Un elemento doméstico inspirado en la guerra
Schick, máquinas de afeitar
Corría el año 1910 cuando el teniente coronel Jacob Schick decidió abandonar su puesto en el ejército de los Estados Unidos. Y si bien regresaría al servicio al comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1939, es ese lapso intermedio el que marca la razón por la cual es recordado.
Alejado de los conflictos bélicos, el coronel apostó a la minería en Alaska y la Columbia Británica. En este tiempo, sufrió una lesión en el tobillo que lo obligó a permanecer solo por varios días en el campamento donde habitaba. Fue allí, durante este período solitario y habiéndose dado cuenta de la dificultad que tenía para afeitarse, que primero concibió la idea de una máquina de afeitar en seco y esbozó un diseño que le permitiría hacerlo sin agua ni espuma.
En 1921, el coronel fue un paso más allá en su inventiva y desarrolló la navaja con recámara de repetición, un nuevo tipo de afeitadora más segura, que mucho tenía que ver con sus años militares. La inspiración provino justamente del rifle de repetición que acostumbraba a usar en el ejército. La maquinita se destacaba por contar con cuchillas de repuesto almacenadas en el mango, listas para ser recargadas en posición de afeitar sin el peligro de una cuchilla afilada. Cinco años más tarde, se inició la producción de esta afeitadora, que fue la precursora de la hoy conocida Schick Injector.
Para 1927 el invento ya gozaba de éxito y, convencido el coronel de que el método de "afeitado en húmedo" sería reemplazado por la máquina de afeitar eléctrica, un año más tarde comenzó también a fabricar y vender este tipo de artefactos.
Con los años, Schick continuó su tradición innovadora, hasta llegar a sus afeitadoras de cabecera actuales: el Xtrem3, la primera descartable de tres filos de la Argentina, y Quattro Titanium, la única descartable de cuatro filos más uno de precisión del país.
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