Un sueño de largo plazo: la economía del conocimiento
Las grandes transformaciones sociales y económicas comienzan con una visión, una gran visión. Así como Martin Luther King inmortalizó en su sueño unos Estados Unidos cohesionados e inclusivos, sin divisiones de raza y religión, en la Argentina precisamos una visión de largo plazo en términos de la economía del conocimiento.
En el mundo que se avecina, el conocimiento será la piedra fundamental del intercambio económico, del desarrollo humano y de las relaciones entre los países. Pero, ¿qué es la economía del conocimiento? Es aquella que invierte en capital humano y social, y fomenta la innovación. Se basa en la creación de nuevos activos intelectuales que se materializan en soluciones, productos y organizaciones que impulsan el nuevo modelo de desarrollo de los países. En otras palabras, es la economía que potencia el valor de productos y servicios a partir de activos intangibles.
Un viejo cuento lo ilustra: un gran barco carguero está parado hace semanas en el puerto con su caldera sin funcionar, su capitán desespera y llama a un experto en el tema. El hombre llega, camina unos metros entre la maraña de tuberías y con un pequeño martillo golpea una válvula. La caldera comienza inmediatamente a funcionar. El experto pasa la factura: $ 100.000. "¿$ 100.000 por un golpe?", pregunta el capitán. La repuesta es inmediata: "El golpe son $ 50, el resto es por saber dónde darlo..."
Frecuentemente hablamos de exportaciones "primarias" versus "de valor"; valor es sinónimo de conocimiento y aplica a todos los sectores. La industria textil de EE.UU., mucho tiempo relegada por importaciones chinas, vuelve a generar empleo del lado de la innovación y el diseño. Los nuevos autos tienen más valor agregado de innovación que los de manufactura tradicional. Un smartphone tiene la mayoría de su valor asociado a nuevos materiales y baterías, software y apps.
La porción de conocimiento en todos los productos está creciendo y esa tendencia se acentuará; los países que adopten el conocimiento como política de Estado generarán empleo y riqueza. La división entre desarrollo y subdesarrollo puede acentuarse o converger. Y eso depende de políticas conjuntas y cooperación en el largo plazo entre gobierno, academia, investigadores y empresas.
Las exportaciones asociadas al conocimiento tuvieron un fuerte crecimiento en los últimos años hasta constituirse en el tercer rubro de exportación luego del complejo de soja y las automotrices. La revolución tecnológica en ciernes con la irrupción de la inteligencia artificial, la robótica, la biotecnología, la manufactura digital y la globalización de la tecnología informática son una plataforma extraordinaria para ser aprovechada y dar un nuevo salto que lleve al conocimiento al primer puesto entre las exportaciones argentinas.
Y conocimiento es empleo, movilidad social e inclusión. Los cambios afectarán la manera en que experimentamos la vida cotidiana y la sustentabilidad del medio ambiente se verá beneficiada también. Uno de los componentes más importantes de una visión es que al final del puente encontremos una realidad que nos entusiasme como individuos y como sociedad, y que nos motive a cruzarlo. El conocimiento tiene todo eso, y la Argentina tiene la posibilidad de transformarse en una sociedad que sea un modelo en el mundo a través de la innovación y el saber.
Y sí... I have a dream.
El autor es CEO de Accenture
Twitter: @SergioGKaufman