Vuelos: las internas gremiales y políticas amenazan el mercado aerocomercial
A la medida de fuerza de los controladores se suman fuertes disputas en otros actores del sector como Aerolíneas Argentinas o la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC)
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A no desesperar con la medida de fuerza de los controladores aéreos que obligó a reprogramar un centenar de vuelos; todo podría ser peor.
Un verdadero desgobierno se ha instalado en medio de las pistas donde despegan y aterrizan los aviones en el país; un todos contra todos en el que cada cual mira solo su reclamo y se preocupa por atender a su tropa propia. No hay una mirada integral sobre un sistema central para el transporte de los argentinos ni tampoco una autoridad que maneje los hilos y el dinero.
El paro de hoy, más allá de la justicia o no del reclamo, esconde uno de esos conflictos. En uno de los principales fin de semana largos del año -feriado de Carnaval-, eclosionó una disputa gremial. Por estos días, la empresa y el sindicato discuten los términos de la última parte de la paritaria de 2020. En la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA), una sociedad del Estado que maneja el despacho de vuelos en todo el país, ofrecieron un 10% de aumento que llevaría el incremento salarial del año pasado a 55%. Pero la conducción del gremio Atepsa decidió rechazar la oferta, ya que sobre aquella paritaria reclaman una suba de 15%. A esos puntos de diferencia se sumó un reclamo en concepto de actualización del ítem “refrigerio”.
Pero más allá de la diferencia de dinero, que existe, el sindicato hizo público un reclamo de seguridad. “La semana pasada tuvimos un incidente en la Patagonia donde el espacio aéreo se quedo sin comunicación por 15 minutos y a los tres días se cayeron los radares del espacio de Resistencia. Tenemos graves problemas en Aeropuerto de Morón, en San Fernando. Tenemos un sistema de navegación colapsado”, se quejó Jonatan Doino, titular de la asociación
Justamente este punto generó malestar en otros gremios aeronáuticos que, más allá de fuertes posturas por plata, siempre son muy cuidadosos con el tema seguridad, uno de los intocables en materia aerocomercial. “Con eso no se juega y no se negocia”, graficó otro sindicalista del sector. No hubo solidaridad de otros gremios.
Ahora bien, la crónica sería incompleta si no se menciona cierto tufillo que se respira en el sector. Producto de la pandemia, en muchos sindicatos, y con la anuencia del Ministerio de Trabajo, se extendieron los mandatos de las conducciones. Atepsa tendrá elecciones para elegir sus autoridades en abril. A nadie, en la mesa de negociación, se le escapa ese punto.
Actualmente, el sistema aerocomercial transporta entre todas las compañías que operan aproximadamente 35.000 pasajeros diarios. Según cálculos del sector, por cada hora de paro se calculan unos 40 vuelos afectados.
Disputas, más allá de los controladores
No tan lejos de las torres de control hay otras contiendas. Una de las que amenaza con ganar protagonismo es que se da entre La Cámpora y la conducción del poderoso gremio de pilotos (APLA), que maneja Pablo Biró. Habría que estampar acá un asterisco. La Argentina tiene un ministro de Transporte, Alexis Guerrera, que, en realidad, es nombrado por el diputado Sergio Massa, verdadero hacedor de las políticas de ese sector. Pero sucede que desde que aquel reparto del Gabinete que se conformó después de ganar las elecciones de 2019 ya tenía una nota al pie: nadie podía tocar la política pública del sector aerocomercial, ya que ahí gobernaría La Cámpora, a través del senador Mariano Recalde. Así se hizo, y se hace.
Poco después de estatizada Aerolíneas Argentinas, en la línea aérea se instaló un poder bicéfalo entre los gremios y la agrupación kirchnerista. De esa usina partieron las decisiones más importantes del sector, desde los subsidios hasta los sueños de monopolio estatal. Pero ese “matrimonio” está algo desgastado. Ahora Biró se le anima a los “muchachos”, como les dicen, con mucho más ímpetu.
Por ahora, la convivencia sigue lubricada por unos $63.551 millones en subsidios, algo así como $174 millones por día, según datos oficiales del Ministerio de Economía. El cheque que llega sin ningún cuestionamiento mensualmente, claro está, ayuda al diálogo. Pero el sindicalista tiene planes propios, más allá de La Cámpora: está convencido de que el camino es un monopolio estatal en el mercado aéreo argentino, entre otras miradas particulares.
Desde hace un tiempo se le anima como nunca a sus “patrones”. Las disputas son constantes. En este verano, Biró envió una fuerte carta a la dirección de Recursos Humanos de la empresa, Alejandro Morón, por el cambio del hotel en Miami para las tripulaciones. “Resulta inaceptable que se haya decidido cambiar el alojamiento de las tripulaciones (...) no dando participación alguna a APLA”, dice la carta. Luego reconoce: “Más allá de que el hotel cumple con las condiciones establecidas en el convenio colectivo de trabajo, dejamos nuevamente claro que resulta inadmisible que la empresa sistemáticamente no de participación a APLA cuando decide modificar el alojamiento de las tripulaciones”, completa la carta. Hasta hace poco, esas cosas se decidían juntos.
Íntimamente, Biró considera que La Cámpora ya no es el pasaporte que le asegure el mercado que pretende. El líder sindical lucha por un monopolio de la empresa estatal y la desaparición de toda la competencia. A los suyos les revela su mirada. Cuentan que les dice que los camporistas aéreos pierden día a día la pelea con las low cost. Este fracaso que el mandamás de APLA le endilga a La Cámpora esconde una intención: el sindicalista intenta sentar un hombre suyo en el principal despacho de la empresa estatal. Se quiere sacar de encima a Luis Pablo Ceriani, el CEO y delegado de Recalde en la línea aérea de bandera. Nadie se arriesga a decir qué pasará cuando Biró decida ir con fuerza por ese cargo.
Hace semanas fueron despedidos dos pilotos, uno de Aerolíneas Argentinas y el otro de Austral. Ambos, sin causa. Poco días después, Biró llamó a una asamblea del gremio donde renunció la Comisión Directiva donde llamó a elecciones anticipadas y continuar en el cargo. Aquellos dos pilotos no se llevaban bien con el sindicalista. Nadie levantó la voz por la decisión que tomó Ceriani, dicen, por un pedido que le hicieron llegar. Por mucho menos, la agrupación paró la empresa. Pero nadie le levanta la voz a Biró, el verdadero dueño de los cielos argentinos.
Hay algunas cosas más. Otro sillón importante que ha quedado en medio de las peleas es el de la dirección de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), un lugar central, ya que desde ahí salen la mayoría de las regulaciones que pueden apuntar a la consolidación de una Aerolíneas monopólica. Por ahora, en ese lugar se sienta Paola Tamburelli, pero cada vez está más cuestionada, especialmente por Biró. “Su modo de gestión le impide tener visiones enriquecedoras para detectar posibles amenazas a la industria aeronáutica y a la seguridad aérea. Usted ha elegido abdicar responsabilidades, retrasar decisiones, no generar los necesarios procesos para tener una adecuada conciencia situacional, y no apoyar ni exigir a los sectores operativos, logros en cuanto a las metas de seguridad si es que ha planteado algunas”, escribió el sindicalista en una carta que le dirigió este verano. “Sinceramente preferiría estar felicitándola por revertir la nefasta gestión llevada adelante por el macrismo, en lugar de estar quejándome por su inoperancia. Cumplo en comunicarle que esta Asociación buscará, por todos los medios disponibles, quebrar la inmovilidad e inacción de su gestión, sin perjuicio de las acciones posteriores, y en el ámbito que corresponda, por el cumplimiento irregular de las obligaciones que son inherentes a su cargo”. Firmado: Pablo Biró, 5 de enero de 2022.
Por ahora, las aerolíneas pudieron generar una reprogramación de vuelos. Pero confiesan que si se mantiene la medida de fuerza durante la semana y se acerca la llegada del feriado de carnaval, la situación se agravaría mucho. Pero a no desesperar, como se dijo al inicio de la nota. Para destrabar el conflicto hace falta un poco más de alcance de la enorme pero agotable billetera estatal. Y si bien son épocas de ajuste, hay sectores menos conflictivos a la hora de podar. Si esto fuera un juego de cartas, gremio de empresa estatal mata jubilado.
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