Vientos que amenazan: el mundo y la economía argentina
La guerra comercial entre China y EE.UU. siembra incertidumbre en un escenario de desaceleración global
El conocido proverbio chino que dice que "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo" es perfectamente aplicable al momento actual de la economía argentina, que se ve influida por hechos que suceden en otras geografías. Pero el agravante en este caso es que no se trata solo de una mariposa, sino de varias: a la cabeza está, por supuesto, la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, pero le siguen de cerca otros desequilibrios geopolíticos que también pueden impactar en el nivel de crecimiento local, en su estabilidad monetaria y en su comercio internacional.
Esas otras "mariposas" que aletean sin cesar en un mundo cada vez más convulsionado son: el surgimiento de partidos populistas nacionalistas; la debilidad en la integración política, monetaria y financiera de la Comunidad Europea; el crecimiento del gobierno xenófobo y racista de Italia; el afán imperialista de Vladimir Putin, presidente de Rusia; el complicado escenario del Brexit; la guerra civil en Siria (que enfrenta a Estados Unidos con Rusia); el conflicto en Yemen entre chiitas y sunnitas; la crisis de Venezuela; la volatilidad del precio del petróleo y las escaramuzas en el Estrecho de Ormuz .
Todo esto, según explica Luis Palma Cané, director de Fimades, hace que crezca la incertidumbre mundial y provoca que las potencias económicas adopten medidas que terminan por impactar en la Argentina. "Por lo pronto, lo que cae es el comercio internacional y la demanda de nuestros principales productos, algo que pega de lleno en un país como el nuestro, que ahora busca basar su crecimiento en la apertura comercial", explica el economista.
De hecho, ya se estima que el crecimiento promedio de 4% anual que mostró el comercio internacional en los últimos cinco años caerá a 3,5% este año y apenas se recuperará hasta un nivel de 3,7% en 2020. En términos de actividad económica global, en tanto, la película es así: en 2018 el mundo creció 3,6%; este año crecerá 3%, según estimaciones del FMI y distintos organismos internacionales, y en 2020 tendrá una leve recuperación que lo ubicará con un crecimiento de 3,1%.
Ahora bien, el principal conflicto, como se dijo, es la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, que esta semana cobró efervescencia. En un nuevo capítulo del enfrentamiento, el gobierno de Donald Trump decidió el viernes 2 de agosto aumentar el universo de importaciones chinas gravadas, al pasar de un espectro de US$250.000 millones a uno de US$550.000 millones. En respuesta, el lunes 5 China devaluó el yuan y ordenó a sus empresas estatales dejar de comprar bienes agropecuarios estadounidenses.
¿Puede eso tan lejano perjudicar a la Argentina? La respuesta es sí. Porque esta escalada aumenta la incertidumbre, hace caer todas las bolsas y las monedas emergentes y produce una fuga de capitales desde los países más riesgosos hacia los más fuertes, el conocido fly to quality (vuelo a la calidad). "Y esto pega más en los países más riesgosos, donde lamentablemente estamos nosotros. Esto, en un contexto de necesidad de financiamiento como el nuestro, se torna más preocupante", agrega Palma Cané.
El economista Aldo Abram, director de la Fundación Libertad y Progreso, coincide con el diagnóstico. "Uno de los problemas que origina este conflicto es que el riesgo de todos los activos aumenta; en líneas generales casi todas las monedas se deprecian y los inversores tratan de bajar ese riesgo en su cartera, lo que redunda en salida de capitales de nuestro país que, desgraciadamente, se percibe riesgoso", opina.
En tanto, Fernando Marengo, socio de Arriazu Macroanalistas, señala que ese fly to quality causado por la guerra comercial entre las dos grandes potencias genera a su vez dos efectos negativos para el país: 1) la apreciación del dólar, que baja la cotización en esa moneda de las materias primas (la principal exportación argentina), y 2) la caída de la actividad económica global, que lleva a que el mundo compre menos en general (lo que también implica una caída de la demanda de productos argentinos).
Para colmo de males, Abram afirma que el comercio internacional también se ve afectado porque los inversores tienden a moverse menos y a quedarse con mayor liquidez. "Como pasaría en cualquier familia, al ver que hay más incertidumbre, se opta por consumir menos. Eso puede afectar el crecimiento de mediano y largo plazo de la Argentina", enfatiza el economista.
Además, Marengo advierte sobre otro gran riesgo que se puede derivar de la pelea entre gigantes: "Podría suceder que la guerra comercial desemboque en una guerra de monedas, consistente en devaluaciones competitivas por parte de la mayoría de los países. Para tener una idea de la magnitud de este peligro, basta decir que la gran crisis de 1930 se originó así".
El consultor financiero Julio Piekarz suma su visión acerca del impacto que pueden tener los "ruidos" internacionales sobre la Argentina. "El fly to quality y la menor intención favorable hacia los emergentes complica un panorama financiero hacia 2020 que ya es muy complicado. Segundo, si hay un proceso de devaluaciones competitivas y nosotros tenemos que seguirlo, eso va a aumentar la inflación", indica el economista.
En medio de este mar de peligros es posible rescatar un efecto que, si bien no se puede decir que sea compensatorio, sí es favorable: la baja de la tasa de interés en Estados Unidos. Martín Uribe economista y profesor titular de la Universidad de Columbia, en Nueva York, analiza esa situación: "Esta disputa comercial es una de las razones por las que la Fed bajó la tasa, algo que nos ayuda a nosotros [porque baja el costo del dinero, que la Argentina puede llegar a pedir prestado, y desincentiva un poco a los inversores a salir de emergentes para ir a Estados Unidos]".
Aun así, Uribe advierte que no hay que descansar en el punto favorable de la baja de la tasa americana, puesto que esta puede volver a subir. "El año pasado estaban en un proceso de normalización de tasas que constaba en llegar paulatinamente a 3,5% de interés, que es su nivel histórico. Preventivamente está bien que hayan bajado 0,25, pero Jerome Powell [presidente de la Fed] continúa creyendo que es importante que haya un proceso de normalización", afirma.
En efecto, según analiza Daniel Kampel, economista de Econométrica, en La política monetaria en la guerra comercial, la Fed bajó la tasa poco convencida, dado que la economía estadounidense exhibe un desempeño aceptable. "El movimiento hacia la baja fue seguidamente justificado, no tanto sobre la base de evidencia empírica relevante, sino ponderando en mayor medida la evaluación (subjetiva) que la autoridad monetaria realiza respecto de los riesgos latentes que enfrenta", destaca el especialista.
Claro que no es solo Estados Unidos el que acomoda su política monetaria por efecto de la guerra comercial con China. Dado el aumento de la incertidumbre que se da en el escenario internacional, las principales economías del mundo están pasando de una política monetaria restrictiva (aumento de la tasa de interés y disminución de la liquidez) a una política más acomodaticia, que las ayuda a evitar la recesión.
Piekarz cree que si las economías centrales entran en un proceso sostenido en el tiempo de políticas monetarias acomodaticias, eso sería beneficioso para la Argentina, pero no alcanzaría a compensar el daño causado por el fenómeno de los conflictos internacionales que fue, en definitiva, el que las originó. "Además, el efecto favorable sería a largo plazo, mientras que lo otro es ahora", añade.
¿Qué puede pasar en el mundo? Según Palma Cané, no se va hacia una recesión, como sostienen algunos, sino hacia una desaceleración. En ese contexto, las previsiones de Fimades, su consultora, son las siguientes: Estados Unidos pasará de un crecimiento de 2,9% en 2018 a uno de 2,2% este año y a uno de 2,3% en 2020; mientras que esas cifras para China son 6,6%, 6,2% y 6%, respectivamente; para el área del euro, de 1,9%, 1,3% y 1,4%; para Brasil, de 1,1%, 0,9%, 2,1%; para Japón, de 0,8%, 0,6%, 0,6%, y para la India, de 7,4%, 6,3% y 6,1%. ¿Y estos números para la Argentina? -2,5 (2018), -1,5% (2019) y +2% (2020).
En este contexto ¿qué puede hacer la actual administración? "En el corto plazo, poco, porque está en medio de una batalla electoral en la que es difícil que el Gobierno pueda tomar medidas económicas importantes. Lo mejor que puede hacer es seguir con la política de intervención del BCRA en el mercado de futuros, que la viene haciendo muy bien", responde Piekarz.
En el mediano plazo, en tanto, lo principal que debe hacer el país, según Piekarz, es fortalecer su macroeconomía, generar credibilidad, seguir la consolidación fiscal y avanzar con las reformas previsional, impositiva, laboral y del Estado. "Y algo más: empezar a negociar con el FMI un acuerdo de facilidades extendidas, para refinanciar los vencimientos a partir de 2021 (en vez de pagar en ocho trimestres se podría pagar en entre 4,5 y 10 años)", dice el consultor.
Región complicada
Es claro que la economía argentina caerá este año, pero este no será un caso aislado en el vecindario: la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) espera que durante 2019 el crecimiento económico de la región mantenga una trayectoria descendente, debido a un contexto internacional con mayores incertidumbres y complejidades, y a un débil comportamiento de la inversión, las exportaciones y el consumo.
Según su informe anual, Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2019, la región crecerá este año solo un 0,5%, cifra inferior al 0,9% anotado en 2018. A diferencia de años anteriores, en 2019 la desaceleración será generalizada y afectará a 21 de los 33 países de América Latina y el Caribe. En promedio, se espera que América del Sur crezca 0,2%, América Central 2,9% y el Caribe 2,1%.
"La región enfrenta un contexto externo con mayores incertidumbres y complejidades crecientes: menor dinamismo de la actividad económica mundial y del comercio global; mayor volatilidad y fragilidad financiera; cuestionamientos al sistema multilateral y un aumento en las tensiones geopolíticas", señaló Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, al presentar el informe citado.
Marengo dice que no es raro que suceda esto, porque América Latina es una región exportadora de commodities, un mercado que se puede ver afectado por apreciación del dólar y caída de la demanda. "Eso les genera a sus países una reducción de ingresos y el impacto en cada economía será diferente dependiendo cuán prudente hayan sido en la etapa expansiva del ciclo", acota el economista.
A la hora de definir qué países se encontrarán en el extremo positivo, Marengo destaca a Chile, que tiene fondos anticíclicos y que ahorra para recurrir a esos fondos en la etapa recesiva; mientras que en el extremo negativo señala a Ecuador y Venezuela. "La Argentina se ubicaría en un término medio, luego del ajuste que tuvo el año pasado cuando se le interrumpió el financiamiento externo", concluye.
Vuelta al mundo en cuatro imágenes
No son días tranquilos en un mundo que está minado de conflictos, entre los que se destaca la guerra comercial entre China y EE.UU.
Guerra comercial
- El conflicto entre los Estados Unidos, gobernado por Donald Trump, y China, comandada por Xi Jinping, tuvo una nueva escalada esta semana, cuando el primero aumentó el número de importaciones chinas alcanzadas por aranceles, y el segundo devaluó fuertemente el yuan
Baja de tasas
- Tal como se estimaba desde hacía semanas, finalmente la Reserva Federal de los Estados Unidos, presidida por Jerome Powell, bajó la tasa de interés de referencia 0,25 puntos, algo que no hacía desde hacía 11 años; esto podría ser un punto favorable para la Argentina
Menores compras
- Uno de los efectos negativos que tiene la incertidumbre global provocada por los conflictos geopolíticos, es la caída del comercio internacional, algo que impacta muy fuertemente a la Argentina en momentos en que intenta basar su crecimiento en la apertura de su economía
Desaceleración
- Otra de las consecuencias de las turbulencias internacionales será la caída de la actividad en la mayoría de los países; esto redundará en una desaceleración general, algo que se ve en las estimaciones para Brasil, que creció 1,1% en 2018, caerá 1,5% este año y crecerá 2% en 2020
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