Un 2013 sin sorpresas en el que habrá poco crecimiento
NUEVA YORK.– La economía mundial exhibirá este año algunas semejanzas con las condiciones que prevalecieron en 2012. No habrá sorpresas en este frente: será otro año en el que el crecimiento económico mundial promediará 3%, pero con una recuperación a múltiples velocidades. Estará por debajo de lo adecuado en las economías avanzadas, con tasas de 1%, y cercano al de tendencia en los mercados emergentes, con tasas de 5%. Pero también habrá algunas diferencias importantes.
Un doloroso desapalancamiento –menos gasto y más ahorros para reducir la deuda– continúa en la mayoría de las economías más avanzadas. Pero este año la austeridad fiscal también se verá en las economías más avanzadas, no solo en la periferia de la zona del euro y en el Reino Unido. La austeridad se extiende al centro de la zona del euro, a Estados Unidos y a otras economías avanzadas (con la excepción de Japón).
La mayoría de los bancos centrales de las economías avanzadas más importantes –el Banco Central Europeo (BCE), la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el Banco Nacional Suizo– implementaron algún tipo de flexibilización cuantitativa, y quizá se una el Banco de Japón, que se ve empujado hacia políticas menos convencionales por el gobierno del primer ministro Shinzo Abe.
Además, nos aguardan muchos peligros. En primer lugar, el miniacuerdo impositivo estadounidense no lo alejó del precipicio fiscal. Tarde o temprano tendrá lugar otra fea pelea sobre el tope de la deuda, el demorado secuestro del gasto público y una resolución continua sobre el gasto del Congreso. Los mercados pueden asustarse frente a otra situación fiscal de suspenso. Incluso el actual miniacuerdo implica una carga significativa –aproximadamente el 1,4% del PBI– sobre una economía que durante los últimos trimestres ha crecido apenas al 2 por ciento.
En segundo lugar, si bien las acciones del BCE bajaron los riesgos de eventos excepcionales en la zona euro –una salida griega o la pérdida de acceso a los mercados para Italia y España– los problemas de la unión monetaria no fueron resueltos. Junto con la incertidumbre política, surgirán en toda su magnitud durante la segunda mitad del año.
Después de todo, el estancamiento y la clara recesión –exacerbados por la austeridad fiscal concentrada al principio del período, el euro fuerte y la restricción crediticia en curso– continúan siendo la norma en Europa. Como resultado, se mantienen grandes –y potencialmente insostenibles– niveles de deuda pública y privada. Además, dadas las poblaciones envejecidas y el bajo crecimiento de la productividad, el producto potencial se verá erosionado en ausencia de reformas estructurales más agresivas que impulsen la competitividad, lo que deja al sector privado sin motivos para financiar los déficits crónicos en la cuenta corriente.
En tercer lugar, China debió apoyarse en otro estímulo monetario, fiscal y crediticio para apuntalar un modelo desequilibrado e insostenible, basado en excesivas exportaciones e inversión fija, elevado ahorro y bajo consumo. Para el segundo semestre, se acelerará la caída de la inversión en bienes raíces, infraestructura y capacidad industrial.
Riesgo en la prima del miedo
En cuarto lugar, muchos mercados emergentes –incluidos los BRIC (Brasil, Rusia, India y China)– experimentan una desaceleración del crecimiento. Su "capitalismo de Estado" –empresas estatales que desempeñan un papel importante; bancos estatales; nacionalismo de recursos; industrialización por sustitución de importaciones, y proteccionismo financiero y controles sobre la inversión extranjera directa– es el centro del problema. Queda por verse si adoptarán reformas para impulsar el rol del sector privado en el crecimiento económico. Además, aumentan los riesgos geopolíticos. Todo Medio Oriente es social, económica y políticamente inestable. La "prima de miedo" en los mercados petroleros puede aumentar y elevar los precios 20%, lo que conducirá a efectos negativos sobre el crecimiento en Estados Unidos, Europa, Japón, China, la India y todas las economías importadoras netas de petróleo.
Si bien la probabilidad de una tormenta perfecta –con la materialización de todos estos riesgos en su forma más virulenta– es baja, cualquiera de ellos sería suficiente para estancar la economía mundial e inclinarla hacia la recesión. Y si bien no todos pueden mostrarse en su forma más extrema, sí están presentes, o lo harán, de alguna manera. A principios de 2013, los riesgos de baja para la economía global van en aumento.