Tres formas de ejercer el liderazgo en la Selección Nacional (y en la vida profesional)
El espíritu mundialista retrasa este año al navideño en los comercios y empresas. Pero los balances de fin de año siempre están. Y quienes sienten el fútbol casi como una religión puede ser que encuentren en este ciclo mundialista que estamos viviendo temas para la reflexión.
Una dimensión en la cual el deporte es una fuente de aprendizaje es el liderazgo. Definimos liderazgo como la capacidad para influir en las actividades de una persona o de un grupo, con el fin de conseguir metas. Pero esa capacidad no se asocia solo con casos de ejercicio de autoridad o de poder.
El deporte muestra que el liderazgo es para todos y que se puede ejercer de diferentes formas y en distintos momentos. El fútbol y nuestra Selección, puntualmente, muestran diferentes estilos de liderazgo a lo largo del tiempo, y la actual “Scaloneta” nos presenta un caso para reflexionar.
Hay un estilo de liderazgo más identificado con el caudillo, algo que formalmente puede asociarse con el estilo que Lewin, en su teoría, identifica como un liderazgo autocrático, es decir, autoritario y de personas que están dispuestas a tomar todas las decisiones para lograr la meta de la forma más efectiva. Hay poca delegación y poca consideración de las opiniones de otros.
Es un excelente estilo para situaciones de crisis, para equipos en formación o para grupos con problemas y hostilidades internas. Posiblemente, ese modelo pueda asociarse con el expresidente de la AFA, Julio Grondona, o con Daniel Passarella, el gran capitán del Mundial 78. El problema es que este modelo no se sostiene mucho tiempo, ya que, como dice la frase: “Si quieres llegar rápido ve solo, si quieres llegar lejos ve acompañado”.
El segundo estilo identificado por Lewin es el de laissez-faire, en el cual el equipo toma sus propias decisiones. La mayoría de las veces surge de forma automática, por la falta de autoridad del líder y, según su estudio de 1985, genera mucha hostilidad entre los miembros y una frustración más rápida. La gestión del exDT Jorge Sampaoli durante el Mundial previo al actual, en la que se quebró la relación entre el plantel y cuerpo técnico, podría ser un ejemplo.
Existe un tercer estilo, el democrático, caracterizado por un líder que comparte y busca opiniones y está dispuesto a delegar decisiones. Para que sea efectivo, es importante contar con un equipo ya desarrollado en habilidades técnicas, que se caracterice por fomentar buenas relaciones interpersonales y que tenga un propósito común que genere la unidad.
Y la imagen que se manifiesta, en ese sentido, es la de Lionel Messi, cuando se lo vio en el vestuario antes de la final de la última Copa América. Descartó allí las ordenes técnicas (sabían qué hacer y eran todos expertos), tomó la responsabilidad de la palabra, apeló a la unidad del equipo, habló desde la humildad y expresando el agradecimiento por los esfuerzos de varios jugadores en forma individual. Inclusive, apeló a sus familias, al país y a Dios.
Una característica de estos líderes es que entienden la autoridad como algo delegado. Según Barnard, la idea de autoridad aceptada consiste en ver a la organización como una pirámide invertida, en la cual sus miembros reconocen habilidades en un líder al que deciden delegarle la autoridad para ser dirigidos por él. Bajo esta visión, el aceptar la autoridad se vive como un servicio a los demás, como vemos en el bajo perfil de Lionel Scaloni, a quien un periodista chileno comparó con un gaucho, más que con un caudillo.
El liderazgo es muy similar en el mundo profesional y en el mundo del deporte. El comportamiento de equipos y directores técnicos puede servirnos para reflexionar en qué momentos nuestro liderazgo es importante o qué estilo deberíamos usar. Es importante que el líder conozca sus habilidades y no intente liderar usando el estilo de otros (hay reiterados reclamos de un Messi “más maradoniano”).
El líder tiene que desarrollar habilidades que se resumen en tres aspectos: técnico (utilización de conocimientos), humano (capacidad para trabajar con personas) y conceptual (capacidad para entender la organización, definir una visión y trasmitirla). El liderazgo situacional es el que nos permite entender qué estilo usar y cuándo, como en la semifinal de 2014, cuando Javier Mascherano, sin ser capitán ni técnico, se acercó al “Chiquito” Romero antes de los penales y le dijo: “Hoy te convertís en héroe”.
Nosotros, ¿qué estilo de liderazgo vamos a usar para salir a la cancha?
*Profesor del IAE Business School de la Universidad Austral, especialista en management deportivo.
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