Un "living de la Moncloa" con Mauricio Macri, Alberto Fernández y Felipe González en la UIA
Las expectativas contornean el vínculo de los empresarios con el poder. El 23 de diciembre de 2015, el industrial textil Teddy Karagozian fue uno de los primeros en apoyar a Mauricio Macri. Ese día anunció una inversión de $20 millones para aumentar la producción en TN&Plátex, su empresa, y bajar los precios de sus productos. Anteayer, en Tucumán, el desencantado hombre de negocios fue el encargado de anunciarle a Fernández la reapertura de una planta gracias al cambio de condiciones que el presidente electo prometió. "Las máquinas van a venir pronto, solo deseo que comprendan que la Argentina debe invertir para salir de este pozo del que estamos", dijo el textil.
Hace tiempo que el además economista no aparece en los primeros planos de la Unión Industrial Argentina (UIA), la entidad gremial empresaria más extensa del país. Pero quien sí tiene un rol cada vez más protagónico es Tomás, su hijo, presidente de la UIA Joven. En los últimos días se viralizó un video en el que varios jóvenes que él acompaña entonan una curiosa melodía rockera en un ómnibus. "Nos subiste bien la tasa. Nos quisiste transformar, pero vos te olvidaste la fuerza del industrial", coreaban mientras revoleaban sus abrigos. No vale la pena aclarar el destinatario de los críticos acordes.
Sin embargo, el sueño de los más grandes en la UIA es menos ruidoso. Saben que el cementerio político tiene puerta giratoria en la Argentina. Cerca de Miguel Acevedo la apuesta es al consenso para lograr políticas de Estado, un discurso que -entre líneas- se acerca sugerentemente al pedido de "diálogo" que Fernández hizo cuando fue invitado a charlar con la junta directiva de la UIA. Los industriales y la CGT no perdieron el tiempo y comenzaron a escenificar de inmediato ese cuadro. El primer acto fue la "sorpresiva" visita de Antonio Caló y Rodolfo Daer a la presentación de la agenda productiva que la entidad fabril lanzó días antes de las elecciones.
El segundo acto será el 28 de este mes. Cerca de Acevedo sueñan con ver a Alberto Fernández, Mauricio Macri y Felipe González, impulsor del Pacto de la Moncloa en España, en un living, dialogando juntos y civilizadamente durante la 25° Conferencia Industrial, que se llevará a cabo en Parque Norte.
Por las dudas, González ya había anticipado en mayo pasado lo que le van a preguntar sus anfitriones. "Desde 1984 me preguntan en la Argentina cómo fue eso de los Pactos de la Moncloa", estimó entonces, y agregó: "El elemento esencial fue evitar el análisis de quién tenía la culpa de lo que había pasado y mirar el futuro". Algo similar le habría dicho, según varios medios, Fernández a Macri esta semana en el primer encuentro tras los comicios: "Dejemos de hablar del pasado".
"Vendrá el nuevo oficialismo, la nueva oposición y un tipo que construyó mucho en un país que estaba con mayores problemas que los nuestros", contó Acevedo. "Estoy entusiasmado. Hablaremos de consensos para construir políticas de Estado", agregó sobre el encuentro, que ya se llama, desde hace nueve meses (según aclaran), "#ConstruirConsenso: Desafíos para el desarrollo productivo". Por los pasillos del espacio deportivo que pertenece al Sindicato de Comercio circularán -prometen- varios gremialistas con los que será necesario discutir desde el próximo 10 de diciembre los detalles del acuerdo económico y social que piensa Fernández.
Como describiría Ernesto Laclau, académico que terminó asociado al kirchnerismo más populista, ese acuerdo es hoy un significante vacío, sobre todo por la falta de equipo económico designado y un plan de gobierno claro. Por caso, para los industriales parece imposible un acuerdo de precios y salarios sin dar certeza antes de los costos productivos: allí están el dólar, la tasa de interés y las tarifas de los servicios públicos. Solo luego de esas definiciones se pueden negociar políticas de ingreso. El acuerdo no tendría el mismo significado para la política que viene o para el sindicalismo argentino. Probables colisiones.
El presidente de la conferencia industrial de fines de noviembre será Miguel Ángel Rodríguez, presidente de Sinteplast y crítico de Macri en los últimos tiempos de tasas de interés imposibles. Será uno de los encargados de cuidar que en ese potencial living se evite hablar de las relaciones exteriores. Felipe González suele cuestionar con mucha dureza a la Venezuela de Nicolás Maduro. Por otro lado, en la UIA preocupa el creciente roce entre el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y Fernández. La entidad fabril invitaría a representantes de la poderosa Confederación Nacional de Industria (CNI) al evento para intentar convencer a Fernández de la necesidad de "un vínculo basado en intereses y no en el amor o el odio", contaron, parafraseando a un funcionario uruguayo. En Brasil, los empresarios que conocen a Bolsonaro piden saltear al exmilitar y establecer diálogo directo con Paulo Guedes. "Lo que pasa es muy negativo", dijo un hombre que vive de la buena relación bilateral.
Antes de la conferencia industrial de la UIA, uno de los empresarios más importantes del país dará su impresión sobre lo que viene. En dos semanas, entre el 11 y el 13 de este mes, Paolo Rocca cerrará el primer día del 60º Congreso de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero) en el Hotel Hilton.
Allí habrá menciones probablemente a Brasil, China, Neuquén, y México, donde tiene base Máximo Vedoya, CEO de Ternium, No es que el Grupo Techint no haya comenzado a moverse cerca del presidente electo. La empresa más grande de la Argentina aparece como una llave para acceder al círculo rojo mexicano. Gracias a esas influencias, cuentan que Fernández mantendría una cena en su primer viaje a tierras aztecas con Alberto "Pocho" Romo, encargado de la Oficina de la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador, en la que estarían el multimillonario Carlos Slim y los industriales más poderosos de ese país. Cerca de Fernández no negaron la existencia de ese encuentro.
Quizá por eso en la izquierda mexicana ya surgen algunas dudas sobre los vínculos corporativos que tejerá "el albertismo". En su columna semanal en La Jornada del miércoles pasado, el escritor y periodista argentino José Steinsleger cuenta que, "con esfuerzo", terminó de leer el libro de Alberto Fernández Pensado y escrito, de 2010. El hombre cercano a Luis D'Elía, que afirmó preferir a Kicillof o Cristina por "sobre el operador", agregó que el libro de Fernández revela "el inconfesado deseo progre y burgués, para que el mayor movimiento de masas de la Argentina nacional y popular se convierta en una suerte de liberalismo progresista peronista. Algo que el peronismo nunca fue". Festeja, sin embargo, que su figura sirviera para sacar a Macri. Claro que las dudas de esa intelectualidad, que recibió con los brazos abiertos a Kicillof en mayo, podrían reaparecer si el presidente electo tocara las puertas de las petroleras en Houston, un viaje que sonaba en agenda pero nunca se confirmó. Ya le pasó a Macri en 2017. Tras visitar TenarisBayCity, terminó sentado con Donald Trump.
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