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En una conversación con LA NACION, la secretaria de Minería, Fernanda Ávila, anticipó números sorprendentes sobre el futuro del litio, pero reconoció algunos problemas importantes; la claves de un sector que podría jugar un papel importante en la recuperación del país
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Fernanda Ávila asumió como secretaria de Minería en diciembre de 2021, cuando todavía la cartera dependía del Ministerio de Desarrollo Productivo, a cargo de Matías Kulfas. Abogada, Ávila hizo su carrera política en el gobierno de Catamarca, donde nació, y llegó a conducir el Ministerio de Minería provincial, antes de ser designada a nivel nacional.
En una entrevista con LA NACION, la funcionaria destacó que, pese a las restricciones macroeconómicas, hay 19 proyectos mineros en operación y otros seis en construcción. El año pasado, las exportaciones del sector generaron ingresos por US$3857 millones. Se espera que este año vuelvan a subir y superen los US$4300 millones.
De ese total, las exportaciones de litio fueron US$700 millones, con un crecimiento de 234% en 2022. Además, hay otros seis proyectos de litio en construcción, lo que explica el rol protagónico que podría ejercer la Argentina en la transición energética.
–¿Cuántos proyectos mineros hay en operación?
–La Argentina tiene 19 proyectos en producción. Hay 12 proyectos de oro, cuatro de plata, dos de litio y uno de carbón. Las provincias donde más se produce son Santa Cruz y San Juan. Las dos plantas de litio en funcionamiento están ubicadas en el Salar de Olaroz, de la empresa Sales de Jujuy, en Jujuy, y en el Salar del Hombre Muerto, de la empresa Livent, en Catamarca. Uno está operativo desde 2015 y el otro, desde la década del 90. Además, tenemos seis proyectos en construcción, la mayoría son de litio, y están distribuidos en las provincias de Salta, Catamarca y Jujuy. Este es el motivo por el cual todo el mundo está hablando del litio en la Argentina, que es un elemento central para la transición energética, para la construcción de vehículos eléctricos y para el desarrollo de las energías renovables. Todo el mundo está en búsqueda de este mineral, que es un elemento central para cumplir con las metas de descarbonización de los países. Eso hace que la Argentina hoy esté en el foco del interés.
–¿En qué estado están los proyectos de litio que se están construyendo? ¿Cuál es la producción?
–Además de los dos proyectos en producción y los seis en construcción, hay más de 30 proyectos que están distribuidos en todo el país en etapas de exploración, para luego pedir los permisos de construcción y producción. La Argentina hoy ocupa un rol importante en la producción mundial de litio; somos el cuarto productor, después de Australia, Chile y China. Además, somos el segundo en materia de recursos de litio, después de Bolivia, y el tercero en reservas (los recursos con viabilidad económica de explotación), después de Chile y Australia. Tenemos muchísimo potencial para seguir creciendo en la escala de producción. La Argentina tiene una capacidad de producción instalada de 37.500 toneladas de carbonato de litio equivalente y una producción anual promedio de 33.000 toneladas. Con los proyectos que tenemos en construcción, en los próximos cinco años vamos a producir 200.000 toneladas. Esto quiere decir que vamos a sextuplicar nuestra capacidad productiva.
–¿Cuánto representan las exportaciones de litio? ¿Y cuánto podrían representar en cinco años?
–Con dos proyectos en etapa productiva, hoy el litio representa el 18% de las exportaciones totales. En 2022 fueron US$700 millones, del total de US$3857 millones, pero tuvieron un crecimiento de 234% interanual. El litio es un elemento muy importante para la transición energética, pero no es un mineral que tenga un precio tan alto o que genere tanta ganancia como el oro o el cobre. Los valores del litio también son muy volátiles, hoy estamos en precios muy altos, pero si seguimos las proyecciones internacionales, en 2025, si incorporamos los seis proyectos que están en construcción, podemos estar exportando US$5000 millones.
–¿A qué precio sería eso?
–El precio del litio, al no ser una commodity, no tiene un valor establecido. El precio que figura de US$60.000 la tonelada es un valor spot, el precio de cuando te queda un remanente por fuera de los valores contractualizados. El precio promedio que tomamos para los US$5000 millones es de US$22.500 la tonelada.
–Los inversores mineros suelen tener dos preocupaciones en la Argentina: el no tener la seguridad de que se mantengan las mismas alícuotas de retenciones y el cepo cambiario. ¿Qué les responden cuando les plantean esas dudas?
–Es una conversación que venimos manteniendo con todas las empresas mineras y la tenemos con los inversores cuando viajamos al exterior. La minería tiene una particularidad. Es una inversión de mucho riesgo, no solo asociado a las condiciones económicas del país, sino que solo uno de cada 100 proyectos llega a ser viable explotarlo económicamente. Ahí está el riesgo asociado a invertir a largo plazo y se necesitan condiciones estables de la macro del país para tomar la decisión. Los proyectos duran entre 20 y 30 años, se necesitan tener ciertas garantías. En el país está la ley de inversiones mineras, que genera un marco propicio para las inversiones, pero por supuesto está atado al control de cambios. Son cuestiones que tratamos de remarcar que son coyunturales. A medida que actividades como la minería y la energía comiencen a desarrollarse, van a empezar a levantarse las restricciones. Creemos que hay herramientas hoy en el país para que se tomen decisiones de inversión y lo estamos viendo, por eso hay US$11.318 millones de anuncios de inversión. De este total, US$4853 millones corresponden a operaciones de cobre, US$5141 millones de litio, US$1293 millones de oro y US$30 millones de plata.
–De esos anuncios de inversión, ¿cuántos se concretaron?
–Es un cálculo muy difícil de hacer, pero hay seis proyectos en construcción y dos que se están expandiendo. Las inversiones se están realizando. En el corto plazo se espera que seis proyectos de litio, que a la fecha se encuentran en construcción, entren en producción en las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca. Se trata de Cauchari Olaroz y Mariana, ambos de la firma china, Ganfeng Lithium; Centenario-Ratones, de la empresa francesa Eramet; Sal de Oro, de la surcoreana Posco; Sal de Vida, de la australiana Allkem Lda, y Tres Quebradas, de la empresa china Zijin Mining Group.
–¿Creen que los proyectos podrían avanzar más rápido si no hubiese control de cambio o restricciones para importar insumos o maquinaria?
–Obviamente, somos conscientes que ciertas restricciones que existen hoy en el país hacen que las inversiones puedan ir un poco más lento. La buena noticia es que a pesar de todas las restricciones, el año pasado aumentamos las exportaciones, no solo por mayores precios, sino también por cantidad. Y este año proyectamos que sean mejores, en alrededor de US$4300 millones. Por supuesto que sabemos que las condiciones actuales de inversión no son los mejores, pero creemos que el diálogo que existe con las empresas ayuda a que puedan seguir adelante con su plan de inversión. Claro que lo ideal sería levantar ciertas restricciones, pero no es fácil ahora con el impacto de la sequía. La sequía justamente marca la importancia que tiene para el país diversificar su matriz económica y no ser dependiente de un solo sector.
–Tenemos muchas reservas de litio. ¿Es posible generar también valor agregado y que se construyan en la Argentina baterías de litio?
–Es una discusión que hay que dar. Es muy buena la mesa de litio, que conforman los gobernadores de Salta, Catamarca y Jujuy, con participación del Estado nacional. Ahí se está discutiendo cómo seguimos agregando valor en territorio al litio. La Argentina exporta carbonato de litio, que va directamente a la batería que usan los vehículos. Para llegar a la producción de carbonato de litio se requiere un proceso químico muy complejo, que demanda mano de obra calificada. Hoy la Argentina tiene plantas de carbonato de litio en la puna. Para seguir agregando más valor en territorio es necesario diseñar una estrategia conjunta como país, porque eso traer asociado muchos desafíos.
–Hay muchas personas que están en contra de la minería. ¿Cómo tratan ese tema?
–A nivel nacional, hace mucho no se veía a todos los sectores de gobierno hablando de la minería como una industria central para resolver parte de los problemas estructurales que tenemos. Comenzar a hablar de minería es un paso importante para poder quitar ciertos temores a la sociedad. Otra parte relevante es la transparencia, por eso apostamos muy fuerte a medidas como el Siacam, el sistema de información abierta a la comunidad sobre la actividad minera, o la Memac, que es la mesa sobre minería abierta. Son espacios no solo de diálogo, sino de transparencia para presentar toda la información y que la sociedad sea parte del diálogo y del monitoreo para hacer todas las preguntas que sean necesarias. La minería se da en todas partes del mundo, Canadá, Estados Unidos, Australia. Y la minería es central para tener el tipo de vida que llevamos, para poder hacer la transición energética. No hay forma de vivir sin la minería y tenemos que ver cómo llevarla adelante, de manera sustentable y en conjunto con la sociedad.
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