Una elección clave para el empresariado
Regulaciones y mayores impuestos están en juego
El resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos tiene una importancia crucial para las empresas grandes y pequeñas de ese país, ya que influirá en temas tan amplios como los impuestos y la actitud de los reguladores del sector empresarial.
Decepcionado con el presidente Barack Obama y desesperado por la disfuncionalidad en Washington, la mayor parte del empresariado favorece al candidato republicano Mitt Romney.
Muchos creen que una reelección de Obama significaría impuestos más altos, mayor presión por parte de las autoridades del sector y más años de frustración con un presidente que, según ellos, no entiende el papel de las empresas.
Por otro lado, es más probable que una victoria de Romney se traduzca en un alivio impositivo, un relajamiento gubernamental en la regulación y una afinidad con alguien que se define como un amigo de los negocios.
Naturalmente, Obama sigue contando con el apoyo de juntas directivas que van de Silicon Valley a Wall Street. La semana pasada, recibió el respaldo del alcalde de Nueva York, el multimillonario Michael Bloomberg. A su vez, el entusiasmo corporativo por Romney está matizado por su promesa de adoptar una postura más dura frente a China, el mercado de crecimiento más prometedor para muchas multinacionales. Además, algunos argumentan que Romney y su candidato a la vicepresidencia, Paul Ryan, con su campaña de no subir los impuestos, no han logrado presentar un plan realista que muestre qué planean hacer con la gigantesca deuda del gobierno.
La semana pasada, Obama resucitó una propuesta para consolidar nueve agencias federales bajo una nueva Secretaría de Negocios. Sin embargo, Romney criticó la idea de que la reorganización del gobierno sea la clave. "No necesitamos un secretario de negocios para comprender el sector empresarial", dijo durante un discurso de su campaña electoral. "Necesitamos un presidente que entienda de negocios, y yo entiendo".
Las empresas han votado con sus dólares. Durante los comicios de 2008, los comités corporativos de acción política y empleados contribuyeron US$2.000 millones, 55% para los demócratas y 45% para los republicanos, según el Centro para una Política Responsable. En las elecciones actuales, 60% de los US$1.800 millones en contribuciones dadas por las empresas ha ido a parar a las arcas republicanas.
Los seguidores de Romney esperan que el ex gobernador de Massachusetts pueda resolver el estancamiento en Washington. Pero otros temen que caiga presa del ala purista republicana que rechaza cualquier alza de los impuestos.
Una constelación de asuntos puede impactar la manera en que operarán las empresas después de las elecciones de mañana. Un triunfo de Obama probablemente consolidaría la polémica ley de salud del presidente, cuyos méritos tienen enfrentada a la comunidad corporativa. Una victoria de Romney significaría un intento por reducir su alcance. Las leyes de inmigración, a menudo un tema crucial para muchos empleadores, podrían revisarse. Además, el ganador del martes probablemente elegirá al sucesor de Ben Bernanke en la presidencia de la Reserva Federal.
En los últimos cuatro años, el panorama político ha cambiado drásticamente. Las elecciones de 2008 coincidieron con una enorme amenaza a la prosperidad del país. En aquel entonces, las empresas estadounidenses tenían un objetivo único: salvar la economía y el sistema financiero del colapso. Wall Street recurrió a Washington en busca de un salvavidas. Los ejecutivos de la mayoría de compañías, incluso los detractores de Obama, esperaban con anhelo que sus esfuerzos surtieran efecto.
El gobierno asegura que los paquetes de rescate funcionaron. El sistema bancario de EE.UU. es más saludable que en 2008 y empresas como GM fueron rescatadas y ahora son rentables.
Sin embargo, el debate sobre los límites a la deuda fiscal en agosto de 2011 puso a muchos ejecutivos en estado de alerta. El análisis de las contribuciones a la campaña electoral por parte de Wall Street pone de manifiesto la animosidad hacia el presidente. En 2008, los banqueros de inversión, gerentes de fondos de cobertura, ejecutivos de private equity dirigieron 57% de US$170 millones en contribuciones electorales a Obama y otros demócratas. Por ahora, este año, 70% de sus US$220 mi-llones ha ido a parar a las manos de Romney y los republicanos.
Brody Mullins, Damian Paletta y Melanie Trottman
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