Turismo. En la Argentina el sector necesitará 5 años para volver al nivel pre pandemia
En donde haya temporada de invierno habrá hoteles que no abrirán, igual que pasó en el verano; los costos son altos y no se cubren con ocupación media-baja
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CÓRDOBA.- Al menos cinco años le tomaría al sector hotelero y gastronómico volver a los niveles de la pre pandemia. Los datos se desprenden de un estudio realizado por una consultora privada a pedido de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina (Fehgra) y de la interpretación empresaria en función de la evolución de la actividad y de las estimaciones para Europa.
La demora proyectada es significativa porque se trata de la cuarta actividad según la intensidad del factor trabajo y porque -aunque en términos netos es deficitario- es el tercer exportador y generador bruto de divisas.
En el caso europeo -seguido de cerca por los empresarios argentinos- S&P Global Ratings calculó que la recuperación “sólida” recién se daría en 2023. La de este año la analizó como “liviana”, manteniéndose al menos 30% por debajo de 2019. En la Argentina, en la temporada de verano se trabajó, en promedio, al 50% teniendo en cuenta que en todo el país hubo establecimientos que directamente no abrieron.
Graciela Fresno, presidenta de Fehgra, plantea que la recuperación no sólo depende de la evolución de la vacunación en la Argentina sino también de lo que pase a nivel internacional; apunta que la Organización Mundial de Turismo (OMT) no espera que a nivel internacional se vuelva a niveles pre pandemia hasta 2023 o 2024. “Si, en general, la economía argentina demorará cinco años en volver a 2019, nosotros podríamos estar por encima del promedio. Menos, no”.
El economista del Ieral Marcos Cohen Arazzi explica que en el mundo la recuperación es lenta, las cifras a nivel internacional no son importantes a pesar de la apertura de regiones como Europa o Estados Unidos, y a la vez la realidad es muy “heterogénea” y las proyecciones fueron volviéndose “más pesimistas” pese a la vacunación.
El sector hotelero gastronómico representaba, antes del inicio del Covid-19, el 2,2% del Valor Agregado Bruto (VAP) total de la economía argentina y casi 3% del Valor Bruto del Producto (VPB) total. En los últimos años venía creciendo por encima del resto, lo que generó un aumento de su participación. Con la pandemia fue el sector que más cayó.
El sector gastronómico es significativamente más importante que el hotelero: representa el 75% del global de esas actividades. Casi el 4% de los puestos de trabajo totales del sector privado son generados por ambos. La radiografía elaborada por la consultora Invecq indica que, en ese aspecto, el impacto es mayor en el segmento de los no registrados: 4,3%, aunque corregido el dato por el factor intensidad de trabajo queda en línea con el resto.
Hacia adentro del sector, el gastronómico explica el 86% de los trabajos y los hoteles tienen más formalidad. En los últimos 15 años el sector aumentó 77% los empleos registrados generados; en ese mismo período la ocupación creció 41% en la economía en general, proceso que se cortó en 2018.
La actividad evoluciona de manera similar a la general: más empleo y poder adquisitivo impacta positivamente en la demanda, más en la gastronómica que en la hotelera, que se vincula más intensamente con el flujo internacional de visitantes, que, a su vez, tiene alta dependencia de las fluctuaciones del tipo de cambio real.
Aldo Elías, titular de la Cámara Argentina de Turismo, coincide en que la recuperación requerirá “no menos de dos años y medio o tres, dependiendo enormemente del resultado de las vacunas; ese éxito será clave”. Aclara que ese horizonte no es en función de lo perdido sino “de poner en marcha la rueda”.
Casi 18.000 empresas componían en 2020 el sector de alojamientos turísticos. El número atraviesa una “lenta caída” desde 2014, aunque la cantidad de plazas es superior a la de ese año porque hay un cambio de composición. Del volumen de firmas, el 72,5% no corresponden a hoteles sino a albergues, bed and breakfast, hostels, cabañas, bungalows, establecimientos rurales, hospedajes, hosterías, residenciales, refugios o campings. En cambio, la oferta por capacidad de alojamiento corresponde en un 52% a hoteles.
“En el caso de la Argentina seguiremos esa tendencia, pero con rezago -agrega Cohen Arazzi-. Por ejemplo, sigue la restricción a las llegadas internacionales; en el plano interno, primero podrían despegar las regiones más atadas al turismo local, aunque hay que tener en cuenta que, además de la pandemia, hay un problema de ingresos de la población. El nivel de empleo que se perdió en esta coyuntura había llevado unos 14 años generarlo, no llevará igual tiempo recuperarlo, pero da una idea de la cautela que hay que tener”.
Elías afirma que lo que ya se ve es el redimensionamiento en la “forma” de hacer turismo; entiende que continuará la autolimitación de viajes grupales y los viajes serán con amigos o familia. Cree que el número de establecimientos se va a recuperar, “quizás en formato distinto y con sociedades diferentes”.
Entre los reclamos que viene planteando el sector se incluye el de una baja de la presión impositiva. Según el reporte de Invecq, las tarifas de los cinco estrellas argentinos son las más altas de la región; los de establecimientos de uno, dos y tres estrellas son los segundos más caros, por detrás de Lima. Entre 35,1% y 36,9% del precio que paga el consumidor son impuestos nacionales, provinciales y municipales.
Fresno ratifica que esta temporada de invierno seguirán sin abrir muchos establecimientos porque la incertidumbre es grande y los costos son altos: “La ecuación no cierra; muchos empresarios esperarán a ver qué pasa y recién ahí tomarán la decisión final. Puede que no sea ni siquiera este año”.
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