Una ola de ruptura de contratos sacude el mercado del algodón
El mercado del algodón, uno de los commodities más antiguos del mundo, ha sido sacudido por una ola de ruptura de los contratos firmados entre agricultores y fábricas textiles.
En los últimos dos años, los precios del algodón casi se triplicaron antes de caer en casi dos tercios, lo que provocó la ruptura de los acuerdos. Tanto los productores de la materia prima como las plantas en el extranjero que la procesan en telares han dado marcha atrás en los pactos previamente firmados luego de que los precios se volvieran en su contra.
Alrededor de 20% de los cientos de miles de contratos firmados desde 2010 —por un valor cercano a los US$12.000 millones— han sido incumplidos o reescritos, calcula Terry Townsend, director ejecutivo del Comité Consultivo Internacional del Algodón, una asociación de gobiernos con intereses en el sector algodonero.
"Destruye la confianza de la gente en estos mercados", dice Neal Gillen, ex vicepresidente ejecutivo de la Asociación Esta-dounidense de Exportadores de Algodón. La industria ha sido sacudida, añade, por "la gran cantidad de pérdidas y la audacia de los compradores, que sienten que pueden abandonar los acuerdos sin más".
La ola de contratos rotos es otra fuente de preocupación para los inversionistas en materias primas, que recientemente han sido testigos de los colapsos de MF Global Holdings Ltd. y Peregrine Financial Group. En el caso de Peregrine, los reguladores han dicho que se han perdido unos US$215 millones en dinero de clientes y el fundador está acusado de falsi-ficar los estados financieros. Los operadores dicen que la frecuencia con que los pactos no son reconocidos ha sido mucho mayor en el mercado del algodón que en el de cualquier otro commodity.
"El número de cesación de pagos en este momento es preocupante", dice Kai Hughes, director ejecutivo de la Asociación Internacional del Algodón, con sede en Liverpool. "Si uno puede mantener la santidad de los contratos, tiene entonces un ambiente comercial volátil e inseguro, que sólo puede llevar los precios al alza".
Desde agosto de 2010 a julio de 2011, el algodón fue la materia prima más volátil de las 64 que cotizan en bolsa en todo el mundo. Los operadores dicen que la ruptura de los acuerdos ha exacerbado la inestabilidad del precio. La volatilidad se ha reducido este año, a pesar de que los productores estadounidenses de algodón luchan contra un segundo año de sequía. Sin embargo, los conflictos siguen inundando los paneles de arbitraje y tribunales conforme las negociaciones entre las partes en conflicto no se ponen de acuerdo.
Los contratos de algodón suelen estipular que los conflictos se resuelvan fuera de los tribunales y mejor ante paneles de arbitraje. Esos casos han aumentado de manera considerable, a pesar de que representan sólo una fracción de los acuerdos rotos, debido a que consumen mucho tiempo y son costosos de llevar a cabo. En 2011, la Asociación Internacional del Algodón alcanzó un récord de 242 casos de arbitraje, frente a los 73 registrados en 2010. En lo que va del año, se han presentado 175 solicitudes de arbitraje y la organización ha aprobado US$317 millones en compensación, frente a los US$76,7 millones que ordenó en todo 2011.
En general, el algodón cambia de manos por lo menos siete veces desde la semilla hasta ser convertido en una camisa, a tra-vés de acuerdos por todo el mundo. Los comerciantes de algodón llegan a acuerdos con agricultores para comprar sus cultivos antes de ser sembrados, y con telares y productores textiles a los que les venden la materia prima. Para mitigar sus riesgos como intermediarios —especialmente que los precios cambien significativamente— los comerciantes recurren a los mercados de futuros, donde toman posiciones que compensan las transacciones del commodity físico.
La ruptura de contratos puede causar estragos en esas complejas redes de acuerdos, lo que deja a los comerciantes con gran-des pérdidas.
Loeb & Co., una firma comerciante de algodón de Montgomery, en Alabama, y su agente están librando una batalla en un tribunal estatal de Carolina del Norte contra un agricultor que, según él, rompió un contrato por 800 pacas cuando los precios subieron y pudo vender su cosecha por más. Loeb dice que sufrió pérdidas por US$300.000.
Al mismo tiempo, Loeb lucha fuera del país para recibir una indemnización de US$263.556, más intereses, de un fábrica textil en Turquía el cual presuntamente abandonó una orden de compra cuando los precios cayeron. Loeb asegura que perdió dinero, ya que más tarde tuvo que vender por menos el algodón no comprado.
"Nosotros cumplimos nuestros contratos", dice Jamie Loeb, el propietario de la firma. "Eso es lo que los productores deberían estar haciendo. Eso es lo que las fábricas textiles deberían estar haciendo", se queja.
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