Una agenda propia
"¿Qué puedo hacer para que me escuchen en las reuniones y que no me interrumpan cuando hablo?", se preguntan muchas mujeres; por qué es importante "mandarse y probar"
Cada tanto voy a alguna charla de liderazgo para mujeres. No varían mucho. Casi todas están enfocadas en prepararlas para desenvolverse mejor en ámbitos empresariales, avanzar en las carreras profesionales y, quién dice, quizás llegar a esos puestos de tomas de decisión que parecen tan esquivos. Al final, como en todas las charlas, suele haber un espacio para consultas del público. Nunca falta la que levanta la mano y hace esta pregunta, una que seguramente tiene hace mucho tiempo: "¿Qué puedo hacer para que me escuchen en las reuniones y que no me interrumpan cuando hablo?".
Deborah Tannen, una especialista en lingüística de la Universidad de Georgetown, escribió en 1994 el libro La comunicación entre hombres y mujeres a la hora del trabajo. Para ella, varones y mujeres se comunican de forma distinta en el entorno laboral, algo que es producto de la socialización de unos y de otras desde la infancia. A las nenas no les enseñan a ser líderes, porque si tienen esa actitud frente a otras nenas, es probable que se las considere mandonas o poco agradables.
El año pasado, la revista Harvard Business Review entrevistó a Tannen para el podcast Women at Work (Mujeres en el trabajo). Para la experta en lingüística, las dificultades todavía existen. En 2012, un estudio publicado en la revista American Political Science Review mostró que la participación de las mujeres en las discusiones públicas es menor que la de los varones: es un 25 por ciento menor.
Ahora terminó 2019 y las mujeres siguen consultando cómo hablar en las reuniones, esperando tal vez alguna solución que alguien ya haya probado con éxito. Sin embargo, se encuentran con consejos débiles. Ninguna encontró la fórmula.
Es más, el modo de encarar la respuesta varía poco. Suele comenzar con un suspiro que reconoce la problemática: sí, a las mujeres les cuesta más ser escuchadas que a los varones.
"¿Nunca te pasó que estás en una reunión, decís algo y te ignoran?", preguntan y empiezan a enumerar anécdotas. A veces el problema es peor: no es que las ignoren, sino que alguien después toma ese mismo comentario, lo dice y queda como el dueño de la idea.
Hay muchas estrategias para ser escuchada: llegá preparada a las reuniones, tené unas preguntas preparadas, hablá rápidamente al principio. Siempre una serie de órdenes. Algunas de las sugerencias son más rebuscadas que otras. En la última charla a la que fui, una de las propuestas para introducir la agenda propia sonó bastante creativa: "Una de mis compañeras levanta la mano y pide aclaraciones ?Entonces, si entiendo bien, lo que estamos proponiendo es? y el objetivo de esta reunión es?".
Sheryl Sandberg, directora de Operaciones de Facebook, escribió un libro entero que podría ser considerado una lista de sugerencias para sobresalir y avanzar en la carrera. En Vayamos adelante habla sobre las mujeres, el trabajo y la voluntad de liderar. Sandberg propone aceptar oportunidades, encontrar mentores, sentirse libre para hablar. La ejecutiva de Facebook enfrentó, por supuesto, varias críticas por su libro. Como más de una habrá notado, no resulta sencillo eso de simplemente hablar y proponer ideas propias. Pero en el fondo tiene un punto: hay que mandarse y probar.
Lo malo, por supuesto, es que la carga de tener que buscar un espacio vuelve a quedar del lado de las mujeres. Es una la que tiene que acordarse de ensayar y encontrar estrategias para que la escuchen; el resto suele actuar como siempre. Pero eso también puede cambiar.
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