Trabar la importación, ¿genera empleo?
Mucho se habla sobre las crecientes trabas al comercio internacional, especialmente en estas últimas semanas a raíz de la implementación de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y las Notas de Pedido, de la Secretaria de Comercio Interior, que obligan a una autorización previa de todas las importaciones.
Los argumentos que se han escuchado para criticar las iniciativas del Gobierno son múltiples: que van a generar inflación, que aumentan el nivel de incertidumbre y afectan la inversión, que son ineficientes ya que generan demoras en el proceso productivo, que podrían generar castigos comerciales de nuestros socios, que no serán efectivas para estimular la inversión aun en los sectores favorecidos, que deterioran la distribución del ingreso, y, por supuesto, que perjudican a los consumidores.
Sin embargo, toda esta discusión ha soslayado el argumento central por el cual estas medidas son inconducentes: es falso que protejan el trabajo argentino.
A primera vista, pareciera que estas restricciones generan nuevos empleos: nadie puede negar que las ensambladoras de Tierra del Fuego viven una nueva época de esplendor, que contratan más gente y que producen más. Al forzar a producir localmente algo que antes se compraba afuera, por necesidad, se sostiene un mayor nivel de empleo. Sí? pero en esa industria. La pregunta que tenemos que hacernos es si allí terminan las implicancias o si este es sólo el primer eslabón de una cadena de eventos que anulan el efecto inicial.
Las importaciones y el dólar
De hecho, cuando se prohíbe una importación lo que se hace es sacar del mercado a un "demandante de dólares". Al restringir la demanda de dólares, el precio de esta moneda termina siendo menor que el que hubiera sido sin esa prohibición. Las restricciones vienen así a sostener y validar el fenómeno de atraso cambiario, lo cual nos encarece respecto del resto del mundo restándonos competitividad. Esa pérdida de competitividad, a su vez, destruye empleo en los sectores de exportación. En otras palabras, mientras que crean empleos en algunos sectores, las prohibiciones nos hacen perder empleos en otros, siendo los más vulnerables aquellos sectores exportadores mano de obra intensivos en servicios e industria, muchos de los cuales habían mostrado una trayectoria exportadora exitosa en los últimos años.
Muchas veces se catalogan a estas restricciones como "proteccionistas" dando a entender que protegen a alguien. Lo que no se menciona es que mientras son "proteccionistas" de algunos sectores son "desproteccionistas" de otros. Mientras sube el empleo de ensambladores en Tierra del Fuego, puestos de trabajo en la industria del software migran a Uruguay y a Colombia.
El dilema es que el problema tiende a potenciarse. Las trabas generan un atraso cambiario que destruye empleos de exportación y que, eventualmente, obligan a más "protección". Así, el camino elegido no es sustentable.
Por último, ¿cuánto se perjudican los consumidores cuando tienen que sustituir por productos de peor calidad y más caros? (Justamente la "protección" se da en sectores donde la producción nacional resulta más cara o de peor calidad que lo importado). Un indicio del costo puede obtenerse por la contraria. En un trabajo con Pablo Gluzmann de la UNLP, An Estimation of CPI Biases in Argentina 1985-2005, and its Implications on Real Income Growth and Income Distribution ( Una estimación de IPC sesgos en la Argentina 1985-2005, y sus implicaciones en el crecimiento del ingreso real y la distribución del ingreso) computamos el efecto de la apertura comercial en la calidad de vida durante el periodo 1984-1995 en el que la economía experimentó un fuerte proceso de globalización. Allí encontramos que el efecto de la apertura económica fue el de adicionar un 7,5% anual al crecimiento de los ingresos (reales), respecto de lo medido. Estudios similares en Brasil y México arrojan un adicional de 2,6 y 4,4%. Este incremento resulta de medir la mejora de calidad en los bienes que se conseguían, su mayor diversidad, y obviamente su menor precio. ¿Cuánto poder adquisitivo estaremos resignando en este momento?
Las cosas por su nombre
En definitiva, no es una verdad a ciencia cierta que las restricciones a las importaciones generen mayor empleo argentino. Por otra parte, sí es una consecuencia real de esta política el que modifica artificialmente uno de los precios más importantes de la economía, el tipo de cambio, al cercenar la demanda de dólares que se necesitan para importar. Por lo tanto, la política que persigue el Gobierno tendrá, sí, el efecto de aumentar el empleo en algunos sectores, pero tendrá un efecto menos evidente pero igualmente importante que es la destrucción de buenos trabajos de exportación, requiriendo un proceso de creciente "protección" para sostener el equilibrio externo. Ya sea que el objetivo del Gobierno sea "más" empleo, o quizás el de detener la salida de divisas (o ambos), este no es ni el camino más eficiente, ni el más sustentable para lograrlo.
El autor es presidente del Banco Ciudad
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