Un Gobierno con desgaste prematuro y la economía en un sendero angosto
Según una encuesta privada, el 46% dijo no poder aguantar y necesitar que la situación empiece a mejorar; 18% señaló que podría esperar unos 3 a 6 meses y 26% contestó “un año o más”
- 10 minutos de lectura'
El presidente Javier Milei volvió a mostrar sin complejos, para exasperación de extraños y varios propios, que se siente más cómodo en el exterior en su rol de predicador del dogma libertario que en el país como administrador del Estado, en una semana en la que quedaron a la vista los desatinos en la gestión. Es igual de transparente en privado. La política no le interesa, suele sincerarse ante sus ocasionales interlocutores. Cuando la conversación gira hacia allí, el Presidente corta el diálogo y manda a hablar con su hermana Karina.
Es el origen de uno de los principales conflictos, aunque no fue el único, que terminó eyectando del gobierno a Nicolás Posse. La prescindencia de Milei en el armado del Poder Ejecutivo había hecho que el exjefe de Gabinete avanzara sobre casi todo el tablero del Estado, salvo la economía y la política de comunicación. “Nicolás sintió que todas las áreas que no estaban bien delimitadas eran terreno suyo y ahí empezaron las fricciones; salvo Toto Caputo, los ministros tenían la sensación de que no eran dueños de sus ministerios”, recuerda un libertario de la primera hora. La concentración de funciones, además de roces, provocó una ostensible inacción. Como sucede con el propio Milei, el trabajo en equipo no era el fuerte de Posse.
En el mar de excentricidades que caracterizan a este gobierno, aquí había otra. Posse tomó espacios de poder casi sin tropa realmente propia. Fue juntando gente en un headhunting frenético luego de las elecciones de octubre, fuertemente asistido por Martín Maestu, senior partner de la consultora McKinsey & Co, a quien luego le dio un despacho en Casa de Gobierno, aunque sin un cargo formal. Se supone que lo iba a asistir en el proceso de privatización de empresas públicas. Posse no contestó sobre qué rol desempeñaba Maestu cuando pasó por el Congreso para presentar su primer y único informe de gestión. Por esa omisión, ambos fueron denunciados por la Fundación por la Paz y el Cambio Climático, una habitué de los tribunales, y la demanda recayó en el juez Ariel Lijo, postulado por el oficialismo para integrar la Corte.
La caída del jefe de Gabinete a menos de seis meses de gobierno ya sería en sí mismo un hecho político muy relevante; si ese jefe de Gabinete era Posse la significación es aún más profunda. Fue él quien reunió al equipo de técnicos y abogados que redactó la primera versión de la Ley Bases, quien seleccionó candidatos para integrar el gobierno y sedujo a empresarios para que aportaran plata para la campaña.
“A Posse el puesto le quedaba grande; repetía cosas de Milei que solo eran exageraciones del discurso electoral, pero fríamente y sin gracia. Eso asustaba a muchos. No es lo mismo juntar informes que gobernar”, recuerda la fuente libertaria. “Se podría haber aprovechado su despido para oxigenar el gabinete, poniendo figuras de peso para que no parezca un club de amigos que todos los días hace una cagada distinta y busca subsanarla echando gente. Es al revés: ahora son menos y con más funciones”, lamenta.
Si hay más cambios o no lo decidirá el triángulo compuesto por Milei, su hermana Karina y Santiago Caputo. El ascendente sobrino de Toto ya apunta a varias posiciones que quedaron huérfanas tras la salida del exjefe de Gabinete. El desafío es que la suma de poder no lo convierta en el nuevo Posse. Algunos prevén un avance estratégico sobre las “cajas” del Estado, conocimiento que -dicen- habría adquirido en su experiencia como asesor de la fallida campaña presidencial de Eduardo “Wado” De Pedro.
El despido de Posse no garantiza que sea el punto final del ruido político. “La personalidad negociadora de Francos [Guillermo, el nuevo jefe de Gabinete] quizás choque con el enfoque económico de Milei y este es un gobierno donde está todo supeditado a la economía”, razona alguien que los conoce y tuvo trato con ambos.
El anunciado ingreso de Federico Sturzenegger al elenco ministerial también despierta dudas por su estilo dogmático y por su dañada relación con el jefe del Palacio de Hacienda. Luis Caputo fue, junto a Marcos Peña y Nicolás Dujovne, uno de los actores del famoso 28-D, el episodio del 28 de diciembre de 2017 en el que anunciaron una corrección en las metas de inflación que Sturzenegger había fijado para 2018. Más tarde, Toto -entonces ministro de Finanzas- lo reemplazó como presidente del Banco Central y en una de sus primeras declaraciones prometió que haría “lucir mucho mejor” el balance de la entidad.
Pero aun si no se involucrara en internas, Sturzenegger ya generó -vía el decreto de desregulación de la economía- ruidos con los sindicatos, las prepagas, el sector aerocomercial y el cabotaje fluvial, entre otros. Un eventual rol en el manejo o destino de algunas empresas públicas promete un rosario de conflictos.
Mirar el partido
La salida de Posse, los inesperados cortes de gas a las industrias y estaciones de GNC y el escándalo de los alimentos sin entregar a los comedores sociales, que salpicó a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, eclipsaron el trabajoso avance de la Ley Bases, que obtuvo dictamen en el Senado y sería tratada en el recinto la próxima semana. El modesto triunfo fue atribuido por los libertarios en las redes sociales a la pericia política de Francos. “Estuvimos 30 días a los sopapos; con o sin él el resultado hubiera sido el mismo”, minimiza un senador de la oposición dialoguista que está lejos de compartir la euforia de los funcionarios. “No significa que ya tengamos la ley; va a haber que mirar el partido a cada rato. Hay intereses de los senadores patagónicos que chocan con los del norte y la interna de la UCR también incide”, advierte
Las horas más críticas desde el 10 de diciembre encontraron a Milei literalmente a más de 10.000 kilómetros de distancia. En Estados Unidos, el Presidente siguió llenando el álbum de fotos con los número uno de las empresas que lideran la economía digital en todo el mundo. Son viajes por fuera del protocolo, lo que hace que algunos los critiquen, pero que en la Cancillería defienden.
“La diplomacia presidencial existió siempre. Menem [por el expresidente Carlos] jugaba al golf con George Bush padre”, comparan, ante la consulta de LA NACION. “Milei es así, disruptivo en todo, incluyendo su agenda internacional. Preferimos que se vea con empresarios y no con Maduro [Nicolás, el presidente de Venezuela], como hacía el gobierno anterior”, afirman en la cartera que conduce Diana Mondino, donde aseguran que el Presidente no viaja para atraer inversiones, sino para saber “para dónde va el mundo”. Consideran que para crear un clima de negocios atractivo son más importantes el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) de la Ley Bases, modernizar los acuerdos de doble imposición con otros países, promover el comercio y avanzar en tratados de protección de inversiones.
Pero no todas las críticas a Milei por su desinterés administrativo provienen del kirchnerismo o la izquierda. “No podemos regalarle a los K que se caguen de risa con la mala gestión. Gestión es horas-culo en la silla y la cabeza puesta en los problemas”, grafica otro senador no libertario de buena sintonía con el Gobierno. “Algunos senadores que él dejó a cargo de la negociación son tipos que no entienden de política. Podés jugar al fútbol y ser burro, pero no tanto como para desconocer las reglas de juego y agarrar la pelota con la mano”, ilustra. La metáfora podría extenderse a los pormenores de la crisis en Capital Humano y el despido del exsecretario de Niñez, Adolescencia y Familia Pablo de la Torre, denunciado por el propio Gobierno.
“Los peronistas están empantanando todo y van a llevar al Gobierno a un lugar complicado”, advierte. “Tienen un socio histórico que es el paso del tiempo. Si tu gestión no arranca, la gente va a preferir a alguien que haga y resuelva, aunque sea un delincuente. Los peronistas no se redimen en los tribunales, sino por la incompetencia de los que vienen después de ellos”, alerta.
El límite de la paciencia
Algunos analistas creen que los principales logros del plan Caputo a nivel macro -inflación en baja, superávit fiscal y financiero, y dólar calmo- podrían estar encontrando límites en su progreso. Otros piensan que, con consumo deprimido e inversión insuficiente, estas condiciones podrían empezar a darse por sentadas y la población orientará sus preocupaciones hacia otras cuestiones y exigirá otras soluciones.
De eso habla justamente el informe de humor social de junio de la consultora Moiguer, titulado “La brecha entre la macro y la micro”, al que accedió LA NACION. La caída del poder adquisitivo y la inestabilidad laboral empiezan a marcar la agenda. Cuando se les preguntó a los encuestados cómo creen que evolucionará el escenario económico general durante el gobierno de Milei, el 43% respondió mejor contra el 38% que dijo peor, mientras que respecto de la inflación, el 41% respondió mejor versus un 39% que señaló peor. Pero cuando las preguntas se orientaron a la microeconomía, las respuestas se invirtieron drásticamente. Consultados sobre la estabilidad de su situación laboral, el 52% estimó que será peor contra un 25% que prevé que será mejor; en tanto que un 52% espera contar con una peor capacidad de compra, contra un 25% que estima tener un mejor poder adquisitivo. El 37% de los encuestados dijo tener temor a perder el empleo en los próximos 6 meses, porcentaje que en la clase baja salta al 51%. Todo en un contexto donde la gente empieza a quedarse sin resto.
Ante la pregunta “¿Cuánto podés esperar a que el plan económico de Milei comience a dar resultados positivos?”, el 46% dijo no poder esperar y necesitar que la situación empiece a mejorar; 18% señaló que podría esperar unos 3 a 6 meses y 26% contestó “un año o más”. Del trabajo también surge que la población espera que se anuncien medidas de alivio. El informe aclara que, de todos modos, la mitad de la gente mantiene la esperanza en que la economía mejorará en los próximos 12 meses.
El fin de semana pasado, en su blog, Domingo Cavallo, uno de los pocos economistas que Milei respeta, también pidió ocuparse de la micro y advirtió que la inflación podría volver a subir. “La microeconomía será un ingrediente esencial para que pueda fructificar la labor del nuevo jefe de Gabinete en materia de búsqueda de consensos con los gobernadores y mantenimiento de la paz social”, advirtió. Su receta: eliminar el cepo para destrabar el funcionamiento de las empresas.
¿Lo escuchará el Gobierno? Los empresarios que visitan los despachos oficiales hace tiempo que se van con el mismo mensaje: “Nosotros les arreglamos la macro, ustedes hagan el resto”. Es fruto de una visión que sostiene que con las cuentas ordenadas y la inflación en baja todo el resto se acomoda solo. En tanto, el reloj corre y, si la economía no repunta, los errores de gestión serán cada vez más difíciles de disimular.