Un golpe de timón y una disputa pendiente: estas son las claves de la economía a partir de hoy
Desde hace unos meses, la economía argentina entró en un entretiempo que se prolongó más de lo que el sector privado hubiese deseado. La decisión de atrasar un mes las elecciones trajo una dilación también de medidas económicas de peso. Esta estrategia no fue gratis para el Gobierno, que tuvo que ajustar más el cepo cambiario para detener la sangría de reservas del Banco Central, a costa de perjudicar la reactivación económica y de empeorar las variables financieras. Eso generó más brecha de los tipos de cambios y aumento del riesgo país.
Si bien se trató de una elección para renovar la composición del Congreso, las expectativas de los analistas económicos y de las empresas está puesta en lo que haga el Poder Ejecutivo a partir de hoy. En este sentido se explica que el Presidente no perdió tiempo anoche para anunciar en un mensaje grabado que profundizará “los esfuerzos para llegar a un acuerdo con el FMI” y que enviará al Congreso un proyecto de ley que explicite el “Programa económico plurianual para el desarrollo sustentable”. Además, ratificó a Martín Guzmán como ministro de Economía, al señalar que es quién lidera las negociaciones con el Fondo.
Desde hoy, el equipo económico tiene al menos cinco desafíos que marcarán el pulso del segundo tiempo de mandato de Alberto Fernández. En concreto, se quiere saber qué ocurrirá con la política cambiaria, si se cerrará rápido un acuerdo con el FMI, cómo se reducirá la inflación y qué pasará con el gasto fiscal, que últimamente se financia en mayor medida con emisión monetaria. De las políticas que anuncie el Gobierno se sabrá también si habrá una mayor radicalización (con más injerencia del kirchnerismo duro en las medidas económicas) o, si en cambio, primará la moderación.
1. Dólar
Mientras que Martín Guzmán reafirma que no habrá devaluación luego de las elecciones, hay al menos tres señales que hacen dudar de que el ministro pueda sostener su postura. En primer lugar, el nivel de reservas netas del Banco Central (las que están operativas para utilizar) está en el orden de los US$6750 millones, según la consultora Delphos Investment. De ese total, US$3600 millones está en oro, lo que generaría un impacto político si las decidiera vender.
A su vez, la Argentina todavía debe pagarle al FMI casi US$3000 millones entre diciembre y febrero por vencimientos de capital e intereses. Por lo tanto, las reservas líquidas ya serían negativas en marzo, sin tener en cuenta los dólares que vende el Banco Central para contener la suba del tipo de cambio. Solo la semana pasada, por ejemplo, se desprendió de US$620 millones.
La situación crítica de las reservas no es nueva. El año pasado, el Gobierno enfrentó la misma escasez, pero se vio beneficiado por el precio alto de los commodities, que le permitió comprar más dólares de lo esperado durante la cosecha gruesa del campo, y por el reparto de fondos del FMI, que implicó que la Argentina recibiera US$4400 millones extra.
Este colchón de dólares inesperado le permitió al Gobierno no tener que forzar una devaluación brusca y le dio tiempo al Ministerio de Economía de dilatar algunas decisiones que no tenían consenso dentro del oficialismo, como el acuerdo con el FMI y un mayor aumento de tarifas energéticas.
La segunda cuestión que hace pensar que una mayor devaluación es inevitable es la brecha entre el aumento del tipo de cambio y la inflación. Este año, el dólar oficial subió un poco más de 18%, mientras que en el mismo periodo la inflación fue 41,8%.
En tercer lugar, los dólares paralelos a precios arriba de $200 hicieron crecer la brecha cambiaria a más de 100%, una diferencia que pocas veces se mantuvo en el tiempo cuando se repasa la historia económica argentina. En estas situaciones, l tipo de cambio más barato siempre terminó alcanzando al más caro.
2. Inflación
En el último año, solo en un mes la inflación estuvo por debajo del 3%: fue en agosto, cuando tocó el piso de 2,5%; en marzo había llegado a un pico de 4,8%. Para comparar con un país similar, en Brasil están preocupados porque la inflación mensual de octubre fue 1,25%, la más alta en 19 años.
El dato de inflación en la Argentina inquieta porque es alto con un tipo de cambio pisado y tarifas congeladas. Esto se debe en mayor medida a la gran emisión monetaria a la que el Banco Central tuvo que recurrir para financiar el gasto del Estado, sin que haya demanda para tantos pesos.
Para el año próximo, las consultoras económicas tienen como escenario base una inflación del 50%, pero esta estimación podría crecer si el Gobierno avanza con las actualizaciones de los precios atrasados. De no hacerlo, por otro lado, también generaría más inflación, ya que aumentaría el gasto del Estado y se tendría que recurrir a más financiamiento del Banco Central. Por lo tanto, reducir la inflación no es un objetivo de corto plazo, pero descuidar este frente podría traer consecuencias muy fuertes en los niveles de pobreza.
3. Tarifas
Luego de casi dos años de tener las tarifas de luz, gas y transporte prácticamente congeladas, el Gobierno volvió a destinar en subsidios económicos más de 2,2% del PBI o, dicho de otro modo, más de US$10.000 millones. Este nivel de gasto es insostenible en el tiempo porque el Estado no tiene cómo financiarlo. Además, como expresó Guzmán, se trata de un esquema de subsidios “pro-ricos”.
El plan del Gobierno es avanzar en una segmentación de tarifas, para que la corrección de precios no sea tan dolorosa, pero las empresas energéticas dudan de la capacidad del Estado para aplicar esta política. El silencio del equipo económico sobre cómo se llevaría a cabo alimenta estas dudas.
4. FMI
Un avance concreto en el acuerdo con el FMI es la principal señal que espera el sector privado luego de las elecciones. Arreglar con el Fondo despejaría los vencimientos de corto plazo sin entrar en default y le daría un respaldo al Gobierno para estabilizar la economía.
“Después de las PASO se terminará la tregua que hay dentro del oficialismo y se definirá quién liderará la salida de este entuerto. Ahí sabremos si se viene algo más pro-mercado o más restrictivo. El resultado del acuerdo con el FMI dependerá de quién sea el que lidere en el Gobierno. Hay fuertes vencimientos en la primera parte del año, que las reservas no pueden abastecer. Hay que acordar lo antes posible para no seguir debilitando la posición del Banco Central. De lo contrario, habrá más brecha, más inflación y consecuencias negativas en la actividad”, analizó Sebastián Menescaldi, director asociado de la consultora EcoGo.
5. Credibilidad
Finalmente, el Gobierno tiene como mayor desafío recuperar la credibilidad en su palabra, que perdió con los mensajes contradictorios que surgieron dentro del oficialismo cuando se acercaban las elecciones. Un ejemplo son las idas y vueltas que el presidente Alberto Fernández tuvo al describir la situación de las negociaciones con el FMI. Mientras que hace unas semanas le decía a un grupo de empresarios que se estaba cerca de lograr un acuerdo, unos días después se desdijo al decir que no había apuro de arreglar.
Lo mismo sucedió la semana pasada con YPF: mientras el CEO Sergio Affronti les decía a los inversores que subirán el precio de los combustibles, al día siguiente el presidente Pablo González daba una entrevista en una radio partidaria y señalaba que no iban a haber incrementos de nafta y gasoil.
“Con el escenario de más pragmatismo y precios alto de la soja, aguantamos con macro desordenada, pero sin caos. Hay que cerrar cuanto antes con el FMI; tener una pauta fiscal creíble con foco en tarifas y subsidios; tener un dólar oficial creíble y que la devaluación sea al menos igual a la inflación; dar señales al sector privado para que inviertan, y rezar para que llueva y la tonelada de soja no valga menos de US$450″, concluyó Leonardo Chialva, de Delphos Investment.
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