Vivir el Mundial mientras la seguimos peleando
Durante la competencia futbolística, Sergio Massa y su equipo deberán madrugar más para hacer lo que tienen que hacer, y seguir los partidos de la selección nacional, por radio, por televisión o como sea
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En la noche del 26 de noviembre de 1954, en Tokio, se enfrentaron Pascual Pérez y Yoshio Shirai. César H. García, mi maestro de quinto grado de la escuela primaria, apareció en el aula con una radio. La prendió cuando comenzó el combate y la apagó una hora después. Seguramente que técnicamente no entendimos nada, pero nos causó gran alegría que el boxeador argentino hubiera conquistado la corona mundial en la categoría mosca. Luego de lo cual el maestro García siguió con la clase. ¿Habrá enseñado dónde quedaba Japón o cuál era su moneda? ¿O habrá explicado el teorema de Pitágoras?
El episodio viene a cuento porque entre el domingo próximo y el 18 de diciembre, en Qatar, se desarrollará el campeonato Mundial de Fútbol. El maestro García nos inspira: ¿a quién se le ocurre que mientras seguimos los partidos en los cuales juega la Argentina, Sergio Tomás Massa, Gabriel Rubinstein y el resto de los funcionarios del área económica del Gobierno tienen que dedicarse exclusivamente a luchar contra la inflación? Lo que tienen que hacer es exactamente lo contrario: madrugar más para hacer lo que tienen que hacer, y seguir los partidos de la selección nacional, por radio, por TV o como sea.
Lo mismo que cada uno de nosotros. Claro que algunos no lo podrán hacer, pero como bien respondió el profesor cuando un alumno le dijo que no todo el mundo podía comprar un auto nuevo: “Entonces, para evitar la desigualdad, fabriquemos autos usados”. Siempre hay urgencias en los hospitales, algunas producciones son de naturaleza continua, etcétera. Si dejamos la tontería de lado, buena parte de los argentinos podrá seguir las vicisitudes futbolísticas mientras la siguen peleando.
Kelly Olmos, ministra de Trabajo, se inmortalizó cuando dijo que la lucha contra la inflación podía esperar algunas semanas porque ahora venía el Mundial de Qatar. Lejos de sumarme a la despiadada crítica por parte de personas ¡que van a ver el Mundial!, mi punto es el contrario: ojalá, aquí y ahora, hubiera que esperar “apenas” 30 días para reducir, pero en serio y de manera sistemática, la tasa de inflación.
Congelar por cuatro meses algunos precios y obligar a las empresas involucradas a no aumentar el resto más de 4% mensual, en un contexto de mayor ajuste fiscal y monetario, puede tener algún fundamento técnico; pero esa medida debe ser revisada mucho antes de marzo de 2023, si la tasa de inflación no cae.
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