Tras el voto, se despejarían los nubarrones económicos
La vieja incertidumbre está siendo sustituida por la nueva incertidumbre.
La impredecibilidad podría seguir presente una vez que se sepa la identidad del próximo ocupante de la Casa Blanca. Las divisiones podrían entorpecer el funcionamiento del Congreso y los partidos políticos estadounidenses. El próximo presidente podría tener problemas para armar su gabinete o sacar adelante su agenda luego de una elección donde las propuestas específicas brillaron por su ausencia.
Los economistas creen que esta clase de incertidumbre política puede perjudicar la economía al generar un entorno donde prima la cautela y las empresas aplazan sus inversiones y contrataciones.
La buena noticia, sin embargo, es que el día de las elecciones ha sido históricamente el momento de mayor daño y que, con el correr de los meses, la ansiedad y las nuevas incertidumbres cederán poco a poco.
Aunque el mercado laboral ha sido estable este año y los aumentos de salarios se han acelerado, las empresas han reducido su inversión y la bolsa acumula una caída de cerca de 5% desde agosto. Muchos economistas atribuyen parte de la responsabilidad a la falta de certeza electoral.
“La incertidumbre sobre las políticas está en su nivel máximo en este momento de la elección”, dice Kevin Hassett, economista del centro de estudios de tendencia conservadora American Enterprise Institute, quien ha tratado de cuantificar esta incertidumbre en recientes elecciones.
Tal vez el indicador más conocido de incertidumbre sobre la política económica sea el de tres economistas de distintas universidades, Steven Davis, Nicholas Bloom y Scott Baker. Su Índice de Incertidumbre de Política Económica normalmente sube en los años electorales y alcanza su apogeo cerca de los comicios, según la incertidumbre de Hassett.
Este efecto se refleja en los mercados financieros. La relación precio-ganancias de las empresas que componen el índice S&P 500 habitualmente cae de cara a las elecciones y vuelve a subir unos seis meses después de la votación. La relación precio-ganancias ha bajado durante los últimos tres meses.
La brecha entre los bonos corporativos y los bonos del Tesoro, que se amplía cuando los inversionistas se ponen nerviosos por las perspectivas de las compañías, a menudo aumenta poco antes de las elecciones. En el pasado, ha demorado más en reducirse, cerca de nueve meses en promedio, pero luego se contrae.
No hay ninguna garantía de que este ciclo electoral no será completamente distinto. Se trata, después de todo, de promedios, no leyes de la naturaleza. Muchas de las bolas de cristal que predijeron que esta elección seguiría los patrones de las anteriores han quedado hechas pedazos. No obstante, incluso en un año con candidatos muy poco populares en una época de polarización, con visiones opuestas del país, hay motivos para pensar que los viejos patrones persistirán.
“Solamente porque alguien es electo no quiere decir que habrá cambios importantes de política si continuamos en un clima de estancamiento”, afirma Ken Esch, socio de PricewaterhouseCoopers. Numerosas empresas, señala, se han vuelto insensibles a las turbulencias políticas.
PricewaterhouseCoopers ha sondeado durante 21 años a las empresas privadas sobre su optimismo y sus niveles de incertidumbre. El indicador ya es más alto que en las vísperas de elecciones previas. La incertidumbre, sin embargo, luego se reduce una vez que pasa la elección, con una salvedad. Fue en 2000, cuando la elección terminó en manos de la Corte Suprema. Es ahora recordada como la era de la burbuja puntocom, pero una reciente nota de Andrew Hunter, economista jefe de Capital Economics para Estados Unidos, sostiene que el caos electoral también produjo daño económico. “El declive más general durante ese período es parcialmente atribuible a la incertidumbre”, señaló.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es que, si el momento de máximo daño es ahora, las cifras económicas correspondientes a este período no estarán completamente claras hasta dentro de unos meses. El informe del Producto Interno Bruto en el cuarto trimestre, por ejemplo, incluye una buena parte del lapso previo a la elección. Los datos del primer trimestre completo postelección no estarán disponibles hasta abril.
Esto ayuda a explicar por qué los efectos de la incertidumbre han tendido a diluirse paulatinamente, en lugar del día después de las elecciones. Será tentador considerar la reacción de la bolsa el miércoles como prueba del impacto de los comicios en la economía, pero normalmente los efectos económicos demorarán más en ser claros.
Considere el efecto de esta incertidumbre en las empresas. Nigel Travis, presidente ejecutivo de Dunkin’ Brands Group Inc., manifestó el mes pasado en una conferencia telefónica con inversionistas que se había reunido con personas interesadas en abrir una franquicia de Dunkin’ Donuts. “Les dije: ‘Van a inaugurar un local este año. ¿Por qué no dos?’. Su respuesta fue: ‘Incertidumbre, regulación, no sabemos si van a subir el sueldo mínimo’. Hay mucha incertidumbre”.
Al menos una parte puede empezar a ceder el miércoles.