Una ocasión para reencontrar los valores federales
Asistimos estos días a una controversia en torno al vino que se servirá en el bicentenario de la independencia de la República Argentina. Como sucede en los tiempos que corren, los temas son tratados en forma ligera y superficial, sin detenerse a analizar la cuestión de fondo. Al que grita más fuerte o repite más veces su consigna, se le otorga la razón.
El gobierno nacional, en la organización de los festejos por los 200 años de la independencia, decidió servir a los invitados un malbec mendocino: Saint Felicien edición especial "Casa de Tucumán". Este vino proviene de una región que representa, según un criterio que podríamos determinar general, el varietal más prestigiado de la vitivinicultura argentina.
Esta elección generó enojo por parte de los integrantes de la Cámara de Bodegas y Viñedos de Tucumán, que entendieron que el vino que se debía servir en los festejos debía ser de esa provincia. En este punto es donde comienzan los errores conceptuales.
Los argumentos que esgrimieron los empresarios tucumanos para fundamentar su pedido fueron básicamente dos: el primero, que habían elaborado un vino especial para la ocasión, mientras que el segundo argumento es que, dado que el lugar de festejo era Tucumán, el vino debía provenir de esa provincia.
Un festejo nacional
La primera equivocación es de carácter económico: el hecho de elaborar un producto no significa que exista un grupo de consumidores que quiera comprarlo; el interés por ese producto no puede ser forzado.
Si hay que forzar a los consumidores a consumirlo, entonces hay un problema con el producto.
El segundo error es de carácter cívico. El festejo patrio es independiente del lugar donde se realiza y tiene como objeto conmemorar una fecha que nos constituyó como nación en lo que sería luego una república federal. No es una celebración tucumana ni mendocina, sino que pertenece a todos los habitantes de la Argentina.
Supongamos, por un instante, que la independencia, en lugar de haberse dado en Tucumán, hubiera ocurrido en Formosa... ¿tendría que haberse festejado con algún vino formoseño? Y si hubiera sido declarada en Mendoza la independencia, a la hora del mate, ¿habría que haber puesto yerba mendocina? Supongo que todos habrían pedido té en ese caso.
Creo que este bicentenario es una excelente oportunidad para reencontrar los valores federales y entender qué significa formar parte de una nación, tratando de poner todos nuestro esfuerzo sobre la mesa para progresar en todas las provincias, cada una en lo que mejor hace, y no buscar oportunidades para tratar de sacar ventajas menores entre nosotros.
El autor es CEO de Bodega Catena Zapata