Tres formas de volverse un emprendedor
"Quiero tener mi propio negocio, pero no sé qué emprender". Ese es el dilema que enfrentan muchas personas. Algunas logran resolverlo acertadamente y se transforman en empresarios independientes, pero otras lo arrastran durante años sin encontrar la forma de resolverlo.
La razón de este problema tan común es que no todas las personas descubren a tiempo cuál es el camino más adecuado para llegar a ese objetivo. Casi todos dan por descontado que hay una sola manera de emprender. Reflexione por un momento en sus propias creencias. Cuándo piensa en un emprendedor, ¿a quién se imagina? La mayoría de la gente piensa en alguien que tuvo alguna idea creativa y luego la energía, la determinación, la habilidad y, quizás, la suerte para poner en marcha un sistema comercial para explotarla.
En lo esencial eso es cierto: para comenzar un emprendimiento es necesario contar con dos cosas: una dosis de innovación y un buen sistema. Una buena idea o producto sin un buen sistema para explotarla no sirve de nada y un buen sistema con un producto o servicio malo tampoco llega tan lejos.
El problema es que no todos contamos con esas capacidades de innovación y de poner en marcha un sistema. Ese es el motivo por el que el desafío parece a veces inalcanzable. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Abandonamos nuestros sueños y nos conformamos con un buen trabajo?
Podría ser. Muchas personas tienen un trabajo que les permite pagar las cuentas, aunque no sea tan satisfactorio, y disfrutan fuera del trabajo desarrollando algún hobbie o pasión en paralelo.
Sin embargo, si se resiste a abandonar el sueño de convertirse en un emprendedor y cree que todavía puede lograrlo, lo que puede hacer es evaluar sus alternativas. No hay un sólo camino para emprender y algunos son más accesibles que otros. ¿Por qué no probar otras posibilidades? Estos son tres caminos diferentes para emprender. Evalúe cuál es el más adecuado para usted.
1. La empresa nueva. Este es el camino típico, pero tiene las dificultades que ya comentamos. Los beneficios económicos son potencialmente los mayores, aunque con frecuencia encontramos tres tipos de problemas. El primero es no saber qué producto o servicio comercializar, no sabemos qué vender que tenga una mínima originalidad para no tener que enfrentar un nivel de competencia muy alto. El segundo problema es el opuesto: ya tengo un buen producto pero me resulta difícil organizar la empresa para explotarlo. Estos problemas suelen tenerlos dos tipos de personas muy diferentes. Los innovadores generalmente son buenos para desarrollar productos o servicios, pero no tanto para crear sistemas u organizaciones que los puedan vender rentablemente. Los buenos organizadores, por su parte, no siempre son muy originales para encontrar o desarrollar productos. El tercer problema, finalmente, es que poner en marcha una empresa requiere recursos financieros que no siempre son fáciles de conseguir. Si elige seguir este camino y puede hacerse de los recursos necesarios, la recomendación es muy clara: encuentre un socio o empleado que lo complemente. Busque gente con características opuestas a las suyas.
2. La franquicia. Cuando no estamos seguros de querer o de poder desarrollar un producto y crear una empresa para explotarlo, una opción válida es comprar una franquicia. Una franquicia es un negocio que se compra "llave en mano". Es decir, nos dan un producto, una marca y una forma de trabajo (el sistema). Eso es lo bueno. La parte negativa es que, al ser la marca y el producto de otra empresa, uno suele trabajar para generar la rentabilidad propia y la del dueño de la franquicia. Sigue siendo necesario tener un capital inicial para poner en marcha el negocio, como en el caso anterior, pero además generalmente hay que pagar una parte de la rentabilidad al dueño de la franquicia. Por lo tanto, si uno quiere seguir este camino hay que elegir cuidadosamente, existen muchas opciones y cada una involucra diferentes montos de inversión y rentabilidades. Aun así, tomando en cuenta todo, comprar una franquicia es otra forma válida de emprender y tiene sus propias ventajas, la más importante de las cuales es contar con un producto que ya tiene aceptación y un sistema que ya funciona.
3. El marketing de red. Si las franquicias tienen sus fans y sus detractores, el marketing de red (network marketing o marketing multinivel), genera más pasiones encontradas que un clásico futbolero. Están los que lo aman y los que lo detestan. Parte de la razón es que dentro de la misma categoría se encuentran negocios legítimos y muy redituables, pero también esquemas piramidales y grandes engaños. Estos últimos ensucian el mercado, de manera que a veces pagan justos por pecadores. Para un emprendedor la clave aquí es separar la paja del trigo. Si uno logra hacerlo tiene a su disposición una forma de convertirse en emprendedor que tiene todas las ventajas de la franquicia (un producto y un sistema ya desarrollados y probados), pero sin tener que invertir los montos que éstas requieren. La estructura es la red personal (a través de la cual uno vende o promociona los productos), no hay que abrir locales y, si el negocio es de los buenos, no hay que stockear. Esta es una forma económica de aprender el arte de ser emprendedor y vale la pena tenerla muy en cuenta. Cuantitativamente, hay muchas más personas en condiciones de sumarse a una empresa de MR que las que pueden y logran crear una empresa nueva de la nada. Adicionalmente, nadie nos impide desarrollar nuestro propio negocio en paralelo después de una etapa de aprendizaje en una de estas empresas. A veces, el MR puede ser el mejor primer paso.
¿Ya decidió cuál de los tres caminos es el más adecuado para usted? No se apure. Vale la pena meditarlo con tiempo. Después de todo, seguir uno de estos caminos es más que una decisión económica. Es una decisión de vida.
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