Un hombre del FMI asesora a Economía
El argentino Eduardo Borensztein colaborará con Nielsen en el diseño de la propuesta a los acreedores privados del país
El Ministerio de Economía contará desde esta semana con los consejos de un economista del Fondo Monetario Internacional (FMI) para planificar la complicada reestructuración de la deuda soberana con los acreedores privados. Eduardo Borensztein, jefe de Países en Desarrollo del Departamento de Investigaciones del Fondo, estará en el país durante seis meses -tras pedir una licencia en el organismo de crédito- hasta que el Gobierno termine el diseño de su propuesta para el canje de unos US$ 76.500 millones en bonos afectados por el default declarado a fines de 2001.
Como consejero "visitante", Borensztein -de 49 años, casado y con dos hijos- no se involucrará en la negociación con los acreedores, pero será una pieza importante para la propuesta que el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, pretende presentar en la asamblea anual del FMI en el emirato de Dubai en septiembre próximo. En tanto, Nielsen se reunirá hoy con la misión del Fondo que está en Buenos Aires.
Borensztein, graduado en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), trabajó en el Banco Central y en la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) antes de ingresar en 1984 al Fondo Monetario.
En el organismo, se desempeñó en los departamentos de Africa, Asia central y, desde 1996, en el área de Investigaciones. Desde ese puesto, el economista escribió un paper -junto con Paolo Mauro-, que contiene la propuesta central que ofrecerá la Argentina a sus acreedores: los bonos atados al PBI.
El economista en jefe del Fondo, Kenneth Rogoff, se ha manifestado en favor de este instrumento. En cambio, ni el staff ni la conducción del organismo se pronunciaron al respecto. "Al menos no hablaron en contra", indicó a LA NACION una calificada fuente de Economía.
Fuentes vinculadas con la negociación destacaron el ingreso de Borensztein por "su buen nivel académico", aunque pusieron en duda la eficacia de la propuesta ya que podrían "existir dudas en torno de la transparencia de las estadísticas del país, dada la relación entre la conducción del instituto que las maneja y el poder político".
Pros y contras
En el trabajo escrito, Borensztein y Mauro plantean que la propuesta de emitir bonos cuyo repago esté ligado al crecimiento económico contiene dos ventajas importantes:
- Tienden a mantener una relación entre la deuda y el PBI en un margen más estrecho que en el caso de los bonos comunes ("vanilla bonds", en la jerga financiera). El paper plantea que la recesión que comenzó en la Argentina en 1998 contribuyó a tornar "insostenible" la dinámica de la deuda soberana.
- Estos títulos públicos brindan un mecanismo de estabilización automática que reduce la necesidad de aplicar políticas procíclicas. De este modo, el Gobierno estaría en condiciones de no verse forzado a aplicar políticas de ajuste en un contexto recesivo para mantener en pie la confianza de los mercados, como ocurrió en el país hasta el final del plan de convertibilidad.
Sin embargo, los autores plantean una serie de inconvenientes a este sistema aplicado una década atrás en Bulgaria y Costa Rica en el contexto del plan Brady.
Al respecto, se destacaron las siguientes dudas:
- La aceptación de los tenedores de bonos en relación con el riesgo adicional que resulta de la indexación del PBI. En este sentido, los economistas creen que los inversores han invertido en acciones de países emergentes que son mucho más volátiles que la variación del PBI.
- El grado de complejidad de estos instrumentos financieros. Los bonistas suelen preferir opciones sencillas, aunque existen algunas que ligan el pago de cupones a la tasa Libor u otra tasa de interés.
- El grado de transparencia de las cifras del PBI, ya que puede haber una "tentación" del país a subestimar el crecimiento para reducir el pago de intereses. De todos modos, se aclara, los gobiernos suelen tomar la actitud contraria, sobrestimando el aumento del nivel de actividad, para mejorar su popularidad.
- La posibilidad de "engañar" a los inversores cuando se formulan las revisiones de crecimiento. Para evitar esta trampa, hay que establecer un mecanismo previo que permita medir el PBI sin estas variaciones.
Borensztein plantea en términos teóricos el efecto que hubiera tenido la aplicación de este bono sobre la Argentina en la década del 90, cuando se registró un crecimiento en promedio del 2,3% anual.
Al respecto, calcula que el Gobierno debería haber pagado una tasa del 8,8% sobre el cupón, con un precio más alto durante los años más prósperos del plan de convertibilidad y un considerable ahorro de intereses a partir de 1999.
Eduardo Borensztein
- Nació en 1954 en Buenos Aires; recibió su doctorado en el MIT de los Estados Unidos.
- Dirige el área de estudios de países emergentes en el Fondo.
- Cree que atar el pago de la deuda al crecimiento del PBI reduce la volatilidad económica.
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