Una política contra la inflación, en una particular era del mercado de trabajo
Con el regreso de la inflación después de cuatro décadas, Estados Unidos recurrió a la suba de tasas; a fines de 2022 se moderó el aumento, aunque continúa, con el riesgo de provocar una recesión; ¿podrían los incrementos salariales, en ese país, provocar un nuevo repunte del crecimiento de los precios?
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Después de vivir con estabilidad de precios durante cuatro décadas, en 2021 en Estados Unidos reapareció la inflación. El Fed (masculino, porque es un sistema) utilizó la única herramienta antiinflacionaria de la cual dispone: la tasa de interés que maneja. La tasa de inflación interanual llegó a un máximo de 9,1% en junio de 2022 y comenzó a caer desde entonces. A fines de 2022 el Fed morigeró el aumento de la tasa, reduciéndolo de 0,75 puntos porcentuales a 0,50; pero continúa subiéndola, arriesgando provocar una recesión, porque teme que los incrementos salariales provoquen un nuevo aumento de la tasa de inflación. Mucho me temo que estén adoptando decisiones sobre la base de un diagnóstico equivocado.
Al respecto conversé con el estadounidense Richard Samuel Eckaus (1926-2022), profesor en la Universidad Brandeis y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Su mentor, Paul Narcyz Rosenstein-Rodan, lo llevó a vivir y trabajar en Italia en 1954, y en la India en 1961. Se especializó en la microeconomía de los países en vías de desarrollo, enfatizando la importancia de las imperfecciones de los mercados y la limitada sustituibilidad de los recursos utilizados en la producción. Escribió más de un centenar de monografías, pero, como ocurriera con Ruggero Leoncavallo, autor de la música de I plagiacci, se inmortalizó por una de ellas, publicada en 1965.
–¿Cuál es la tesis de su trabajo titulado El problema de la proporción factorial en el desarrollo económico?
–Que, a veces, cuando en función del limitado número de alternativas tecnológicas disponibles, ninguna relación capital-trabajo utilizable en la producción permite usar de manera plena todos los factores productivos, se generan desequilibrios estructurales, sobrepoblación, desocupación tecnológica y subempleo.
–El planteo resulta nítido en términos de la mal denominada caja de Francis Ysidro Edgeworth. Digo mal denominada, porque Carlos Rodríguez Braun señala que la caja se le atribuye a Edgeworth, pero nunca la planteó como tal.
–De cualquier manera, la forma de dicha caja refleja las dotaciones factoriales de un país. Si la función de producción admite una amplia sustitución factorial para la producción de los bienes, cualquier relación entre las dotaciones factoriales es compatible con el pleno empleo de todos los recursos; pero cuando esto no se verifica, solo por casualidad coinciden con las dotaciones factoriales. Cuando esto no ocurre, habrá pleno empleo del factor limitante, y desocupación –de origen no keynesiana– del resto de los factores.
–Dé un ejemplo.
–Imaginemos una fábrica de guantes que tiene dos máquinas. La que fabrica guantes izquierdos elabora 10 unidades por día, la que fabrica guantes derechos, el doble. Obviamente que la fábrica, a lo sumo, puede producir 10 pares de guantes por día, y que una de las máquinas solo se puede utilizar al 50% de su capacidad productiva.
–Lo consulto porque trascendió que, a pesar de que desde mediados del año pasado la tasa de inflación interanual está disminuyendo, el Fed continuaría aumentando la tasa de interés que maneja, arriesgando la generación de una recesión, por temor al recrudecimiento de las subas salariales.
–Me extraña, De Pablo, que me pregunte sobre esto, porque las cuestiones monetarias e inflacionarias nunca fueron mi fuerte.
–Pero me interesa su opinión, porque también en el plano antiinflacionario se puede estar planteando lo que usted observó en los procesos de desarrollo: que la evolución de una economía en su totalidad puede estar determinada por algún factor específico.
–Entiendo. En la Argentina, durante la década de 1960 se planteó un gran debate entre quienes pretendían enfriar la economía para solucionar la crisis de balanza de pagos, y quienes puntualizaban la necesidad de actuar de manera específica, promoviendo las exportaciones industriales y restringiendo las importaciones. Debate que, en condiciones internacionales y nacionales diferentes, ha vuelto a plantearse en los últimos años.
–Pero volvamos a Estados Unidos. Durante los tres primeros trimestres de 2022 el PBI real se estancó y la tasa de desocupación fue muy baja, digamos, de 3,5% de la fuerza laboral. A la luz de la historia de ese país, esta combinación fue sorprendente.
–Así es, pero la sorpresa termina cuando se le presta atención a lo que está ocurriendo con la fuerza laboral. Por los testimonios que se escuchan, existe reticencia a volver a trabajar. Fenómeno que se explica por la existencia de ahorros, de planes sociales, y la altísima probabilidad de conseguir trabajo en el momento en que se desee. Esto tiene como consecuencia un aumento de los salarios, que, naturalmente, no es igual para todos los trabajadores, pero seguramente que en muchos casos compensa, y puede que hasta supere, la tasa de inflación.
–Pero si esto es así, se entiende el actual accionar del Fed. Seguir aumentando la tasa de interés implica pensar que un poco de recesión resulta “más barato” que un rebrote inflacionario de origen salarial.
–Me hizo recordar que el primer modelo del denominado ciclo económico de raíz política fue planteado en 1943 por Michal Kalecki, quien desde una perspectiva marxista argumentó que los empresarios, vía el gobierno de turno, inducen una recesión, para pagar menores salarios. Pero en términos modernos, me parece que está pasando algo diferente.
–Lo escucho.
–Estamos acostumbrados a pensar la escasez laboral como consecuencia de restricciones impuestas por la legislación, el accionar de los sindicatos, etcétera. Pero tenemos que analizar la siguiente hipótesis: el Covid-19, y particularmente la cuarentena, acentuaron modificaciones que se venían planteando en el mercado laboral, referidas al trabajo presencial y remoto, a aceptar un puesto de trabajo y abandonarlo rápidamente, etcétera.
–¿Por qué es importante esta diferencia?
–Porque si la raíz de la escasez de mano de obra reside en una restricción institucional o gremial, la cuestión pasa por su eliminación o negociación, respectivamente. Pero, aunque la nomenclatura no me gusta, si estamos delante de un cambio “cultural” de los hábitos laborales, la cuestión es de naturaleza diferente. Y esto tiene implicancias de política económica.
–¿A qué se refiere?
–Ningún gobierno le puede poner un revólver en la cabeza a los seres humanos para forzarlos a trabajar; y “enfriar” la economía, vía mayores aumentos de la tasa de interés, parece ser una alternativa demasiado cara para morigerar los aumentos salariales. ¿No será que el aumento salarial, producto del cambio en la nueva relación laboral, tiene que ser aceptada como un cambio en la distribución funcional del ingreso, sin traslado a precios?
–Me dejó pensando. Estimado Richard, muchas gracias.
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