Un factor clave para que haya una democracia plena
Después de 9 años, el Indec vuelve a difundir el IPC que había dejado de publicar en enero de 2007. En esa fecha el organismo reemplazó el IPC por el IPD (índice de precios dibujado), que mantuvo su vigencia hasta octubre del año pasado. La manipulación estadística rápidamente se trasladó a otros indicadores oficiales: el índice de precios mayoristas, la Canasta Básica Total y la Canasta Alimentaria, los índices de pobreza e indigencia -que terminaron desapareciendo-, el PBI, el Estimador Mensual Industrial, las tasas de desocupación, etc.
Ello constituyó la infraestructura sobre la cual se erigió el "relato" encargado de dibujar un inexistente país sin inflación, sin desocupación y con pobreza inferior a Suiza, Noruega, Estados Unidos o Alemania.
Luego vinieron las sanciones a las consultoras privadas para amordazarlas e impedir que difundieran sus propias estimaciones. Afortunadamente, la publicación del índice Congreso permitió durante este tiempo tener un indicador de la magnitud de la inflación y de las variaciones del PBI.
Finalmente, vino la ley de medios audiovisuales, que si no hubiera sido bloqueada por la Justicia, habría permitido prohibir la difusión del índice Congreso, como se intentó hacerlo a fines de 2014.
La Argentina pasó a formar parte de una selecta lista de países cuyas estimaciones fueron desestimadas por el Banco Mundial, como las de República Árabe Siria, Libia, Palestina, Corea del Norte, Somalia y Djibouti.
Tras estos 9 años, la Justicia tiene una deuda con la sociedad argentina: poner en marcha los distintos procesos iniciados contra los responsables de semejante manipulación. Juicio y castigo a los culpables de la mayor falsificación estadística de que se tenga memoria para que nunca más ello vuelva a ocurrir. Porque tergiversar la información pública es faltar a los deberes de funcionario público. La democracia se basa en la transparencia informativa: sin ella no existe democracia plena.
La plena normalización del Indec y la recuperación del prestigio perdido no se lograrán de inmediato. Es un proceso que llevará su tiempo. Igualmente, deben incorporarse las innovaciones que el resto de los países fue adoptando y de las cuales la Argentina quedó totalmente aislada. Por ejemplo, poner a disposición de la población una aplicación que permita a cada hogar calcular su propio índice de precios conforme con su específica canasta de consumo.
Estas y otras iniciativas -como la preparación del próximo Censo Nacional de Población, la reactivación de las encuestas agropecuarias, la planificación de los censos agropecuario y económico- deberán ir acompañadas de un fortalecimiento cualitativo del organismo, apuntando a fortalecer su perfil técnico.
Sólo así se cerrará la etapa lamentablemente abierta en 2007 y se recuperará el prestigio que siempre tuvieron nuestras estadísticas a nivel internacional.
El autor es ex director de Estadísticas Económicas del Indec y profesor de la Universidad de Belgrano y de la UBA