Una olla de presión que puede explotar
A pocas horas del incendio que afectó la refinería de La Plata, el Gobierno decidió un congelamiento de precios de combustibles por seis meses, que, a priori, parece inoportuno. En efecto, mientras se acaba de reducir la oferta interna por unos 10.000 m3/día de nafta y gasoil por el daño parcial sufrido en la destilería, pareciera que esta compañía padecerá en carne propia los efectos de una medida cortoplacista, que agrega nuevas presiones a la economía argentina y amenaza el logro de los objetivos trazados por la conducción de la firma pocos meses atrás.
No hace falta ser analista del sector para concluir que, con precios internos congelados, en un contexto inflacionario y con un parque automotor en expansión, la demanda de nafta no disminuirá, sino más bien todo lo contrario. En cuanto al gasoil, puede que la menor actividad económica que se viene manifestando ( sottovoce ) reduzca su demanda en la industria y transporte, pero eso se verá compensado con el requerimiento de fueloil y gasoil adicional para generación eléctrica por la incorporación de máquinas térmicas del último año. Los 10.000 m3/día faltantes de YPF necesariamente se cubrirán con importación adicional.
Con precios internos inferiores a la alternativa de importación en el orden de los 100 US$/m3, quien más importa más pierde. De este modo, con el instrumento de política elegido, lo más probable es que sea el plan estratégico de YPF el que quede congelado en el olvido.
Los efectos sobre el balance comercial y fiscal también son negativos y agregan presión a un débil equilibrio macroeconómico. En el primer caso por el mayor requerimiento de divisas, pues el déficit energético crecerá respecto de 2012. Los subsidios públicos están estrechamente relacionados con el déficit externo, porque la mitad de la factura eléctrica global la financia el Estado con sus importaciones de gas, fueloil y gasoil.
Del lado de las petroleras, hay que reconocer que existe actualmente un margen atractivo en el negocio de los refinadores, a pesar de que el precio de nafta y gasoil sea inferior a la referencia internacional. Sin embargo, el negocio se reduce drásticamente cuando los refinadores se vuelven comercializadores de producto importado, que en el caso del gasoil entra desgravado de impuestos. En la cuenta fiscal, este "retraso relativo" de los precios domésticos agranda el agujero de las cuentas públicas, toda vez que se reemplaza gasoil gravado nacional por el desgravado importado.
Pocas dudas quedan respecto de que se trata de otro congelamiento con miras a las elecciones de octubre, cuando toda la comunidad reclama políticas públicas de largo plazo. En lo inmediato, los funcionarios han perdido de vista los impactos sobre la cadena de comercialización, integrada mayormente de pymes, y los crecientes desajustes en los precios relativos de la economía, lo que genera una suerte de olla de presión que puede explotar por completo, como lo hizo la planta de coque de la refinería.
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