Tres emprendedores crearon un tiempo compartido de lanchas y proyectan facturar $10 millones
Existe un bien que algunas personas compran pero que casi no utilizan: las lanchas. Jerónimo Furtado (44) y sus socios veían las guarderías llenas de embarcaciones estacionadas casi todo el tiempo. En todo el año, estimaron, se utilizaban como máximo unas 15 veces. Con el propósito de poder darles a más personas la oportunidad de navegar, en 2015 crearon Boat Share, un sistema de tiempo compartido náutico que en 2018 proyecta facturar $10 millones.
El sistema ofrece diferentes planes según el tamaño de la lancha y la cantidad de días que se utiliza. En este momento, el más básico requiere un desembolso único anual de $9800 y 12 cuotas fijas mensuales de $2300, para el uso de tres días hábiles por semana de las embarcaciones más pequeñas (hasta 5,5 metros de eslora). El fee anual del más completo, en cambio, es de $63.000 y las cuotas son de $8800, para cuatro días hábiles más el fin de semana de un barco de hasta 8 metros de eslora. Todos los packs pueden compartirse, aunque se cobra un recargo que puede alcanzar hasta el 20% del precio total. La membresía incluye mantenimiento, auxilio mecánico, elementos de seguridad, salidas de inducción prácticas y seguro de responsabilidad civil y daños.
"Estamos democratizando la náutica", asegura Furtado, que venía del mundo de las embarcaciones y había navegado por mares de Asia, Europa y América. Sus socios son Javier Cami -con años de experiencia en marketing digital- y Matías Cramer -quien trabajó en el área comercial de varios emprendimientos-. Los emprendedores admiten que tienen un desafío, sobre todo en América Latina, donde "casi todos quieren ser propietarios de un bien aunque se deprecie todos los días".
En el imaginario popular, las lanchas son sinónimo de lujo. No es casualidad: para adquirir una, aseguran, se necesitan al menos US$15.000 por una embarcación de cinco metros de eslora (longitud), las más pequeñas que se ofrecen en Boat Share. El mantenimiento, en tanto, requiere que los propietarios desembolsen un 10% del valor del bien por año, calculan los emprendedores.
Furtado dice que la mayoría de los clientes no está familiarizado con la náutica, sino que se acercan por la posibilidad de acceder a una embarcación sin la obligación de comprarla. Quienes pagan la membresía acceden a su lancha en una guardería de San Fernando, pero deben reservar con anticipación. Si el día que el navegante eligió llueve, no se computa la salida y puede acumularse para el mes siguiente.
Hay otra forma de sumarse: varios propietarios ofrecieron sus embarcaciones a cambio de un pago fijo mensual o un porcentaje de lo que esa unidad genere. La compañía, que nació con un desembolso inicial de US$80.000, tiene una flota de 18 lanchas e invertirá US$300.000 para que a fines de este año sean 28.
Hasta el momento, Boat Share tiene 120 clientes y, cuando termine 2018, Furtado calcula que serán 180. Sobre los planes para un futuro cercano, explica: "Queremos extenderlo hacia los ‘cruceros’, barcos más grandes. La náutica tiene mercado para todos". Además, los socios evalúan otras locaciones para su negocio en ciudades del Litoral argentino, como Rosario -donde quieren desembarcar este año- y Paraná.
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