Un emblema nacional que resurge tras la quiebra
SIAM heladeras
En 1911 comenzó todo para la Sección Industrial de Amasadoras Mecánicas -conocida por todos como SIAM-, una empresa nacional que llegaría en los 60 a convertirse en la fábrica metalmecánica más grande de América latina.
Ese año, a raíz de una huelga realizada por panaderos de la ciudad en reclamo de mejores condiciones laborales, el gobierno porteño decretó que todas las panaderías debían tener máquinas para amasar pan. Viendo en esta situación una oportunidad, Torcuato Di Tella y el mecánico Guido Allegrucci fabricaron la primera máquina amasadora de pan del país, y fundaron así SIAM.
Hacia 1922, la empresa sumó la elaboración de surtidores para las estaciones de servicio de YPF. Sin embargo, cuando años más tarde la petrolera le rescindió el contrato, Di Tella optó por emprender en un nuevo rubro: los electrodomésticos. De este modo, introdujo al mercado las heladeras SIAM que, por su diseño y durabilidad, pronto se transformarían en un hito argentino.
Tras la muerte de Di Tella en 1948, la empresa siguió abriéndose a nuevos mercados, como el de las motos, primero, y el de los autos, después.
Con el paso de los años, sin embargo, la falta de actualización y la creciente competencia internacional llevaron a que SIAM perdiera gradualmente su capacidad de pago y a que el Estado fuera quedándose con ella. Tras distintos gobiernos, el entonces presidente Raúl Alfonsín la vendió a Perez Companc, Techint y Aurora Grundig. Pero, tras quebrar la última en 1996, SIAM quedó a cargo de una cooperativa organizada por sus propios trabajadores.
En la actualidad, la compañía está en manos de Newsan y trabajando en la reapertura de su histórica planta en Avellaneda, donde tiene previsto fabricar productos de línea blanca, entre los que se encuentra su mítica heladera.
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