Ungaro se propone empezar desde cero sin un diseñador jefe
PARIS—Los compradores que busquen prendas de Emanuel Ungaro en cualquier tienda por departamentos grande de Estados Unidos no tendrán suerte. Las tiendas han dejado de vender la línea francesa de lujo. Y aquí, en el único almacén de Ungaro, debajo de la oficina de la marca en la Avenue Montaigne, varios de los estantes están vacíos.
Ahora, Emanuel Ungaro intenta recuperarse de una de las mayores debacles de la industria de la moda. Hace dos años, una colecciónrecordada por sus diminutos cubre-pezones de lentejuelas con forma de corazón convirtieron a Ungaro en el hazmerreír de la Semana de la Moda de París. Los diseños juveniles estaban a años luz de los vestidos sensuales creados por el fundador en décadas anteriores. La colección había sido diseñada en parte por la niña rebelde de Hollywood Lindsay Lohan.
A eso hay que sumarles los otros cinco diseñadores que abandonaron la firma desde que el fundador Emanuel Ungaro se retiró del diseño de prendas listas para vestir hace 10 años. La agitación ha empañado la imagen de la marca.
Ahora, Ungaro empieza de cero, y lo hace deliberadamente sin un diseñador jefe. La colección primavera 2012 presentada en París fue un trabajo en equipo.
"No creo en sensaciones repentinas", afirma Jeffry Aronsson, un estadounidense que se convirtió en presidente ejecutivo de Emanuel Ungaro SA en junio luego de encabezar marcas como Oscar de la Renta, Marc Jacobs International y Donna Karan. "Mi meta es revitalizar la empresa de forma sostenible".
Aronsson cree que la marca debería destacarse en blusas y prendas informales como túnicas, capitalizando sus raíces en sedas y estampados. La más flamante colección tiene una inspiración geológica. Un tablero donde los diseñadores adosaron imágenes que los inspiran muestra fotos de rocas erosionadas. Un estampado usado en un vestido largo de lentejuelas fue creado de imágenes de volcanes, indica Jeanne Labib-Lamour, una diseñadora que trabaja para Ungaro y antes lo hizo para Balenciaga y Giambattista Valli.
Muchas marcas buscan un nuevo diseñador cuando quieren un cambio importante. Gianfranco Ferré ha tenido una puerta giratoria de diseñadores desde que su fundador murió en 2007. La marca italiana se apresuró a contratar a dos talentos freelance para su reciente desfile de Milán. Pero pocas marcas florecen sin un cerebro público. Christian Dior por ahora se las ingenia con colecciones creadas por un estudio mientras busca un diseñador que reemplace a John Galliano. Su desfile de julio —que mezcla varias décadas, con algunos diseños coronados por sombreros de payaso— mostró lo que puede salir mal sin una visión consolidada.
Aronsson cree que el talento interno puede explotar la herencia de Ungaro —colores brillantes, estampados en seda y vestidos drapeados sexys— mejor que un diseñador externo de alto perfil.
El ejecutivo afirma que cuando ingresó a la empresa en junio, encontró un equipo desalentado de 35 empleados. Pero vio jóvenes talentos, así como veteranos que habían trabajado con el fundador. Al conocerlos y apreciar su conocimiento de los archivos se convenció de confiar en ellos como diseñadores. "No busco un nombre de peso de afuera porque no quiero que el desarrollo de la marca dependa de un gran ego", dice.
Ungaro ha quedado traumatizada por más de una década de sobresaltos. El año pasado, perdió US$8,5 millones, según documentos. Al llegar a la empresa, Aronssonestableció lineamientos sobre lo que define a Ungaro, usando palabras como seductora, sofisticada e intelectualmente atractiva. "Emanuel Ungaro se inspiró en el concepto de la amante, pero para mí simplemente significa una mujer que lo tiene todo", dice Aronsson.
The Wall Street Journal