Una tormenta perfecta para el comercio exterior
Como al resto de la sociedad, en el sector de comercio exterior la pandemia fue un golpe que abrió las puertas a un escenario de mucha incertidumbre, problemáticas inéditas, situaciones traumáticas pero también mucha colaboración, e incluso se desencadenaron mejoras estructurales en algunos procesos, según los operadores.
Se abrieron las puertas a un escenario de mucha incertidumbre, problemáticas inéditas, situaciones traumáticas pero también mucha colaboración
El primer Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU 297/20) tenía contempladas las actividades de comercio exterior como "impostergables" (Art. 6° Inc. 16) entre las exceptuadas del aislamiento social, preventivo y obligatorio y de la prohibición de circular.
Pero, ¿qué es "impostergable"?, se preguntaba el despachante de aduana Rodrigo Muñoz Galaz, presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Producción de la República Argentina (CACIPRA). "¿Una orden de compra en curso? ¿Una exportación en curso? ¿Una importación en curso? ¿Un buque, un avión, un camión llegando? ¿Un buque, un avión, un camión saliendo? ¿Qué es impostergable? Si está en curso, viajando, si hay una línea de producción parada, ¿es impostergable? Sí, todo eso es impostergable, y quienes operamos en comercio exterior somos "personas afectadas a las actividades y servicios declarados esenciales", afirma.
El 23 de marzo la Dirección General de Aduanas emitió una Instrucción General (IG) 2/20 que en lugar de precisar el concepto de impostergabilidad, insistía sobre la ambigüedad de la norma previa en su punto IV, Pautas de Procedimientos, estableciendo: "El Servicio Aduanero atenderá prioritariamente aquellas operaciones y/o destinaciones de importación o exportación que se encuentren relacionadas con las actividades y servicios declarados como esenciales por el DNU 297/20 y sus normas modificatorias y complementarias".
"Este primer párrafo dice "prioritariamente" y luego "esenciales", aludiendo al DNU 297/20, que declara como esencial, entre otras actividades, a las "impostergables del Comercio Exterior", con lo cual se puede interpretar que la Aduana atenderá prioritariamente todas las operaciones y/o destinaciones relacionadas con las actividades de importación o exportación", interpreta Muñoz Galaz.
"Pero no es así", continúa, ya que en el párrafo siguiente, la IG dispone: "Sin perjuicio de ello, los Subdirectores Generales, en el marco de sus respectivas competencias, autorizarán la atención de otras operaciones y/o destinaciones, tanto de importación como de exportación, que por la naturaleza de las mercaderías o por las particularidades de la operación comercial de base, aconsejen su atención por considerarlo crítico o esencial".
"Este segundo párrafo", explica el presidente de Cacipra, "hizo que las jefaturas aduaneras interpretaran en un sentido muy amplio el DNU 297/2020 y así fue como el comercio exterior argentino estuvo detenido, cuando menos, hasta el 13 de abril".
Para la Aduana, el sentido de la palabra esenciales" cambió de objeto, pasando de las actividades a las mercaderías"
Y eso, a pesar de que el 2 de abril la Decisión Administrativa 450/20 al ampliar las actividades habilitadas para funcionar, volvió a mencionar al comercio exterior, al incluir en su Art. 1° Inc. 4, "Actividades vinculadas con el comercio exterior: exportaciones de productos ya elaborados e importaciones esenciales para el funcionamiento de la economía".
"Como puede verse", destaca Muñoz Galaz, "para la Aduana, el sentido de la palabra "esenciales" cambió de objeto, pasando de las actividades a las mercaderías".
"Si las empresas no tenían una operación en curso", concluye, "no podían abrir sus puertas de ninguna manera y mucho menos sin cumplir con los protocolos para operar en el marco sanitario dado por la pandemia", agrega.
Miguel Zonnaras, presidente de la Federación de Cámaras de Comercio Exterior de la República Argentina (Fecacera), coincide en que "muchos sectores industriales quedaron imposibilitados de producir por estar comprendidos en la cuarentena; esta situación afectó a industrias exportadoras, que fueron gradualmente recuperando la posibilidad de recomenzar su producción y realizar envíos al exterior para poder cumplir con los compromisos contractuales que tenían pactados con anterioridad al comienzo de la pandemia".
Desde la Cámara de Exportadores (CERA), su presidente Enrique Mantilla lo resume de esta manera: "El sector exportador argentino tiene problemas, por ejemplo, en logística, certificaciones, cuellos de botella en organismos públicos, demoras en las cobranzas, demoras en los certificados de admisión temporaria y el caso de sectores paralizados que requieren ampliación de plazos por fuerza mayor".
"Es una tormenta perfecta", dice Rubén García, presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), quien reconoce actitudes muy positivas de la Administración General de Puertos, que prorrogó los vencimientos de los forzosos, y de la Dirección General de Aduanas, "poniéndole el pecho a las balas, trabajando codo a codo con los usuarios". Esto último también lo destaca Zonnaras: "reconocemos el enorme esfuerzo que la Aduana está realizando a través de todos sus agentes en el territorio nacional para sostener adecuadamente el control de la operatoria, hecho que valoramos porque sabemos que existen muchas complejidades, debido al contexto, aun cuando los recursos operativos eran limitados".
Luciana Larsen, directora ejecutiva de la Cámara de Prestadores de Servicios Internacionales Aeroexpresos (CAPSIA), destaca que la Aduana ha sabido interpretar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud: "se han implementado a través del régimen de Courier medidas que flexibilizan y posibilitan la importación de insumos críticos tales como barbijos, guantes de látex, termómetros, reactivos de detección, etcétera".
En la Aduana y en diferentes organismos se encuentran demoras importantes porque un porcentaje importante de la dotación tiene licencia por pertenecer a grupos de riesgo, por edad u otros factores de salud.
"El mayor obstáculo que estamos teniendo es en cuanto a tiempos y costos que se producen en algunas agencias marítimas, terminales portuarias y otros organismos donde debido a la restricción horaria del trabajo y reducción del personal, se pierde demasiado tiempo", opina por su parte Enrique Loizzo, presidente del Centro de Despachantes de Aduana (CDA).
Zonnaras, de Fecacera, observa que "el abastecimiento internacional de insumos productivos se vio sumamente resentido y hasta hoy continúan algunos de esos problemas".
García, de la CIRA, agrega que los depósitos fiscales y las terminales portuarias también están colaborando con la extensión de los plazos, pero en contrapartida, la Terminal de Cargas Aéreas de Ezeiza, una sociedad mixta con el Estado, y las navieras no han tenido ninguna contemplación: "exigen la devolución de los contenedores vacíos, y son números groseros lo que cobran por el alquiler, pero no los devolvemos porque no podemos sacar la mercadería, porque desde hace tres o cuatro semanas que las Licencias No Automáticas no salen, con la mercadería demorada en el puerto, y la Dirección de Gestión Comercial Externa no da ninguna respuesta".
Los efectos de la pandemia son desiguales de acuerdo a la operatoria de la que se trate, como explica Jorge Heinermann, director de la revista Cargo Report de la Asociación Argentina de Agentes de Carga Internacional: "la operación nunca se ha interrumpido para los Agentes de Carga Internacional, se mantiene globalmente con diferente intensidad dependiendo de cada región".
"Los diferentes medios de transporte son un serio condicionante; el más estable es el transporte terrestre; ya que por sus características es el que mantuvo su operación con mayor regularidad, siguiéndole el transporte marítimo, que se ha limitado en función de las propias restricciones en el servicio y la disponibilidad de equipos, por falta de circulación, y por último el transporte aéreo que apenas llega al 20%, ya que la mayoría de las cargas se transportaba en aviones de pasajeros y el tráfico que se mantiene es el de los aviones cargueros", describe Heinermann.
Luciana Larsen, de Capsia, confirma que la logística aérea "se vio severamente impactada producto de la cancelación de todos los vuelos comerciales de pasajeros, quedando como únicos medios de transporte de paquetes los aviones cargueros, propios o contratados".
Pese a todo, las actividades logran seguir su curso de alguna manera, según el presidente del Centro de Despachantes de Aduana, Enrique Loizzo: "el comercio exterior está tratando de operar dentro de los parámetros de la "normalidad". Actualmente, todas las mercaderías son liberadas para ser desaduanadas, tanto en importación como en exportación, siempre priorizando en los trámites a las mercaderías esenciales sanitarias o alimenticias". Los servicios de courier también están casi en su totalidad enfocados en mover productos esenciales y de vital importancia para paliar la emergencia sanitaria y económica.
"Nuestras operaciones se encuentran prestando servicio de manera regular", aclara Larsen, "conscientes de los riesgos que implica la pandemia, por ello hemos seguido todos los protocolos del Gobierno así como todas las recomendaciones de la OMS, tanto en las instalaciones como con nuestros "héroes" en la calle, facilitando que la gente pueda quedarse en su casa".
Pese a los esfuerzos de los servicios y organismos que participan en la operatoria del comercio exterior, la actividad inevitablemente se ve afectada por el impacto que la pandemia causa en la economía global, lo que se suma a la crisis particular que ya venía arrastrando la coyuntura argentina."Hace 24 meses que la importación viene en picada", grafica Rubén García," con las fábricas paradas, hay un movimiento infernalmente menor.
En los servicios de courier el volumen de importación cayó un 40% respecto a los primeros 4 meses del año pasado, desplomándose un 75% sólo durante el mes de abril. "El comercio mundial cayó a 95,5 en febrero y a 87,6 en marzo", indica Enrique Mantilla, de la CERA; y para sumar gravedad, las perspectivas para el futuro no son muy alentadoras: "la OMC pronostica para el 2020 una caída de entre el 13% al 32%, lo que muestra el grado de incertidumbre que enfrentamos". •