Una nueva (r)evolución en las pampas
Un siglo atrás, la Argentina mostraba un crecimiento económico sin precedente, movida por un triple punto de apoyo que elevó el estándar de vida de la población y convirtió a su sociedad en una de las más dinámicas y progresistas del planeta. La innovación en el transporte (ferrocarril, buques de carga y telégrafo), la industria frigorífica y la corriente de apertura del comercio mundial movilizaron oleadas de inmigrantes y capitales. Fue la revolución en las pampas, como se la conoció entre los historiadores.
El tiempo pasó, la tasa de crecimiento bajó y la economía llegó a estancarse. La inflación, los bajos incentivos para la inversión, la inestabilidad general así como los altibajos de las materias primas y la errática política energética hicieron el resto.
Pero hoy la Argentina puede convertir esta crisis en oportunidad. Con otros motores, con otros parámetros que deslizan la aguja del velocímetro del boom agrícola a la reinvención de la industria energética. Esta vez, apoyada no solo en la abundancia relativa, sino en la innovación y optimización de los recursos que hace expandir la frontera de producción, como pocas veces se vio.
El sector energético es clave: puede pasar de un cuello de botella a una palanca de desarrollo industrial, sobre todo por el valor de las fuentes renovables.
Y el surgimiento de esquemas diferentes, como desarrollo de microgrids o redes inteligentes independientes y soluciones a través de sistemas de almacenamiento de energía, que en conjunto y en forma integrada hacen que se pueda realizar en forma más ágil, dinámica y con mayor alcance.
Para aprovechar esta tendencia, la Argentina está dando pasos fundamentales, incentivados desde el sector público con planes como RenovAr (157 proyectos de energía renovable adjudicados por 4966MW de potencia) orientados a elevar la capacidad de generación basada en energías renovables, que hace que se transforme en un polo importantísimo para inversiones y que llegó a convertirse en un caso de estudio en Harvard.
Serán claves las regulaciones que faciliten la integración entre compañías y negocios vinculados a la generación renovable y el sector productivo, con una visión responsable del ambiente.
La digitalización, la otra revolución de esta industria, eleva la competitividad al poder basarla en la información. En este marco, entender lo que significa la disrupción digital es vital. Es un cambio que ya sucede con fuerza.
Esta noticia contrasta con otra realidad: para alcanzar los niveles de producción y consumo posibles, es clave optimizar los procesos que transforman la disrupción en una clara ventaja. Para esto, los diferentes jugadores del sector energético deben transformarse a sí mismos. En esta "nueva" revolución, la digitalización y la velocidad de adaptación hacia una generación inteligente serán claves.
Así, podemos decir que estamos ante una (r)evolución de las pampas. Dependerá de todos los actores que permanezca en la historia, como aquella que nos llevó a un lugar preponderante y de vanguardia en el mundo.
Sofía Vago
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