Según cálculos basados en datos oficiales, la indigencia afecta a más del 30% de los menores; el valor de las asignaciones para hogares vulnerables se incrementó por arriba de la inflación, pero aun así la situación se agravó; cómo son hoy los pagos por hijo
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En la Argentina siete de cada 10 chicos viven en hogares sumergidos en la pobreza, según la estimación hecha para el primer trimestre de este año por la consultora ExQuanti, sobre la base de resultados de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec. El dato es uno de tantos que describen el fuerte agravamiento de una realidad social que desde hace años es alarmante, en la cual las transferencias de recursos para la niñez son una estrategia pública central que admite poca o nula discusión. Pero algo que va mucho más allá del otorgamiento de dinero a las familias interpela a la política y a la sociedad: la pregunta es de qué forma un esquema de ingresos se encadena, o podría o debería encadenarse, en un programa amplio, que esté dirigido a mejorar la alimentación, la educación, el hábitat y demás aspectos de la vida, y que sea un aporte efectivo para que las personas salgan, en definitiva, de la pobreza.
¿Qué se le puede pedir a la política de niñez, más allá de que la condición básica para tal objetivo es el crecimiento y la estabilidad?
A diferencia de lo ocurrido con otros ingresos, como las jubilaciones, en el caso de los destinados a la población infantil más vulnerable el Gobierno no dejó, en los dos primeros meses de gestión, que los montos quedaran congelados mientras la inflación se disparaba. En un escenario con pérdida de puestos de trabajo, esa decisión no logró evitar, de todas formas y según datos aún no oficiales, la suba de los índices de pobreza e indigencia, tras un período de 13 años en el que hubo “un aumento constante en la proporción de hogares y personas con dificultades para acceder a una canasta básica”, según advierte un informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina (UCA).
El monto pagado por la Asignación Universal por Hijo (AUH) se duplicó en enero. Y desde julio se actualiza mensualmente según el índice de inflación. La cifra que se percibe en agosto es un 484% más alta que la de ese mes de 2023, un índice que supera a la variación general interanual de precios, estimada para este mes en 235%, según los datos del Indec y las proyecciones de economistas publicadas por el Banco Central. El importe de la Prestación Alimentar, que complementa la AUH para los chicos de hasta 14 años, triplica y algo más al de 2023.
Aun con ello, en el primer trimestre de este año la pobreza fue una realidad sufrida por el 70,6% de los chicos de 0 a 17 años, mientras que la indigencia alcanzó un alarmante 30,8%, según datos aportados a la nacion por ExQuanti. Esos índices, calculados a partir de información del Indec, habían sido en los primeros meses de 2023 de 55,7% y de 13,3%.
Mientras que en aquel entonces el número estimado de chicos pobres en los 31 centros urbanos donde releva datos la encuesta oficial era de 4,47 millones (contra 3,85 millones de 2022), a principios de 2024 la cifra trepó a 5,73 millones. Los niños y adolescentes indigentes (viven en hogares donde los ingresos no alcanzan siquiera para los alimentos más básicos) eran 967.000 en el primer trimestre de 2022, 1,063 millones en 2023, y 2,5 millones en el primer trimestre de este año.
La realidad de la población infantil y adolescente deja “absolutamente en evidencia que se agotó un modo de gestionar y, aun cuando hay buenos activos como la AUH, hay que repensar todo” sin dejar de estar siempre en acción, señaló Fabián Repetto, investigador principal de Dirección Ejecutiva del Cippec, en una jornada sobre “Un nuevo paradigma social para la niñez”, que días atrás llevó adelante la Asociación Argentina de Políticas Sociales.
Según puntualizó el coautor del libro El futuro es hoy. Primera infancia en la Argentina, un desafío central es definir “cómo combinar lo urgente con lo estructural”, en el camino a un programa integrado que contemple “monitoreo y evaluación”. Un 70% de pobreza entre los niños, advirtió, “es una tragedia intertemporal de larguísimo plazo por sus efectos”.
Tener estrategia –más allá de transferir recursos– para el desarrollar del capital humano, y contar con herramientas para medir resultados son los desafíos que marcó la socióloga Ianina Tuñón, responsable del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia en la UCA. Con eje en la adolescencia, señaló que una meta debería ser la de una escuela secundaria que sea un espacio para generar las primeras experiencias en materia laboral, algo sobre lo cual hubo avances en algunos lugares.
Vinculado con la preparación para el trabajo, un aspecto que vale no perder de vista es que, en una diversidad de sentidos y en particular desde lo económico, cuidar hoy a la niñez es cuidar a la sociedad toda. ¿Cómo se pagarán, por ejemplo, las jubilaciones de los trabajadores actuales, si gran parte de los futuros adultos no estará en empleos productivos?
La alta precariedad laboral, de hecho, ya es una realidad hoy. Y ni siquiera es novedosa. Según un informe del Instituto Torcuato Di Tella basado en datos del Indec, en el primer trimestre del año el 50,1% de los ocupados era informal. Puntos más, puntos menos, el índice está en un nivel alarmante desde hace años.
El nivel de trabajo precario podría crecer y eso se daría con una pirámide poblacional diferente a la actual. La Argentina atraviesa su “bono demográfico”, el período previo a que crezca significativamente la participación, sobre la población total, del grupo de adultos mayores económicamente dependientes; ese espacio de tiempo se extenderá hasta aproximadamente 2035, según suele advertir el economista especializado en temas demográficos José María Fanelli. Según señala un informe del Cippec, para que haya un estado de bienestar en el mediano plazo “se requieren inversiones presentes, que garanticen los derechos de los niños y que den lugar a un aumento de la productividad” en el futuro.
“La pobreza impacta en los vínculos familiares, en el juego y en el acceso a la escolaridad, exponiendo a padecer adversidades tempranas asociadas a deficiencias posteriores en el aprendizaje, comportamiento, bienestar físico y mental”, sostuvo en un comunicado reciente la Sociedad Argentina de Pediatría, en conjunto con el Observatorio de la UCA que, a su vez, destacó en un informe un dato insoslayable para diseñar políticas: cuando se observan diferentes dimensiones de la calidad (o falta de calidad) de vida, se concluye que en 2023 el 56,3% de los niños sufrió carencias en al menos un aspecto: alimentación, saneamiento, vivienda, salud, información y educación.
¿Cómo están hoy las inversiones que, en materia de pago de asignaciones o alivios impositivos, se hacen a través de las políticas públicas?
La Asignación Universal por Hijo (AUH)
La prestación creada en 2009 alcanza a los hijos menores de 18 años (y mayores, si tienen discapacidad) de trabajadores desocupados, informales, del servicio doméstico, y monotributistas sociales. Según el dato más reciente, publicado por la Subsecretaría de Seguridad Social, en mayo fue cobrada por 4.018.631 chicos. Desde julio los montos tienen actualización mensual por inflación, tal como ocurre con las jubilaciones y pensiones de la Anses (en este caso desde abril), tal como establece el decreto de necesidad y urgencia 274, de marzo de este año.
En agosto la AUH es de $81.010 por hijo menor de 18 años y por embarazo, y de $263.791 por hijo con discapacidad. Pero esos no son los montos que llegan a los hogares. En rigor, cada mes se cobra el 80% de la prestación (en el actual, $64.808 y $211.032,80, respectivamente), y el 20% se percibe una vez al año si se demuestra el cumplimiento de condicionales referidas a la educación y a la salud. Por 2022 (el dato más reciente disponible) los requisitos para el cobro de ese 20% se cumplieron en el 60,8% de los casos. El año con menor índice de presentación de certificados fue 2011(58,7%) y el de mayor cumplimiento, 2019, con el 98,7%.
Según considera Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, las mencionadas condicionalidades de la AUH “no van a resolver el problema social”, sino que “hay que darles a las familias un entorno adecuado para salir de una vida de penurias”, y esa meta debe llevar a superar la política de ingresos para focalizarse en una de desarrollo del capital humano, con diseño y ejecución a cargo de los gobiernos locales, y con financiamiento y evaluación de la administración nacional.
Según Repetto, hay dos enfoques respecto de la utilidad de fijar condicionalidades: uno implica aplicarlas para intentar cambios de conductas bajo la advertencia de una sanción sobre el cobro del ingreso en cuestión; el otro es el de tenerlas para poder identificar los problemas a atender. Con esta segunda visión, si un chico no va a la escuela no se le saca la asignación, sino que se lo busca para ver qué le está pasando.
La AUH está acompañada por otras dos prestaciones, que se cobran o no según cómo sea cada hogar. Por los menores de hasta 14 años se percibe, además de la asignación general, la correspondiente a la Prestación Alimentar, que desde junio es de $52.250 para familias con un hijo de 0 a 13 años, de $81.936 si hay dos hijos de esas edades, y de $108.062 si son tres chicos o más. En este caso no hay reajuste mensual y en lo que va del año los montos subieron 137,5%.
Se suma una prestación por el Plan 1000 días, si hay chicos de hasta tres años, con un monto que en agosto es de $30.550. Así, por un hijo de hasta 3 años este mes se percibe un importe total de $147.608.
¿Qué aporte hace la asignación ante la necesidad de ingresos? Una medición de cuánto de la canasta básica alimentaria para determinados hogares cubren la AUH y la Prestación Alimentar, elaborada por la UCA, arroja que el índice, para una familia con dos adultos, un niño de 6 años y una niña de 8, fue de 44% en el segundo trimestre de este año, luego de que había llegado al 56% en el segundo trimestre de 2021 y había caído hasta llegar al 39% en el cuarto de 2023. Para un hogar con dos adolescentes de 15 y 17 años, la cobertura es menor (no se recibe el plan Alimentar): fue de 22% en el segundo trimestre, tras caer de 31% a 13% entre 2019 y 2023.
El salario familiar
El sistema de asignaciones familiares de la economía formal contempla pagos por hijos menores de 18 años (o mayores con discapacidad) de asalariados registrados, monotributistas, perceptores del seguro de desempleo de la seguridad social y jubilados. Según datos oficiales, en mayo la asignación mensual fue abonada por 3.080.432 hijos de asalariados y 581.494 hijos de monotributistas, en tanto que hubo 71.107 prestaciones para quienes cobran seguro por desempleo (del régimen formal), y 809.021 correspondieron a hijos de jubilados y de beneficiarios de pensiones no contributivas. Los pagos fueron, en total, dirigidos a 4.542.054 chicos.
Cuánto cobran por hijo los trabajadores registrados depende del ingreso percibido en el hogar, o bien de la categoría del monotributo en la que esté quien recibe la asignación.
También en este esquema, como en el caso de la AUH, pasó de ser trimestral a mensual la actualización. Este mes las cifras son de $40.505 si el ingreso de la familia no supera los $627.230; de $27.320 (ingreso de más de $627.230 y de hasta $919.899); $16.521 (rango de más de $919.899 y hasta $1.062.055), y de $8520 (ingresos familiares de hasta $3.321.518). Los montos son nominalmente un 192% más altos que los de un año atrás, lo que indica que, dada la inflación interanual estimada en 235%, las asignaciones sirven para comprar un 12,8% menos de bienes y servicios que en 2023. Los valores indicados son los generales y resultan más altos en algunas zonas del país.
Los reajustes por detrás del alza de precios se evidencian en los datos sobre el gasto estatal destinado a los pagos. Según un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), el gasto de las asignaciones por hijo de trabajadores formales y jubilados cayó 24% interanual en términos reales (corregido el dato por inflación) en el período de enero a julio, y se redujo menos, 14,7%, si la comparación se hace considerando julio de cada año.
En cambio, en el caso de la AUH y en línea con lo explicado antes, el informe muestra que el gasto para la población infantil más vulnerable se incrementó un 18,6% en términos reales en los siete primeros meses del año en comparación con el mismo período de 2023, y un 25,6% interanual si se considera solo julio.
Deducción impositiva
El ingreso máximo que puede tener una familia para cobrar asignación por hijo es este mes de $3.321.518. Pero, a la vez, debe cumplirse la condición de que ninguno de los padres perciba un importe bruto superior a $1.660.759 (se tienen en cuenta diferentes fuentes de ingresos).
Para los asalariados con remuneraciones más altas y para los autónomos rige lo que algunos consideran la “tercera pata” de las políticas de recursos enfocados a la niñez. En rigor, no se trata en este caso de asignaciones, sino de deducciones del impuesto a las ganancias; es decir, de montos que por cada hijo a cargo (menor de 18 años o incapacitado para el trabajo) se descuentan del ingreso sobre el cual se calcula el tributo.
Las deducciones por hijo (que no estaban habilitadas en el esquema del impuesto cedular a los ingresos que rigió para un grupo de empleados en la primera mitad del año) implican un reconocimiento de la menor capacidad contributiva de quienes tienen personas económicamente a su cargo, en comparación con quienes no están en tal situación.
A partir de la reforma de la ley 27.743, aprobada este año en el Congreso, con un salario bruto de $3 millones, por ejemplo, un empleado sin familia a cargo tiene un descuento mensual aproximado (considerando el proporcional por el aguinaldo) de $202.300 por Ganancias, mientras que para alguien con esa remuneración y dos hijos menores, la carga baja a $141.300 (a los fines de ejemplificar, no se tomaron en cuenta otras deducciones posibles, por determinados gastos.
Las variables que determinan quiénes y cuánto tributan tendrán una actualización en septiembre, según la inflación acumulada en un trimestre.
En ese mes (como también en los siguientes) también se reajustarán la AUH y las asignaciones por hijo de la economía formal, en estos casos en un 4,03%, en línea con el nivel de suba de precios registrado para julio por el Indec.
La carrera contra la inflación para que los ingresos al menos mantengan su poder de compra, sin embargo, es tan solo una de las dimensiones de la estrategia amplia que demanda la crítica realidad social que se respira en cientos de miles de hogares.
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