Trampas sobre trampas, el difícil camino que enfrenta la ministra
Tarifas, déficit fiscal, falta de dólares e inflación son los síntomas de una economía con fallas estructurales; el kirchnerismo optó por acumular los problemas en lugar de solucionarlos; se acaban los tiempos políticos
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En un buen plan, “dos más dos tiene que dar cuatro”, suele repetir Carlos Melconian. También incluye la necesidad de contar con el consenso político suficiente para aplicar medidas que serían imposibles sin esos acuerdos básicos. El contexto que rodea la llegada de Silvina Batakis al máximo cargo de la política económica parece ir en el mismo sentido. Con un agravante: las diferencias no son solo con la oposición, sino dentro de la propia coalición de gobierno. Las variables dislocadas son múltiples y las cuentas no dan cuatro ni cierran.
Batakis llega a la gestión sin beneficio de inventario: todo lo que deberá enfrentar (y solucionar, si está a su alcance) es producto de políticas que decidieron otros, de nuevo, dentro de su mismo espacio político. Las políticas fiscal, monetaria, cambiaria y productiva, y todo enmarcado en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que acaba de transcurrir sus dos primeros trimestres de vigencia con metas cumplidas, pero con serias dudas hacia adelante. El siempre temido segundo semestre.
Los problemas y las luces rojas son mucho más urgentes que el cumplimiento o no de ese contrato, que el propio organismo internacional está dispuesto a flexibilizar en los hechos. “Es una prioridad de tercer orden. El Fondo te podría objetar si hacés un desastre, pero su predisposición a que no pases a ser un deudor moroso en un préstamo de US$44.000 millones es obvia”, señala el economista jefe de uno de los principales think tanks. Pero eso no implica que no hará observaciones para seguir desembolsando las cuotas del préstamo.
Martín Guzmán y, seguramente, la flamante ministra tomaron nota de lo que los técnicos del Fondo volcaron en el documento de aprobación del primer trimestre: la demora en cumplir con el aumento de tarifas de servicios públicos para bajar los subsidios (uno de los principales componentes del gasto público y el consecuente déficit fiscal) llevó al staff a sugerir “medidas compensatorias” para cumplir las metas fiscales en lo que resta del año (el déficit debe bajar al 2,5% del PBI). El gasto real, que creció 12,8% anual en el primer semestre del año, deberá bajar 7,8% anual en la segunda mitad.
Ajuste en jubilaciones y obras
Con ese fin incluyó en el menú el recorte de las transferencias discrecionales a las provincias y a las empresas públicas, los subsidios al transporte y las obras públicas. “Se prevé que el gasto en jubilaciones disminuya como porcentaje del PBI, en consonancia con la fórmula de indexación existente, que está vinculada al crecimiento previo de los salarios y los impuestos”, indica el informe. “Dicho esto, también se deben evitar los ajustes discrecionales a las pensiones, y se debe comenzar a trabajar en la preparación de opciones de reforma para fortalecer de manera duradera la equidad y la sostenibilidad del sistema previsional”, completó.
Un informe de Jorge Vasconcelos (Ieral-Fundación Mediterránea) calcula que para cumplir con esos compromisos habrá que hacer un ajuste equivalente a 0,4% del PBI en el gasto en jubilaciones, “que se había previsto en 8,4 puntos del PBI para 2022 y ahora se proyecta en 8,1 puntos, y otro tanto para la inversión pública, que debería pasar del 2,2% del PBI presupuestado al 1,8% ejecutado”.
Pero los problemas están mucho más cerca que el próximo monitoreo del Fondo. Habrá que ver, por ejemplo, si prospera el proyecto de ley de moratoria previsional que aprobó la semana pasada la Cámara de Senadores, y que implica un gasto adicional de unos $300.000 millones en el primer año, si es que Diputados lo aprueba. Guzmán no estaba de acuerdo con esta iniciativa surgida del kirchnerismo, no de la oposición.
Trampas, una sobre otra, que cada vez son más difíciles de desarmar. Como suele señalar Marina Dal Poggetto, el paso del tiempo no es inocuo en economía. Números y fechas abruman. La distorsión de las tarifas públicas se arrastra prácticamente sin solución desde el estallido de la convertibilidad, veinte años atrás.
En otros rubros del gasto, la inflación juega a favor porque lo licúa. En el caso de los subsidios, explicaba ayer un ministro provincial, juega en contra. Porque aumentan los costos de producción de la energía, pero al tener las tarifas tan retrasadas los subsidios se mantienen o incluso crecen.
Eliminar los subsidios es una quimera, pero Guzmán no pudo (no lo dejaron) ni siquiera instrumentar un registro de usuarios para los que pidieran mantener esa ayuda. En las empresas prestadoras de esos servicios sostienen que la segmentación es casi imposible de aplicar, más allá de las pretensiones de los funcionarios del área de Energía, fieles a Cristina Kirchner.
¿Podrá Batakis lograr que la vicepresidenta al menos la escuche? ¿Es su objetivo subir las tarifas y bajar los subsidios? Preguntas aún sin responder, claro.
“Creo en el equilibrio fiscal, ese es el camino”, dijo ayer la ministra. Como en toda hoja de balance, para lograr ese objetivo hay dos caminos: o se ajusta el gasto o se aumentan los ingresos. Nada dijo hasta el momento, pero anteriores declaraciones suyas sobre un eventual aumento de las retenciones a las exportaciones intranquilizan sobre todo a los productores agropecuarios.
Las demoras en la “resolución” de la crisis que produjo la salida de Guzmán y la falta de señales tuvieron ayer su costo evidente: las cotizaciones de todos los dólares libres “volaron” en los mercados. En un día de escasas operaciones por el feriado en Estados Unidos, la paridad de los bonos de la deuda argentina en pesos se desplomó entre 5 y 6%, y se espera que la caída sea aún mayor hoy con los mercados operando a pleno, sobre todo para los bonos en dólares. El Banco Central debió volver a intervenir en el mercado comprando esos títulos por unos $400.000 millones, para sostener su cotización. “Es una pésima señal para las necesidades de ‘rollear’ vencimientos que tiene el Tesoro”, explicaba un experimentado operador.
En este segundo semestre los vencimientos de deuda en moneda nacional suman 3,7 billones de pesos, El vencimiento importante más próximo es en septiembre: 1,2 billones.
Para hacer esas operaciones de intervención, la entidad que dirige Miguel Pesce debió recurrir a la emisión de moneda, a un ritmo que no cede: en junio había sumado 1,2 billones de pesos, entre el auxilio al Tesoro para cubrir el déficit, el pago de intereses de las Leliq y las intervenciones en los mercados de capitales. “La pregunta es cuán sostenible es ese mecanismo”, alerta Vasconcelos.
Impacto en la inflación
Mal que le pese a Cristina Kirchner, semejante nivel de emisión impactará, cada vez más rápido, en la inflación y, obviamente, en los bolsillos de la gente. El próximo jueves 14 el Indec informará el dato de junio pasado, que según las principales consultoras habría cerrado en torno al 5,5%. De confirmarse, mostraría que se frenó la desaceleración de los precios. Los pronósticos para el año ya giran entre 70 y 80%.
La falta de dólares es otro de los problemas urgentes que deberá enfrentar Batakis. Los últimos ajustes del cepo que aplicó el Banco Central, aprobados por el exministro Guzmán, podrían impactar negativamente en dos sentidos: el nivel de actividad en varios sectores podría resentirse, cuanto mayor sea el uso de insumos importados. Y, en consecuencia, la falta de oferta de productos seguramente provocaría un aumento de los precios.
“Vamos a seguir el programa económico que el Presidente viene marcando”, dijo Batakis, a poco de asumir. Muchos se preguntan cuál será.
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