Un golpe al corazón del proyecto y el conjuro para desactivarlo
Los dueños del dinero le hicieron sentir al Presidente los problemas de gobernar sin la política alineada; Caputo, en su mejor momento con Milei, transitó un mes de mayo consagratorio y mandó los papeles a China, pero hay incertidumbre por la falta de respuesta; nace una nueva estirpe de gobernadores “empresarios” con el guiño de la Casa Rosada
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Como nunca antes desde que llegó a la Casa Rosada, la gestión libertaria sufrió esta semana las dificultades de formar un virtual cogobierno con la oposición debido a su debilidad parlamentaria. Todo el Gabinete ya está advertido: el intento por recomponer las jubilaciones que avanza en el Congreso es un golpe al corazón del proyecto de Javier Mile según la mirada del Presidente. A tal punto que funcionarios de alto rango evalúan alternativas de contención para impedir que la iniciativa prospere.
La del último miércoles fue una mañana de sentimientos encontrados para el Presidente. En su primer contacto con algunos de sus ministros horas después de la votación en la Cámara de Diputados, Milei intercaló muestras de fastidio con entusiasmo según el tramo de la conversación que transitara. Todo pasó en el convocante evento que organizó el financista Darío Epstein ese día.
Milei se mostró enojado con Oscar Zago, Carolina Píparo y con el radical Rodrigo de Loredo. Son nombres que muestran el problema de expectativas que tiene el Presidente. No económicas o políticas, sino personales.
Zago y Píparo son nombres que ganaron conocimiento, según Milei, con el vehículo de La Libertad Avanza. Con respecto a De Loredo, Milei lo ubica en el subibaja emocional en el que incluye a muchos radicales. Lo elogió tras la media sanción de la Ley Bases y se tomó un café con él junto a su hermana Karina y Luis Juez el pasado 25 de mayo en Córdoba, pero ahora volvió a retroceder en el aprecio presidencial.
Milei casi no habla de la oposición kirchnerista, pero le dedica cada vez más tiempo a la dialoguista. Solo se decepciona con aquellos de los que espera algo. Tiene que hacer grandes esfuerzos para no acusarlos de traidores en público. No maneja esa represión, en cambio, cuando habla en privado.
El sentimiento del Presidente tras la media sanción jubilatoria es doble porque sabe que la gresca legislativa lo devuelve permanentemente al centro de la escena. Es una paradoja que lo persigue. Lo que le hace mal en el manejo de la economía cotidiana, como una amenaza al equilibrio fiscal, le permite reanudar una narrativa -ahora contra los “degenerados fiscales”- que lo mantiene bien en las encuestas. Milei sigue de cerca esos números, que no se condicen con la crítica situación actual del nivel de actividad.
La hoja de ruta de la economía para los próximos meses está escrita. Caputo se atará a una devaluación del 2% mensual en complemento con un orden acérrimo en las cuentas públicas para frenar la suba de precios. Según su cálculo, en un diagnóstico que comparte el propio Milei, el sostenimiento en el tiempo de ambas decisiones hará colapsar la inflación.
Economía ya estudia alternativas para eliminar los efectos no deseados de ese modelo, como el hecho de que el peso se convierta en una moneda exageradamente buena, a tal punto que dificulte demasiado las exportaciones. Como no puede devaluar porque eso le echaría a perder el trabajo que hizo con los precios, espera comenzar a bajar impuestos. El primer objetivo será el denominado impuesto PAIS, que pesa sobre la compra de dólares y las importaciones.
Es una forma de moderar los precios en el mercado interno por la llegada de productos de afuera, complicar a quienes solo venden acá y volver más competitivo al exportador, que también compra afuera para producir en el país.
El problema para la Casa Rosada es que la condición excluyente para que eso ocurra es que haya equilibrio fiscal. De lo contrario, será muy difícil bajar impuestos. Por eso la afrenta legislativa tiene efectos tentaculares.
El hecho de que esté en juego el superávit también complica el futuro cercano de la gestión económica. Los bonos, de inmediato, valdrán menos, y se hará más difícil, más caro o ambas cosas juntas salir al mercado voluntario de deuda internacional en el último trimestre de este año, como sueña el equipo económico.
Milei recibió el último jueves una muestra de lo que puede ser un futuro incómodo en el Congreso. El valor de la deuda argentina se deterioró desde el último martes, con lo que aumentó el riesgo país.
Cada vez que eso ocurre, se aleja un poco más el día para salir del cepo cambiario, que traba toda la economía. Los números son los siguientes: hay unos $19 billones en pases (deuda de corto plazo que tiene el Banco Central), más que los $15 billones que componen todo el dinero que circula en el país.
El objetivo de Caputo es que los primeros se transformen en deuda del Tesoro, como ya viene ocurriendo. Pero nadie puede garantizar que no se vayan al dólar en un contexto de caída del precio de los bonos argentinos. Sería altamente perjudicial para el Gobierno.
Esa es la gran dificultad escondida en lo que pasó esta semana en el Congreso. No se debe a la discusión sobre cuánto deben ganar los jubilados, que perdieron mucho con Alberto Fernández y un poco más con Javier Milei, sino que pone en evidencia que la responsabilidad con las cuentas argentinas no es de todos, sino solo del Presidente.
Funcionarios que conocen las discusiones legislativas ya comenzaron a analizar cómo desactivar la bomba de las jubilaciones. Para ser ley luego de un eventual veto presidencial, diputados y senadores tienen que volver a aprobar el texto con mayoría de dos tercios.
Es sugestivo el comentario de esta semana de un colaborador cercano a Milei. Sostiene que es más fácil evitar que se reúna ese número antes que juntarlo para aprobar una norma. El futuro de los jubilados depende del quórum. También el del propio Gobierno.
Milei hizo esta semana confesiones que hasta ahora no compartió en público entre sus interlocutores de mayor confianza. Reconoció, por ejemplo, que necesita la aprobación de la Ley Bases, aunque se trate de un remiendo legislativo.
El Gobierno dio muestras generosas de su capacidad para hacer concesiones frente a los senadores para favorecer la aprobación. La novedad, ahora, es que la evidencia de la necesidad sale de la propia voz del Presidente. Hay motivos que explican esa expectativa.
Milei ejerce un encanto real entre algunos de los empresarios más importantes del mundo. Lo quieren ayudar. Se lo dijeron a él y a Caputo, varias veces y con una selecta audiencia escuchando. El problema es que ese salvavidas internacional naufraga en el contexto local.
La Argentina los fascina mucho menos que el hipnótico líder libertario. La Ley Bases tiene un objetivo en esa dirección: darle un marco de estabilidad a ciertas inversiones que llevaría décadas conseguir mediante la normalización integral del país.
El ascenso de Guillermo Francos es otra señal de necesidad y cambió el clima de tensión que había con los gobernadores. Un ejemplo: el chubutense Ignacio Torres, que lideró una rebelión contra Milei en febrero pasado, salió sonriente esta semana de Casa de Gobierno tras ver al nuevo jefe de Gabinete. Pese a que no se llevó dinero crocante, se quedó con una obra en la Ruta 3 entre Trelew y Puerto Madryn.
Torres estuvo junto a Martín Llaryora (Córdoba) y Rolando Figueroa (Neuquén), que tienen intereses similares y se sienten parte del club de los gobernadores superavitarios. Los tres le dejaron en claro a Francos que le estaban sacando de encima un problema a Milei al pedirle que les ceda las obras.
Sucede que ellos deberán aportar parte de su superávit primario para invertir en sus provincias, con lo cual reducen el peso sobre el Tesoro.
El gobernador de Chubut se quedó tan conforme que en los próximos días recibirá en su provincia a Karina Milei, pese a que la hermana del Presidente irá a la provincia para hacer política partidaria, algo que quizás en el futuro derive en una campaña en contra del propio Torres. Y se entusiasma con que la nueva sintonía con la Casa Rosada le permita quedarse con un tramo de la Ruta 40 en la que podría cobrar peaje mediante concesiones. Es el germen de los nuevos gobernadores “empresarios” favorecidos por el ajuste de Milei.
Es probable que en las próximas semanas se suceda un aluvión de obras nacionales que quedarán bajo el control de los gobernadores.
El Gobierno está en una transición. Todavía no terminó de ganar la pelea contra la inflación mientras empieza a estar cada vez más obligado a tomar un rol de centralidad en la recuperación de la economía. Por eso, la gestión de Francos para descongelar obras es un favor, a su vez, para Caputo y Milei. El ministro de Economía también empezó a abrir la billetera.
Tras la crisis del gas, Caputo habilitó esta semana una ampliación del presupuesto que incluyó, entre otras cosas, fondos millonarios para continuar con la finalización del gasoducto Néstor Kirchner. Y se anunciará en los próximos días la convocatoria a una licitación para terminar la segunda parte de ese proyecto. Correrá por cuenta de la inversión privada, que podrá cobrar por el uso del caño que construya.
La estatal Enarsa, además, trajo electricidad de emergencia desde Uruguay que pagó con una carta de crédito del Banco Nación. Si bien debe usar ese mecanismo por las restricciones del Banco Central, los fondos terminan llegando a la cuenta del proveedor tras unas dos semanas.
Milei atraviesa las tribulaciones aferrado a su talismán: Luis Caputo. Mayo fue un mes consagratorio para el ministro. Según cifras provisorias, los ingresos aumentaron 8,6% en términos reales con respecto al mes anterior, lo que implica la mayor suba del año, y mejoraron las cuentas de lo que va de 2024.
Combinado con la política de austeridad que se mantuvo, el mes pasado le “sobraron” a Caputo $2.500 millones antes de pagar los intereses de la deuda pública, con una mejora sustancial con respecto a sus propios logros. Es el mejor conjuro frente a los avatares legislativos. Las cifras surgen de ASAP, una entidad especializada en el análisis de las cuentas públicas.
Milei y el ministro de Economía adquirieron una dinámica propia. El primero, macroenomista, admira la especialidad financiera del segundo, a quien ve como un complemento. La retroalimentación es más extensa.
Caputo está exultante por el apoyo que recibe de Milei, y el Presidente por el que llega de las encuestas y de sus viajes por el mundo. Ninguna de las tensiones que en los últimos días recorrió al Gabinete por la salida de Nicolás Posse y las denuncias internas de Sandra Petovello frenó en la estación Ministerio de Economía.
Es una química muy conveniente para atravesar la incertidumbre que viene. Caputo ya mandó todos los papeles a China para extender el swap de monedas que le aporta cierta estabilidad al Banco Central. Todavía no le responden. Justo cuando el dólar y el resto de los indicadores financieros le recordaron al Gobierno que el peso de la tradición argentina negativa puede ser más fuerte que el entusiasmo libertario.
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