Una isla dentro de Europa
Islandia se recupera gracias principalmente a la devaluación de su moneda
Tres años y medio después del colapso de Islandia, la planta de procesamiento de pescado VSV de Dadi Palsson tiene un aire de sorprendente recuperación económica.
Hace poco, Palsson llegó a las 4 de la mañana. Doce toneladas de bacalao estaban en camino. Muy pronto, sus trabajadores limpiarían, cortarían y empaquetarían el pescado para embarcarlo en enormes buques de carga y enviarlo al extranjero.
En 2008, Islandia fue la primera víctima de la crisis financiera que, desde entonces, se ha convertido en una amenaza para toda la zona euro: Grecia se parece dirigida a una catastrófica salida de la moneda común, España es sacudida por un sistema bancario tambaleante y los políticos alemanes se pelean por encontrar la manera de que la unión no se desmorone.
Pero Islandia crece, el desempleo ha bajado y la emigración se ha desacelerado.
Islandia tiene una ventaja significativa sobre los estresados países de la zona euro: una moneda que pudo ser devaluada. Eso ha convertido su déficit comercial en superávit y facilitado su recuperación.
El negocio de Palsson ha repuntado tanto que ahora atrae a trabajadores polacos a esta isla, una porción de roca volcánica con forma de corazón a 8 kilómetros de la costa sur de Islandia. "Todas las casas están ocupadas porque podemos ofrecer muchos empleos", dice Palsson, de 37 años.
Islandia —con su propia moneda, su propio banco central, su propia política monetaria, su independencia para tomar decisio-nes y sus propias reglas— tuvo opciones con las cuales las economías de la zona euro sólo podrían fantasear. Sus logros son un recordardatorio de a lo que los países europeos renunciaron cuando se incorporaron a la unión monetaria. Y, tal vez, una muestra de lo que podría ser posible si la abandonaran.
Islandia se desplomó en 2008. Su congestionado sistema bancario se hundió y creció el desempleo. El gobierno fue expulsado por desalentados votantes en furiosas protestas callejeras. Los jóvenes hicieron sus maletas. Al igual que en la zona euro, el Fondo Monetario Internacional intervino con un plan de rescate.
Su moneda se devaluó a la mitad. Eso impulsó las exportaciones, como el pescado de Palsson, y disminuyó las importaciones más costosas, como los autos.
La debilitada corona asestó un duro golpe a los propietarios de viviendas que se habían endeudado en moneda extranjera, pero los jueces y responsables políticos de Islandia orquestaron ayudas hipotecarias. Los costosos bienes extranjeros también propiciaron la inflación. Los precios al consumidor han subido 26% desde 2008.
No es lo único. A diferencia de Irlanda, por ejemplo, Islandia permitió que sus bancos quebraran e hizo a los acreedores extranjeros, y no a los contribuyentes islandeses, responsables en gran medida de cubrir las pérdidas.
Islandia también impuso estrictos controles de capital —un anatema para la doctrina de la Unión Europea de abrir las fron-teras financieras— que evitaron las aterradoras fugas de capital y crédito que azotaron a Grecia, Irlanda y Portugal, y que ahora ponen a prueba a España e Italia.
Y en vez de precipitarse hacia el tipo de recortes de gastos que han asolado a Grecia y España, Islandia retrasó la austeridad. Al principio, el país incluso incrementó las prestaciones sociales a sus ciudadanos más pobres, cuyo gasto continuo ayudó a apuntalar la economía.
"La estrategia general funcionó muy bien en el caso de Islandia, pero no fue sólo una parte, sino que fueron todas las partes en conjunto", dijo Julie Kozack, hasta hace poco la jefa de la misión del FMI aquí.
Islandia tiene 320.000 habitantes y lo que funcionó aquí podría no ser reproducible a una mayor escala.
Salir del euro sería traumático para Grecia, incluso si pudiera beneficiarse de una devaluación. La economía abierta de Islandia está mucho más orientada al comercio; los 52.000 millones de euros en exportaciones de Grecia el año pasado ascendieron a 24% de su Producto Interno Bruto. Las exportaciones de Islandia alcanzaron 59% del PIB. Los islandeses proveen calefacción y electricidad a sus hogares con energía geotérmica; los griegos importan su energía y sufrirían una grave crisis de precios luego de una devaluación.
A principios de este mes, Islandia vendió US$1.000 millones en bonos a 10 años a una tasa de interés de 5,875%. Se trata de una tasa menor de lo que Grecia, Irlanda o Portugal pagarían si tuvieran completo acceso a los mercados financieros. En marzo, Islandia comenzó a pagar sus préstamos al FMI antes de lo previsto.
Con todo, el renacimiento en ciernes de Islandia está lejos de ser perfecto. El país sigue siendo más pobre que antes del estallido de la burbuja de la deuda. Todavía se respira un desencanto generalizado contra una clase política que permitió los excesos.
Jon Danielsson, de la London School of Economics, dijo que los problema más profundo de Islandia fue una caída en la in-versión, en parte por culpa de los controles de capital. La sequía significa que el capital no está siendo puesto a trabajar para la creación de futuros negocios. "Esa es una receta para el declive a largo plazo", opina.
De todos modos, la perspectiva de Islandia es más prometedora que la de los países de la zona euro que cayeron en pro-blemas un año después.
Gran parte de la crisis de la deuda del bloque económico tiene sus raíces en los desequilibrios económicos. Durante años, Grecia y Portugal han consumido más de lo que producen, requiriendo préstamos para llenar la brecha. Cuando los extranjeros dejaron de prestar, sobrevino el desastre. Un problema similar amenaza ahora a España.
"Según la mayoría de parámetros, teníamos desequilibrios mucho peores que Grecia y España", dijo Gylfi Magnusson, profesor de la Universidad de Islandia y ex ministro de Economia en 2009 y 2010. "Fuimos capaces de salir de eso, tras algunos años muy dolorosos, con relativa rapidez".
Corregir esos desequilibrios será difícil en la zona euro. En teoría, bajar los salarios hace que las industrias exportadoras sean más competitivas. Pero en la práctica, no se pueden reducir los sueldos sin dañar la economía local. "Estamos viendo en Grecia y el sur de Europa lo doloroso que es ajustar a través del mercado laboral", dijo Tryggvi Thor Herbetsson, un miembro del parlamento del partido conservador de la oposición. "Ajustar mediante la moneda es menos doloroso".
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