Tras tocar valores de default, los bonos argentinos se recuperan y marcan máximos
Es para los títulos emitidos en 2020, que el año pasado llegaron a pisos en torno a los US$20; el superávit fiscal, la compra de reservas y la política de emisión cero fueron factores que impulsaron la tendencia alcista, sumados al contexto internacional
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“El mercado empezó a confiar en la capacidad de pago del Gobierno”, dicen los analistas para resumir por qué los títulos de deuda soberana argentina pasaron de tocar mínimos cercanos a los US$20 el año pasado, a máximos por encima de los US$70 en tan solo un año y medio (es el caso del AL29, que el viernes cerró en US$76). Aunque venían recuperando el terreno perdido desde 2023, el rally alcista que tuvieron los bonos se aceleró en los últimos dos meses, en un contexto en el que el blanqueo de capitales inyectó dólares en el mercado financiero y el Banco Central (BCRA) volvió a acumular reservas diariamente, a pesar de ser una época históricamente desfavorable.
Actualmente, el precio ponderado de los títulos Globales (que se rigen bajo ley extranjera) es de US$62,75, valor máximo desde que se emitieron durante el canje de 2020. En comparación, a mediados de agosto último se ubicaban en torno a los US$44 y en noviembre del año pasado, a menos de US$30, de acuerdo con un análisis de Portfolio Personal de Inversiones (PPI).
Para encontrar valores similares hay que remontarse a agosto de 2019, antes de las elecciones primarias de ese año, cuando el precio ponderado para los bonos soberanos de aquel momento era de US$78,3, como el caso del AY24.
Desde el Ministerio de Economía se encargaron una y otra vez de darles el mensaje a los inversores de que los compromisos de pago serán inquebrantables. A través del anuncio de consolidación del superávit fiscal, las compras diarias de reservas del Banco Central (BCRA) y los desembolsos de dinero que harán organismos multilaterales de crédito, los bonos cobraron impulso y eso hizo que el riesgo país perfore el último miércoles la barrera de los 900 puntos básicos. Incluso a pesar de que sigue habiendo temas por resolver, como la salida del cepo cambiario.
“La deuda en moneda dura en todos los países, y obviamente la Argentina no es la excepción, responde a una sola cosa: el orden macroeconómico. Y este año, el orden macro se está logrando más rápido de lo esperado. Hay una férrea decisión de este Gobierno de tener una doble ancla, fiscal y monetaria, mientras que se cierran todas las canillas de emisión. Creo que la pata débil hoy es la incertidumbre con respecto a la economía real. Pero a medida que la macroeconomía se ordena, los bonos reflejan eso en sus cotizaciones. El AL30, por ejemplo, llegó a tocar US$17 en julio de 2022 (y US$20 en mayo de 2023). Hoy, el AL30 o el GD30 están en torno a US$70. Entonces, a medida que eso sucede, el mercado empieza a recuperar la confianza, porque el Gobierno demuestra hacer lo que dice que está haciendo”, explicó Fernando Camusso, director de Rafaela Capital.
De acuerdo con Nery Persichini, economista de GMA Capital, partiendo de “cotizaciones de default” (había paridades del 30%, es decir, el precio del bono estaba muy por debajo de su valor técnico), quien apostó por la deuda en el último año vio “ganancias incomparables”. El retorno en dólares de los títulos Globales fue del 142% en moneda dura, de la mano del regreso de las paridades a la zona de 60 centavos de dólar.
“Javier Milei asumió justamente hablando de ‘motosierra’ y su imagen se mantiene muy alta luego del ajuste fiscal extraordinario. Más aún, en el medio tomaron lugar dos vetos de leyes muy sensibles, como el de movilidad jubilatoria (costo estimado en 0,5% del PBI para 2024) y el de financiamiento universitario (0,14% del PBI). Todo en pos de defender el equilibrio de las cuentas públicas. Así, los mercados le creen al Presidente cuando dice que el superávit fiscal es innegociable y festejan que ‘la calle’ aún aguante. Este ha sido el talón de Aquiles de muchos programas en la historia argentina. Su éxito, hasta ahora, es la novedad”, agregó.
Además, para Persichini, los inversores siguen de cerca la mejora en la posición externa de la Argentina y recientemente colaboraron dos grandes factores con esta percepción. Por un lado, el mes pasado el Banco Central compró US$1648 millones, el mejor registro para cualquier octubre de la historia. Por otra parte, el blanqueo de capitales, con más de US$20.000 millones regularizados en efectivo, robusteció el stock de depósitos privados y lo llevó a más de US$34.000 millones, una cifra que supera los máximos de la gestión Cambiemos.
A este escenario se le sumó un clima internacional más favorable para la deuda emergente. Aunque estos días los bonos del Tesoro de Estados Unidos pasaron a cotizar arriba del 4% anual (este miércoles, tras el triunfo de Donald Trump, el título a 10 años llegó a 4,48%), se espera que en los próximos meses el rendimiento disminuya. Este jueves, la Reserva Federal (FED) anunció un recorte de 25 puntos básicos en la tasa de interés, una noticia que abre el apetito inversor hacia activos de más riesgo, en busca de mejores rendimientos.
“El frente internacional promueve las condiciones necesarias para el buen desempeño de los países emergentes, teniendo en cuenta las bajas de tasas a nivel mundial y la parcial recuperación de los precios de las materias primas. Es por todo esto que, si el Gobierno consigue consolidar un programa económico creíble y consistente, que logre retomar el sendero de crecimiento económico, el potencial de una caída del riesgo país podría generar importantes ganancias de capital para los tenedores de deuda argentina”, coincidió Maximiliano Donzelli, manager de estrategias de inversión de IOL invertironline.
Para Camusso, en los valores actuales el mercado “testea” y hay días que toma ganancias, por eso en las últimas semanas se vivieron ruedas más volátiles. Pero el horizonte, por ahora, es que el Ejecutivo seguirá defendiendo el superávit fiscal, la emisión cero y la acumulación de reservas. Mientras eso se mantenga, todavía tiene margen para seguir al alza, “recomponerse” y alcanzar niveles similares a otros países emergentes.
“En países normales, los bonos no suben US$10 en 20 días. Pero veníamos del quinto subsuelo. Ascendimos fuerte, pero a medida que los bonos se van recuperando, el recorrido no es tan empinado sino más estacionario. El mercado empieza a exigir otras cosas. En la medida en que no haya un buen dato fiscal en los próximos meses, el precio se va a resentir. Si la inflación no baja, se va a sentir en los bonos. ¿Qué va a pasar con el cepo? ¿Cómo ingresarán dólares? ¿Cómo sigue la relación con el Fondo Monetario Internacional? Bajar la TIR [Tasa de Retorno de la Inversión] a dos dígitos te va a exigir todo eso de cara a 2025”, cerró el director de Rafaela Capital.
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