Un sistema operativo de más de 2000 años: diez perlas del pensamiento estoico para tomar mejores decisiones
De la filosofía que tuvo como exponentes a Marco Aurelio y Séneca surgen consejos útiles a la hora de analizar el destino de los ahorros; cuáles son las enseñanzas que pueden ser aplicadas hoy
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Ni podcasts, ni vivos de Instagram, ni videos en Tik-Tok: una de las fuentes de sabiduría que generan más consejos para inversores sobre hábitos y “seteos mentales” útiles para las finanzas personales tiene más de 2000 años y parte de originales escritos en griego antiguo y latín.
La filosofía estoica, con autores clásicos como Zenón, Marco Aurelio, Epicteto y Séneca, entre otros, viene ganando espacio en la divulgación del género amplio que se conoce como “smart thinking”, que abarca desde la economía del comportamiento hasta la complejidad de Nassim Taleb, pasando por ensayos de fanáticos de este campo como Tim Ferris (que describe al estoicismo como su “sistema operativo personal”), o Ryan Holiday.
El término “estoico” en términos simplificados se usa para describir a alguien razonable, virtuoso, que vive el presente y tiene autodisciplina para postergar gratificaciones. “La divulgación moderna del estoicismo modera los aspectos más duros y estrictos de esta filosofía clásica, para hacerla más potable para el paladar contemporáneo”, explica a la nacion Christian Carman, un filósofo amante de la sabiduría antigua (sobre todo, de la occidental) que se dedica a rescatar ideas del pasado que sirven para la actualidad, mediante clases en el Instituto Baikal y en otros ámbitos.
La parte más dura del estoicismo clásico tenía que ver, según Carman, con el imperativo a dominar las emociones (las “pasiones” las llamaban ellos), para que no jueguen ningún papel en la toma de decisiones, a tal punto de lograr un estado de “ataraxia”, de paz de alma, dormido o anestesiado, enjaulado de las emociones. “Los aristotélicos, en cambio, pensamos que no hay felicidad sin emociones, pero que hay que ordenarlas, educarlas y enseñarles a desear lo bueno”, dice Carman.
“Una cuestión central es tener perspectiva. Como decía Churchill: ‘Un hombre es tan grande como las cosas que lo hacen enojar’”
Salvando estos aspectos, hay múltiples perlas del pensamiento estoico que pueden ser muy útiles para tomar decisiones en economía y en finanzas personales. A continuación van algunas para tener en cuenta.
Perspectiva. Para Holiday, si hay que definir el pensamiento estoico en un concepto se diría que es el de tomar perspectiva, elevarse y ver el bosque. Esta visión de largo plazo minimiza nuestros miedos y preocupaciones cotidianas. Como decía Churchill: “Un hombre es tan grande como las cosas que lo hacen enojar”.
Área de control. Relacionado con lo anterior, otra parte central del pensamiento estoico tiene que ver con hacer foco en lo que se puede controlar. Una vez que se priorizan las cosas según un criterio de “lo que se puede cambiar” y lo que “realmente importa”, muchas preocupaciones se desvanecen.
Llevar un diario. Marco Aurelio y otros pensadores de esta escuela filosófica aconsejan leer y escribir mucho: la escritura ayuda a ordenar los pensamientos. La nueva agenda de bienestar en salud mental toma la recomendación de practicar el “journaling”: dedicar aunque sea cinco minutos por día a un diario personal.
Gestión del tiempo. Sobre la brevedad de la vida es un ensayo corto del filósofo Séneca en el cual insiste en que somos “dilapidadores de tiempo”. Es muy escasa la vida que realmente vivimos y el resto es mero tiempo, apunta. Podemos ser muy cuidadosos administrando nuestras riquezas, pero derrochamos el tiempo, “aquello que es lo único en lo que la avaricia resulta honorable”. Para Carman, esta sección de la filosofía estoica tiene hoy más valor que nunca por las horas que gastamos cada día en el celular y las redes sociales. Propone un ejercicio simple: desconectarnos unos días de las redes y aprovechar ese tiempo para leer el ensayo de Séneca: “Son menos de 40 páginas y hay muchas versiones gratis en internet”.
El timing de las emociones. En un tratado que bien podría haber sido escrito por economistas del comportamiento (porque tiene todo que ver, por ejemplo, con Pensar rápido, pensar despacio de Daniel Kahneman), Séneca remarca que las emociones (como el enojo) tienen tres etapas, y que hay que apuntar a intervenir en la segunda: en la primera es demasiado temprano (es una reacción primaria que está en nuestro ADN, imposible de controlar) y en la tercera es demasiado tarde.
Los límites en la mente. Carman menciona un video viral en el que se libera a una osa que durante 20 años estuvo enjaulada en el zoológico de la ciudad rumana de Piantra Neamt. La osa primero corre pero luego empieza a dar vueltas en círculo, hasta que la nieve se derrite a su paso, en un encierro imaginario. “Estaba libre, pero no era libre”, cuenta Carman. Séneca enseña que el enemigo más poderoso de nuestra libertad está dentro de nosotros mismos. “Cuando me domina el miedo, no hago lo que quiero. Cuando me domina el enojo, hago lo que no quiero. No hacer lo que quiero y hacer lo que no quiero es por definición no ser libre”.
Priorizar el agradecimiento. Otra máxima de la agenda de bienestar mental fue resaltada por Marco Aurelio hace más de 2200 años: entre sus campañas militares se hizo tiempo para escribir sus Meditaciones, en las que empieza agradeciendo a las personas de las que aprendió cosas. Reconocer la ayuda de los demás vuelve más explícitos nuestros valores.
Postergar la gratificación. Otro eje fundamental del pensamiento estoico, muy aplicable a las finanzas personales, es tratar de evitar tentaciones de corto plazo en pos de objetivos más importantes de largo plazo.
Visualizar lo negativo. Para estar mejor preparados para cuando llegue ese momento. Considerar todo lo que puede salir mal, para que cuando ocurra el miedo no nos paralice.
Acostumbrarse a la incertidumbre. Aquí el eco contemporáneo está en la obra de Taleb (El cisne negro, Anti-frágil): el azar es más protagónico de lo que pensamos, y por lo tanto, no hay que auto-felicitarse tanto cuando las cosas salen bien, ni auto-castigarse cuando salen mal.
Carman habla con mucha humildad, pero es un filósofo argentino reconocido mundialmente por un logro que en su momento fue nota de tapa de The New York Times: descubrió el secreto del funcionamiento de lo que se conoce como “El mecanismo de Anticitera”, un sofisticado aparato hallado a principios del siglo pasado en un naufragio que ocurrió hace más de 2000 años y cuya invención es atribuida al sabio Arquímedes. El artefacto era una calculadora mecánica para rever la posición del sol, de la luna, de algunos planetas y hasta de eclipses. Era tan avanzado para su época que los especialistas sostienen que recién en el Renacimiento podría haberse dado una genialidad similar.
Por su nivel de complejidad, los medios bautizaron en su momento al mecanismo de Anticitera “el i-Pad de Arquímedes”. Algo que combina muy bien con la analogía del “sistema operativo” del pensamiento estoico.
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