Trump la vió, la macro sin micro no va
La elección del líder republicano dejó un mensaje claro para Milei, ya que el gran argumento para votarlo fue la suba de precios; pese a que varios indicadores macroeconómicos de EE.UU. daban bien, la gente estaba preocupada por la economía
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Mientras el mundo se acomoda a un nuevo escenario internacional, con Donald Trump pronto al frente de la principal economía del planeta, en la Argentina empieza a asentarse la idea de que se viene un periodo de bonanza económica. En Economía, por lo pronto, celebran la reacción de los mercados de las últimas ruedas. Hay una gran expectativa en el gabinete de La Libertad Avanza (LLA) por el dato de inflación de octubre que se conocerá el martes que viene. La esperanza es que ahora sí, el dato comience con un “2″. De concretarse, el número podría habilitar al Banco Central (BCRA) a desacelerar levemente la tasa de devaluación mensual, que desde diciembre de 2023 se mantiene fija también en 2%. Todo sea en pos de seguir hachando la inflación.
La elección de Trump dejó un mensaje claro para el Gobierno de LLA, que en apenas meses se adentra en terreno electoral. Pese a la recuperación que estaban mostrando gran parte de los indicadores macroeconómicos en los Estados Unidos –con la economía creciendo al 3% anual, la tasa de desempleo en 4%, y ya la inflación corriendo a poco más del 2% anual– la mayoría de los votantes de Trump respondía en las encuestas que su principal preocupación –a diferencia de los de Kamala Harris– pasaba por la economía. Y, según un sondeo de AP VoteCast que recogió el Wall Street Journal ayer, la suba de precios fue, puntualmente, el principal argumento que justificó su voto. En otras palabras, en el batacazo de Trump jugó la micro.
El mensaje es poderoso para un gobierno como el de Javier Milei, que entre sus mandatos electorales tuvo desde el comienzo una demanda por una mayor estabilidad económica, y sobre todo, por una menor inflación. En los próximos meses habrá que ver si ese mandato se amplía, además, a una mayor actividad económica –a no perder empleo–, pero todavía Milei tiene tiempo para mostrar resultados. Hasta ahora, viene corriendo con ventaja. Pero está claro que seguir bajando la inflación es una prioridad. Para el Gobierno, la unificación del tipo de cambio no puede poner en jaque ese objetivo. La reducción de la brecha, sin embargo, alienta las expectativas de una unificación más pronto que tarde, aunque no necesariamente implique el fin del cepo cambiario.
Entre los empresarios y en el mundo financiero, de todas formas, el optimismo es palpable. Tanto que la convocatoria para la cena que se organiza para marcar el miércoles el lanzamiento de la Fundación El Faro, el think tank que se creó para acompañar a LLA, y por qué no, para transparentar también su financiamiento, tiene asistencia perfecta. Ya se habla de que podrían tener que buscar un lugar más grande que el Yacht de Puerto Madero, de la familia Neuss, que es el lugar que se pensó inicialmente. Y es que nadie duda por estas horas en poner los US$20.000 que se piden por silla. Incluso hay donantes que ofrecen bastante más que eso. Asesores poco conocidos de Santiago Caputo, incluído su hermano Francisco, aunaron esfuerzos con ministros para hacer el “mangazo”. De hecho, muchos empresarios nacionales figuran con nombre y apellido, mientras que las multis que aportaron se escudaron en malón detrás de las cámaras que las nuclean. Pero todos ponen. Lo mismo sucedió desde que se conoció la victoria de Trump con la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), que se va a desarrollar por primera vez en Buenos Aires el 4 de diciembre, con Javier Milei como orador. Primeros en sentir hacia dónde van los vientos, los empresarios argentinos siempre “la ven”.
Quienes vivieron los años de Convertibilidad descuentan que en los próximos meses habrá un fuerte proceso de consolidación en gran parte de las industrias. Con una economía en crecimiento y de nuevo en la mira internacional, los negocios prometen otra escala. También para quienes vinieron haciendo buenos negocios al amparo del Estado, los nuevos tiempos prometen ser desafiantes. No todos estarán en condiciones de competir.
En el sistema financiero el proceso de consolidación comenzó hace algunos meses con las compras de los bancos Itaú y HSBC por parte de Macro y Galicia, respectivamente. El Grupo Eskenazi, dueño de los bancos Santa Fe, Santa Cruz, San Juan y Entre Ríos, hizo ofertas por varias entidades internacionales, pero por ahora no tuvo suerte. A diferencia de los años del 1 a 1, esta vez son en su mayoría empresarios locales los que hacen las primeras apuestas. Con la excepción de las grandes inversiones en minería, el capital internacional mira al país con interés, pero todavía de reojo. “Nos encanta la historia de la Argentina, nos gusta lo que propone Milei, pero todavía hay que ver que sea sostenible en el tiempo”, reconoce un hombre que administra un fondo al que le sobra billetera.
Tal vez, el ejemplo más resonante sea el de Pluspetrol, que acaba de anunciar la adquisición de la mayoría de los activos que Exxon tenía en la Argentina por US$1700 millones. Pero no es el único. Se espera que en los próximos días termine de definirse la venta de parte del negocio automotriz que Mercedes Benz tiene en la Argentina. La empresa alemana abrió un proceso para desprenderse de la planta de Virrey del Pino, donde fabrica el utilitario Sprinter, y del negocio de importación y comercialización de autos. Según trascendió, entre los interesados, figuran todos grupos nacionales: los hermanos Pablo y Andrés Peralta junto a Roberto Domínguez, todos dueños del grupo financiero GST –que ya tienen 18 concesionarias de autos y contrataron al exToyota Daniel Herrero para que se encargue del negocio–; el Grupo Belcastro, hoy importador de marcas como Ferrari, Alfa Romeo, y Baic, entre otras, y se menciona el nombre de un distribuidor de una empresa fueguina.
Alberto Pierri, el histórico líder peronista, acaba de entregarle, por su parte, un mandato a Bank of America (Bofa) para sondear la venta de Telecentro, la compañía de telecomunicaciones, que tiene una amplia presencia en los 32 distritos del conurbano bonaerense. No es la primera vez que Pierri amaga con vender, aunque ahora desde adentro de la compañía admiten que las intenciones están. (durante la gestión de Mauricio Macri, el empresario rechazó una oferta de Telefónica). La realidad es que la empresa, que comenzó como una compañía de cable en los años 90, ahora vende principalmente acceso a banda ancha y telefonía fija. Y, pese al expertise de su dueño en mercados regulados, no logró un lugar en el espectro radioeléctrico ni tiene la capacidad económica para invertir. Quedó fuera de telefonía móvil y servicio de movilidad 5G. Los ingresos de Starlink y Amazon Services, a su vez, prometen darle pelea en el negocio de banda ancha, en estos casos, satelital.
Cerca de Pierri reconocen que podrían llegar a vender, aunque aseguran que, en una primera instancia, podrían buscar un socio estratégico que les aporte US$400 millones para reconvertir su red de cable coaxil –una tecnología que ya fue superada– a fibra directo al hogar (FTTH, por sus siglas en inglés), y además les permita expandirse por fuera del AMBA. La búsqueda de inversores recién comienza y no parece fácil.
Hay mucha ansiedad entre los hombres de negocios por saber quién será el embajador de la Argentina en Washington, tras la designación de Gerardo Werthein al frente de Cancillería. Los intereses de las empresas argentinas en los EE.UU. son múltiples. Entre los nombres en danza, hay algunos que en las últimas horas quedaron descartados. Es el caso de Demian Reidel, líder del comité de asesores del Presidente, y uno de sus hombres de mayor confianza. Pese a que en algún momento se barajó, aseguran que Milei prefiere tenerlo cerca en la Argentina. Hasta ayer, se hablaba de que la silla podría ocuparla un funcionario de carrera de Cancillería, al menos, transitoriamente. Desde Washington, ya empezaron a trascender nombres que serán clave para la agenda latinoamericana. Marco Rubio, el senador republicano por la Florida, sería uno de ellos. El otro, Carlos Trujillo, abogado de Donald Trump y ex embajador ante la Organización de Estados Americanos. Cualquiera sea el caso, el gobierno se ilusiona. Con el regreso de Trump al poder, desean reeditar las relaciones carnales. Los años 90 amagan volver en todo su esplendor.
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