Votar en el país de la inflación de 120%: qué pasará con los precios y el poder de compra en los próximos meses
En agosto la inflación trepará, según se estima, a alrededor de 8,5%, y el índice seguirá alto hasta fin de año y también en 2024; qué pasará con el poder adquisitivo y qué impacto tendrán los resultados de las elecciones, las medidas recientes de Massa, la suba de los dólares, la situación fiscal y la incertidumbre
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La Argentina va hoy a las urnas en el contexto de una inflación que se perfila en este 2023 como la más alta en 33 años, y con un dólar –o unos dólares, para hacer una descripción más acertada del escenario– de “desconfianza total”, tal como definen no pocos analistas. La inseguridad y lo que pasa con los precios y el poder de compra de los ingresos están entre los temas que más preocupación e incertidumbre generan.
Los pronósticos para el corto plazo indican que la tendencia no será a un alivio, sino lo contrario. En el primer semestre del año los precios avanzaron, en promedio y según la medición del Indec, un 50,7%. Y las estimaciones de varios centros de estudios económicos indican que 2023 registraría, de punta a punta, una inflación de alrededor de 140%. Aunque los analistas advierten, claro, que revisarán sus proyecciones después de mirar otros números: los que surjan hoy de las urnas.
Por de pronto, el Indec dará a conocer el martes qué variación tuvo en julio el Índice de Precios al Consumidor (IPC). En la ciudad de Buenos Aires, la inflación fue ese mes de 7,3%, según informó la Dirección General de Estadística y Censos local. Algunas consultoras, en tanto, calcularon un índice no menor a 7%. Para agosto, las proyecciones llevan la cifra un escalón más arriba, y se estima, así, que la suba del IPC entre septiembre de 2022 y agosto de este año sería de entre 118 y 120%.
El día en que se conocerá la inflación de julio, el Banco Central difundirá, al menos según lo que se anunció, los resultados de su Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que concentra las proyecciones de alrededor de 40 consultoras y bancos. Hasta julio, la difusión se hacía cada primer viernes de mes (esta vez, eso habría sido el 4 de agosto), pero días atrás, en coincidencia con la cercanía de las PASO y con expectativas que resultan negativas, se comunicó un cambio en la estrategia de comunicación, que despertó suspicacia.
Sí se publicó, el martes último, el documento mensual de la consultora FocusEconomics, con datos de diferentes países de la región. En el caso de la Argentina, el dato de consenso entre las respuestas de las cerca de 50 consultoras participantes del relevamiento –hecho entre el 1° y el 6 de este mes– indica que 2023 cerraría con una inflación, de punta a punta, de 138%, y que en 2024 los precios subirían 113,4%.
La suba en la cotización de los dólares financieros, blue y oficial, el impacto de las recientes medidas tomadas por el ministro de Economía, Sergio Massa –como la nueva carga tributaria que pesa sobre las operaciones de importación y la devaluación selectiva que implican los dólares “especiales” o “sectoriales”–, los aumentos autorizados en sectores regulados, el peso de las indexaciones y el despegue de precios que estaban contenidos, como los de la carne, están entre los principales factores que impulsan la inflación en estos días. El clima electoral, la incertidumbre en el plano político, la falta de dólares, la frágil situación fiscal y la necesidad de terminar de sellar el acuerdo con el FMI son cuestiones que, cada una con sus derivaciones, están sobre el escenario y tienen su influencia.
“Antes de la suba del dólar de estos días ya estábamos en un agosto complicado, por la implementación de medidas como el impuesto a las importaciones de productos que, a su vez, ya tenían precios en alza, porque cuando hay restricciones para operar, suben los valores”, dice la economista María Castiglioni Cotter, directora de C&T Asesores Económicos, en referencia al decreto que dispuso aplicar el impuesto PAIS a la adquisición de divisas para saldar compras de bienes y servicios en el exterior. En C&T estimaron la inflación de julio en 7,7% y proyectan que la de agosto superará el 8%.
La incertidumbre como causa
La imposición se agrega a los efectos que en sí misma provoca la incertidumbre ante la falta de dólares y las dificultades para importar. “Hoy hay una parte mayor que en 2015, entre los bienes transables internacionalmente, cuyo precio incorpora [en el intento de tener cobertura ante la expectativa de suba del valor de reposición] un dólar mayor al oficial”, dice Fernando Marengo, economista de la firma de inversiones BlackToro. Según analiza, más que con la brecha cambiaria, eso está vinculado con los problemas para lograr los permisos de importación y con las dudas sobre cuánto valdrán los dólares en el momento en que se pueda acceder a ellos, si es que el objetivo se logra.
“Hay que tener presente que, si esa importación se hace al tipo de cambio oficial, el sobreprecio que se cobrará por el bien termina siendo un margen extraordinario para el sector que lo comercializa; generalmente no es el importador el que hace la diferencia, porque está más controlado, sino que son otros eslabones de la cadena”, agrega.
Ese es, en todo caso, uno de tantos efectos de una realidad inflacionaria que acumula tiempo, políticas ineficaces, varios tipos de cambio y efectos distorsivos de distinto tipo. Otra política que empuja al alza de los precios es la referida a un nuevo dólar agro para incentivar la liquidación de operaciones. La medida incluye al maíz, y, según se advierte, eso impacta en el valor de alimentos que se consumen localmente, como el pollo, el cerdo y la carne vacuna.
Después de un julio con una inflación superior a 7%, “estimamos que la de agosto será algo mayor a 8,5%”, dice Andrés Borenstein, de EconViews. El impacto del “dólar maíz” es una de las causas, según el economista, mientras que también influyen la “devaluación fiscal” (las medidas impositivas sobre importaciones), la suba del dólar oficial y de los dólares financieros y algunas cuestiones puntuales, como la de la carne, cuyo valor “despertó, después de haber estado varios meses tranquilo” por la sobreoferta que había provocado la sequía.
El informe de precios de la consultora Eco Go –donde estiman un índice de 8,5% para agosto– indica que solo en la primera semana de este mes hubo una suba de 2,8% en el rubro alimentos (las variaciones semanales habían sido en julio de entre 1,4% y 1,7%). La carne, específicamente, aumentó 5,4% (la vacuna, en particular, subió 8,6%). También en el renglón de productos de panificación y cereales –impactados por las políticas recientes– se ve una aceleración, con una suba de 3,7% en la primera semana de agosto.
Los números de las urnas
“Pensar hoy en la inflación total del año es algo de ciencia ficción –sostiene Marina Dal Poggetto, economista y directora de Eco Go–, porque dependerá mucho de cómo resulten las elecciones y del programa que tenga el gobierno que venga”.
El factor político juega fuerte y en eso tienen mucho que ver el presente y la historia del país, que en 70 años tuvo solo 12 con inflación de un dígito, según apunta Marengo, de los cuales 9 fueron durante la convertibilidad de la década del 90.
“El inversor financiero promedio es cauto y temeroso; a eso se le agrega la escasez de dólares y la inflación alta”, analiza Ricardo Delgado, socio y director de Analytica Consultora. Según el economista, ese combo hace que haya “dificultades muy serias” para estabilizar el dólar. La incertidumbre de la semana previa a las PASO que disparó las cotizaciones, agrega, está incorporada en la proyección de inflación de agosto, que en la consultora ubican en el 8,6%.
“Lo que pase de ahora en más con la inflación dependerá del resultado electoral; hoy el dólar es de desconfianza total”, evalúa Castiglioni. En C&T consideran que, a diciembre, la inflación interanual podría llegar a 140%, pero pueden ocurrir muchas cosas entre las elecciones primarias a las generales. Según su análisis, si de las urnas surge la señal de que gobernará la principal oposición actual, habría una contención de la inflación por mayor calma en factores que la alimentan. Sin embargo, agrega, habrá que ver las reacciones que generarían tal situación en el oficialismo. Las políticas que podrían verse incentivadas, como las del “plan platita”, que implicaría mayor emisión, “están limitadas por la situación ante el FMI”, según la analista.
El pacto por el que el organismo asistirá al país frente a la necesidad de divisas para afrontar deudas aún no se firmó formalmente. Si bien los términos están acordados con el staff técnico, para el desembolso de US$7500 millones resta la aprobación del directorio. Según observa Castiglioni, el FMI ya advirtió que los objetivos claves del programa hasta finales de junio no se cumplieron. Más allá de reconocer el impacto de la sequía, el organismo apuntó a “los desvíos y retrasos en las políticas” del Gobierno.
Dal Poggetto analiza que, si Massa siente a partir de esta noche que tiene chances de llegar a un ballotage, podría ocurrir que tense la cuerda con el FMI y busque evitar un salto discreto del dólar, al tiempo que está latente una expectativa de devaluación poselectoral de 30% (según revelan los mercados de futuro). Y si el ministro, por el contrario, percibe que no tendrá chances, agrega la economista, corre el riesgo de que lo “obliguen” a anticipar el ajuste que intenta patear a la próxima gestión.
“Es posible que a partir de este mes la inflación se mueva en torno al 8%, e incluso que el índice crezca hacia fin de año”, dice Eduardo Fracchia, director del Área de Economía del IAE Business School, quien menciona que, si bien lo que pase dependerá de los resultados electorales, la incertidumbre política y económica hace que sea más natural pensar en una base de 8% mensual y no en una de 6%, que fue el nivel de alza del IPC en junio.
A las causas de la mayor velocidad de los precios, Delgado agrega los mecanismos de indexación que rigen para rubros, como el transporte público (cuyos valores también están retrasados, lo que no implica más que una “inflación pisada”). A mediano plazo, advierte Marengo, desindexar la economía será una llave crítica para bajar la inflación.
Un sector sensible con un mecanismo de reajustes mensuales es el de prepagas. Los valores de los planes de salud suben todos los meses en un porcentaje autorizado por el Gobierno, que responde a la variación de un índice de costos del sector que elaboraron las autoridades de Salud. En agosto la suba es de 8,72% para todos los contratos por igual. En septiembre será de 7,18%, pero, quienes hayan tenido ingresos en julio de hasta $633.000, podrán hacer una declaración jurada para pedir que se les aplique un porcentaje menor, de 5,58%. Complicaciones burocráticas que se generan en la compleja realidad de los precios en la Argentina.
También en función del nivel de ingresos y de la concreción o no de un trámite personal, los aumentos de los valores a pagar se diferencian en los servicios públicos, como la electricidad y el gas, un sector crítico en lo que a subsidios estatales se refiere. Según Delgado, en el período de agosto de 2022 a julio de este año hubo, comparado con los 12 meses previos, una caída de 1,3 billones de pesos (a valores constantes) en los subsidios, lo cual representa un cuarto de la caída del gasto primario total.
El monitoreo fiscal hecho por Analytica revela el ajuste de la gestión Massa, que involucra al principal componente de la erogación: las jubilaciones y pensiones. En el lapso de enero a julio el gasto público total cayó un 8,7% interanual en términos reales (corregidas las cifras por inflación), y un 14,5% si se compara el período de agosto de 2022 a julio de 2023, con el de agosto de 2021 a julio de 2022. El dato del mes pasado, sin embargo, muestra una reversión de la tendencia al ajuste: el gasto total real subió un 2% respecto de junio y un 1,6% en la medición interanual.
En jubilaciones, la erogación cayó un 4,4% interanual en los primeros siete meses del año, y creció un 1,1% en julio respecto de ese mes de 2022. Según la Anses, en julio se pagaron ya 92.000 prestaciones tramitadas vía la nueva moratoria para quienes no reúnen al menos 30 años de aportes. Esos beneficios fueron dados de alta entre junio y julio, mientras que en todo el primer semestre se otorgaron, en promedio, 26.000 nuevas prestaciones cada mes. Es decir, en meses ya cercanos a las elecciones, el ritmo de las altas de beneficios se aceleró fuertemente.
La contención del gasto es un factor que lleva a moderar la inflación, por la menor necesidad de emisión. La moderación podría alterarse camino a las elecciones del 22 de octubre, pero los economistas advierten que no hay mucho margen para distribuir pesos que habría que emitir. “Puede haber algún bono para jubilados y, después, muchos fuegos artificiales con anuncios, pero estando de por medio el acuerdo con el FMI, no hay mucho margen para el Gobierno”, señala Delgado.
De todos modos, en materia monetaria también hay alertas: “La asistencia directa del Banco Central al Tesoro en términos de la definición del acuerdo vigente con FMI ya supera 1,2 puntos porcentuales del PBI. La meta para 2023 era 0,6%. Y viene la parte más complicada del año”, tuiteó Gabriel Caamaño, economista de Consultora Ledesma.
Actividad y poder de compra
Una realidad desfavorable que tiende a frenar el avance de los precios es lo que ocurre con la actividad; “lo que no es inflación es recesión”, observa Castiglioni. El informe de LatinFocus muestra que, según las consultoras, en 2023 el PBI caería 2,5%. El dato más reciente del Estimador Mensual de la Actividad Económica del Indec mostró que en mayo hubo una baja interanual de 5,5%, explicada mayormente por el agro. Pero, factores como la falta de dólares, las dificultades para importar y la propia inflación ya muestran efectos en otros rubros. La industria y la construcción tuvieron en junio caídas mensuales, desestacionalizadas, de 1,3% y 1,5%, en cada caso, y hubo retrocesos interanuales de 2,3% y 2,5%, todo según el Indec.
Eso aún no muestra, al menos en la estadística, efectos en el empleo. Pero los bolsillos sí sufren. Y, aun cuando haya subas nominales, esos reajustes “terminan perdiendo con la inflación cuando la macroeconomía no está en equilibrio”, advierte Marengo. Es decir, cuando siguen presentes las causas de la suba de precios.
“Las jubilaciones y los salarios públicos irán por detrás de la suba de precios –dice Borenstein–, porque la inflación se va a acelerar y para el cuarto trimestre va a estar muy alta; la buena noticia por ahí es que el déficit se achicará un poco por la licuación del gasto, pero la causa es que estarán relegados planes sociales, salarios y jubilaciones”. En ese contexto, analiza, un “plan platita” solo aliviaría esas pérdidas y, por eso, “no pesaría tanto en la inflación”.
En el caso de las jubilaciones, para quienes no cobran los bonos que surgieron por la ineficacia de la fórmula de movilidad para lograr que el poder adquisitivo se mantenga, la caída interanual a junio del poder de compra llegó a 12,3%. Y la aceleración de los precios provocó que, incluso quienes tienen la mínima y perciben los bonos de mayor monto, perdieran en un semestre más de un 5% del valor real de su ingreso.
En materia de salarios, observa Delgado, hay una brecha cada vez mayor entre formales e informales y, además, una mayor dispersión de ingresos en el universo de empleados registrados, porque la posibilidad de recuperar valor depende de factores como la capacidad de negociación que exista en cada gremio.
Según cálculos basados en las variaciones de salarios y de precios publicadas por el Indec, en el primer semestre de este año y en términos reales, los sueldos del sector privado registrado perdieron 2,2%, en tanto que los del segmento informal cayeron 6,5%.
¿Y 2024? Nuevamente, todo depende de cómo termine el capítulo de la historia que empieza hoy y de las reacciones que vendrán. Las proyecciones, que serán objeto de revisión, indican actualmente que la inflación de punta a punta de ese año sería de 113% y que el PBI caería 0,3% (datos de LatinFocus). Suponiendo que haya un plan para estabilizar la economía y corregir los precios relativos, “la inflación seguirá alta, pero sería un logro que en el último trimestre de 2024 haya índices mensuales que empiecen con 3″, dice Castiglioni. Y agrega que la foto de 2024 mostraría una recesión, pero que la película dejaría, en sus imágenes finales, señales esperanzadoras para 2025.
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