de personas durante este año.