Un libro muy importante, que cayó en un trato injusto y politizado
“Diario de una temporada en el quinto piso”, de Juan Carlos Torre, es una obra de lectura indispensable para quienes quieran entender cómo es la “cocina” de la toma de decisiones económicas
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Juan Carlos Torre publicó otro libro importante, Diario de una temporada en el quinto piso. Episodios de política económica en los años de Alfonsín (Edhasa, 2021). Digo otro, porque también fue clarificador La vieja guardia sindical y Perón (Sudamericana, 1990). Como toda obra exitosa –va por la cuarta edición–, es mucho más citada que leída. Diario… es de lectura indispensable para cualquiera que pretenda entender la “cocina” de la política económica. El libro fue publicado porque mi tocayo, a Dios gracias, no le prestó atención a una recomendación.
Sobre el particular conversé con el australiano Hebert Cole Coombs (1906-1997). El año 1935 fue crucial en su carrera: fue nombrado economista asistente de Leslie Galfreid Melville en el Commonwealth Bank, entidad que presidió entre 1949 y 1960. Según contó su biógrafo, Tim Rowse, “se hizo keynesiano, porque el enfoque y las nuevas categorías estadísticas proporcionaban un modelo, pero revirtió su posición en la década de 1950, al observar las tendencias inflacionarias de una economía con pleno empleo de la mano de obra. Sentía la tensión entre la miseria que durante la Gran Depresión había visto en Perth y en Londres, y el derroche en los gastos que vino con la afluencia”. Jack Waterford lo describió como “el último de una generación de funcionarios públicos de gran envergadura intelectual, lo cual contrasta con la estrechez que se observa en nuestros días”.
–¿Qué aprendió luego de participar durante siete décadas en los asuntos públicos de su país?
–Un par de desafíos principales: primero, cómo asegurar, dentro de la élite política, una racionalidad económica que fuera socialmente integradora y ecológicamente responsable, y segundo, cómo sensibilizar a esa élite sobre los problemas de gobernabilidad que estaban en riesgo, por la inadecuada representatividad en términos de la racionalidad económica.
–Análisis de las políticas económicas hay muchos. ¿Por qué es importante Diario…?
–Porque es el testimonio de alguien que “estuvo ahí”. A Torre no le contaron cómo se sentía Juan Vital Sourrouille cuando volvía a su oficina, luego de cruzar espadas con el ala política del gobierno que integraba, sino que lo vio. La obra complementa, no sustituye, el análisis de las disposiciones adoptadas, los resultados obtenidos, etcétera.
–La descripción que hace Torre de la “cocina” de la política económica durante la presidencia de Raúl Ricardo Alfonsín, ¿tiene antecedentes en el mundo?
–Aludiendo a la volatilidad de los indicadores económicos de la Argentina con respecto a los de los otros países, Guido José Mario Di Tella decía que los argentinos hacen lo mismo que lo que hacen en los otros países, pero con mucho mayor entusiasmo. Tiene razón, pero no idealicen el accionar de los gobiernos de los otros países. Lean, por ejemplo, los testimonios de Alexander Kirkland Cairncross referidos al funcionamiento del gobierno inglés.
–La literatura especializada dice que el ministro de Economía coordina el accionar de los miembros del equipo económico, pero esta no fue la principal tarea de Sourrouille.
–Así es, porque estaba demasiado ocupado “atajando penales”, que le pateaban el presidente de la Nación, el del Banco Central, el partido radical, etcétera. La tarea de coordinación recayó en el viceministro de Economía, función que afortunadamente estaba a cargo de Adolfo Martín Prudencio Canitrot.
–De modo que la idea de que el ministro de Economía actúa como si fuera el “zar” es un mito.
–Absolutamente. Lo que es cierto es que el margen de maniobra no fue igual para todos los ministros. Por lo cual, no se puede medir con la misma vara a Krieger Vasena, Martínez de Hoz, Gelbard y Cavallo (1991-1996), que a Wehbe, Mondelli y Jesús Rodríguez.
–Volvamos al libro. El 18 de febrero de 1985 se produjo un enroque entre Bernardo Grinspun y Sourrouille, pero el libro muestra que este último se venía preparando desde el comienzo mismo de la gestión de Alfonsín.
–No leamos su afirmación en clave conspirativa; sí en el sentido de que cuando alguien forma parte de un gobierno al tiempo que se ocupa de sus menesteres específicos, acompaña la evolución general del gobierno. De cualquier manera, cabe puntualizar que el plan Austral, inaugurado a mediados de junio de 1985, recién se comenzó a diseñar a principios de abril de ese año.
–Un plan que prometía mucho, pero fue abandonado al poco tiempo.
–Punto importante. Cortar de la noche a la mañana una tasa de inflación de 1% diaria, sin recesión, fue un logro aplaudido tanto en la Argentina como en el extranjero. Pero Sourrouille y su equipo observaron que los precios al consumidor crecían 2% por mes, con varias variables congeladas, y a comienzos de 1986 comenzaron las presiones políticas para aflojar en materia fiscal. Con gran sentido profesional decidieron flexibilizar el programa, “estropeando” la tasa de inflación de corto plazo, para no entrar en callejones sin salida.
–Alfonsín entregó la presidencia el 8 de julio y no el 10 de diciembre de 1989. ¿En qué medida fue Sourrouille responsable de la hiperinflación que se desató durante el segundo trimestre de 1989?
–Lindo ejemplo de historia contrafáctica, en el cual las respuestas simplistas sirven para muy poco. Alfonsín le pidió la renuncia a Sourrouille por pedido de Eduardo César Angeloz, candidato del radicalismo a la elección presidencial del 14 de mayo de 1989. Contra su voluntad, el presidente accedió. Y lo reemplazó entonces por Juan Carlos Pugliese, quien se inmortalizó cuando, al aumentar el tipo de cambio, luego de lanzar el primer paquete de medidas, afirmó: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. Si quedaba alguna duda de que había que salir corriendo a comprar dólares, el flamante titular del equipo económico la resolvió. El 25 de mayo fue reemplazado por Jesús Rodríguez, quien, como Hernán Lacunza en 2019, se dedicó a la valiosísima pero nunca apreciada tarea de atajar penales en condiciones de fuerte debilidad política.
–La última página de Diario… es dramática y elocuente.
–Así es. No es la última página de un capítulo, sino un capítulo de una sola página. Titulado Juan, refiere la última conversación que Torre mantuvo con Sourrouille, poco antes del fallecimiento de este. Sourrouille le pidió a Torre que no publicara el libro. Probablemente le haya reiterado el pedido. Pero, gracias a Dios, este no le hizo caso.
–Más que especular sobre las razones que fundamentaron el pedido de Sourrouille, celebremos la decisión de Torre.
–Efectivamente. Los mediocres destacarán algún puntito del texto, lo que importa es entender el ambiente en el cual se hace la política económica, en la práctica. Y para esto Diario… es formidable.
–Don Hebert, muchas gracias.
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