Tomás Canosa: “Las transiciones del aparato productivo no se dan de un día para otro y es el gran riesgo”
Se graduó en Economía en la UBA, realizó una maestría en Economía Internacional y Desarrollo Económico en la HTW de Berlin y es doctorando en Desarrollo Económico en la Unqui; fue jefe del departamento pyme de la UIA y subsecretario Pyme de la Nación (2022-2023); es coordinador del área de Economía en el think tank Fundar
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“En 2025, va a haber bastantes sectores específicamente industriales con perspectivas muy complicadas”, dice el economista Tomás Canosa, especialista en políticas productivas. Coordinador del área de Economía en Fundar, elogia el esquema de reducción del déficit y caída de la inflación que consiguió el Gobierno, pero advierte por la estrategia de desregulación con apertura económica y apreciación cambiaria: “Estas transiciones no se dan de un día para otro. Tuvimos distintos casos en la historia donde se intentaron a través de un momento relativamente corto de tiempo que las empresas pudieran reconvertirse y lamentablemente no encontramos casos de éxito”.
-¿Qué balance hace del primer año de Milei?
-Separaría en dos partes la respuesta. Por un lado, el Gobierno tiene dos puntos fuertes o buenos para mostrar durante este primer año. Uno muy marcado tiene que ver con la reducción de la tasa de inflación desde diciembre del año pasado hasta ahora. Nadie preveía que la inflación se iba a desacelerar como lo hizo. El segundo logro tiene que ver con el resultado en las cuentas públicas, donde sí me parece que es un punto igual para cuestionar cómo se alcanzó ese resultado superavitario. En los primeros meses no estaba tan claro si se iba a poder sostener, y el Gobierno pudo ratificar ese rumbo. Por otro lado, hay varias cuestiones a repensar mirando hacia delante, y uno tiene que ver con la actividad.
-¿Por qué? ¿Qué proyecciones manejan?
-El último dato de actividad económica que se publicó está mostrando una caída superior al 2% con una heterogeneidad muy marcada, en un año en el que se destruyeron más de 170.000 puestos de trabajo y con una evolución salarial muy heterogénea. Los trabajadores privados registrados casi recuperaron todo lo que habían perdido desde el salto de la devaluación de diciembre, pero después los empleados públicos, los trabajadores universitarios, los salarios no registrados todavía están muy por debajo de recuperar el poder adquisitivo de hace un año.
-¿Cuál es su visión sobre la evolución de la inflación?
-Esto se ve un poco en el relevamiento de expectativas que publica el Banco Central mes a mes, que siempre el mercado estaba pensando que la inflación iba a estar un poco por encima de lo que vino pasando. Igual me parece que hacia delante el Gobierno tiene la posibilidad de que la inflación se siga desacelerando durante 2025 y claramente sería una buena noticia. Pero igual me parece que resolver este tema de inflación es sumamente importante, central para la economía argentina, por lo que venimos registrando en los últimos 10 años, pero no resuelve todos los problemas que está atravesando el país. Hacia delante hay que ver qué pasa con la inflación y también qué es lo que pasa con el poder adquisitivo de la gente, en cuanto a la capacidad que van a tener los trabajadores de que sus ingresos acompañen o incluso puedan estar un poquito por encima de lo que son los aumentos de los precios. Es un logro para mostrar que la inflación se haya desacelerado. La gran pregunta es si se va a poder sostener o no. Y ahí entra en juego una variable que es la cuestión cambiaria.
-Mencionó el tema de cómo se llegó al equilibrio fiscal. ¿Qué opinión tiene?
-Por cómo venía siendo la historia económica de la Argentina en términos fiscales, haber alcanzado este resultado fiscal, ¿es una meta en sí misma? Sí. También me parece que si uno veía un poco lo que planteaban no solo Milei sino los otros candidatos presidenciales, todas las distintas fuerzas planteaban la importancia de equilibrar las cuentas públicas. Si nos parábamos en noviembre de 2023 y escuchabas los discursos específicamente de ese punto, los tres candidatos tenían lo mismo. Sí había muchas diferencias con respecto a los modos, a cómo alcanzar esos resultados. Y si se piensa así, pensando qué puede pasar o no el año que viene, si es sostenible o no, hay varias cuestiones que en 2025 empiezan a cambiar. Una tiene que ver con lo que pasa con el impuesto PAIS, que vino siendo uno de los principales motores de la recaudación durante 2024, y ya no lo vamos a tener presente. Por otro lado, este año el blanqueo fue un éxito, y también funcionó muy bien el esquema de adelantar los pagos de Bienes Personales. Entonces ahí vas a tener una fuente de recaudación menor. Con respecto al pago del impuesto de Ganancias va a pasar algo parecido. Este año, con caída de la actividad económica, eso va a producir menos recaudación en 2025. Con lo cual, es muy difícil que el Gobierno pueda mostrar un superávit muchísimo mayor.
-¿Qué perspectiva tiene con respecto al empleo?
-Si pensamos, ¿cuáles son los sectores en los cuales en 2024 se destruyeron más puestos de trabajo? Y ahí tenés un sector clave es la construcción, y el otro es la industria. Y también si miramos qué sectores en 2024 tuvieron un buen desempeño o claramente un desempeño mejor al resto de los sectores de la economía, el sector agropecuario tuvo un muy buen desempeño después de la sequía, y después todo lo que tiene que ver con actividades extractivas: petróleo, gas, minería. Y si pensamos en estas actividades, son sumamente importantes para la economía argentina, son muy intensivas en la generación de dólares, pero no son las más intensivas en la generación de puestos de trabajo, en las que la industria y la construcción tienen un mayor peso. Entonces parte del desafío para pensar hacia delante es qué va a pasar con estos dos sectores. El último dato de actividad industrial te da una caída interanual del 2%, aunque mes a mes se venía desacelerando la caída en términos interanuales, y con un comportamiento bastante heterogéneo. Y también cuando hacés el doble clic al interior de los sectores, te encontrás con situaciones muy heterogéneas: una cosa es lo que está pasando con el sector calzado, indumentaria, confección, marroquinería, juguetes o el sector metalúrgico, y otra es la de actividades que están tal vez más vinculadas al mundo agropecuario, al sector de petróleo y gas, o incluso algunos elementos, por ejemplo, la actividad de alimentos que también están recuperándose. Con lo cual me parece que para 2025 vamos a tener una industria en términos específicos bastante más heterogénea de lo que tuvimos en otro momento de la historia económica reciente.
-El Gobierno ya dice que en su esquema económico habrá ‘ganadores y perdedores’ y que sectores tendrán que adaptarse para competir.
-Claramente va a haber bastantes sectores específicamente industriales que van a tener un 2025 y perspectivas muy complicadas, porque en el marco de un esquema cambiario en el cual cada mes nos estamos haciendo un poco más caros en dólares, es más difícil competir contra el resto del mundo. Al mismo tiempo, esta agenda se complementa con una desregulación, reglamentos técnicos u otros instrumentos que existían para intentar resguardar la producción local. Ahí me parece que está el principal cuestionamiento a la política económica del gobierno, y es que estas transiciones no se dan de un día para otro. Tuvimos distintos casos en la historia económica donde se intentaron a través de un momento relativamente corto de tiempo que las empresas pudieran reconvertirse y lamentablemente no encontramos casos de éxito. Ojalá el Gobierno encuentre la llave maestra, la pólvora para que esos sectores que hoy por hoy no están en condiciones de competir por cuestiones de acceso al financiamiento, impositivas, logísticas o la variable que quieras, puedan llegar a estarlo. Hoy no están y es el gran riesgo hacia adelante. Y ahí también me parece que es para pensar la importancia específicamente que tiene la industria, que es su capacidad de generación de conocimiento, innovación, investigación y desarrollo. También eso lo vimos en distintos momentos en la historia económica argentina de que es muy fácil desmantelar distintos sectores, es muy fácil que una fábrica cierre, y después, que esa fábrica vuelva a abrir, lleva muchísimo trabajo y hay un montón de conocimiento y capacidades que se destruyen.
-Habló de la cuestión cambiaria. ¿Qué escenario proyecta?
-Hoy por hoy tenemos un tipo de cambio que se vino apreciando y que viene siendo una piedra fundamental para el Gobierno en el marco de esta desaceleración de la inflación. Una parte muy importante de este éxito tiene que ver con lo que pasa con el tipo de cambio. Si tenemos un salto cambiario claramente eso se va a traducir en un aumento en los precios. Después lo que siempre está en discusión es cuánto una devaluación se iría o no a precios, más en este contexto de la actividad económica. Ahí entra en juego una variable central, que es lo que pasa con Brasil. El ritmo de política cambiaria se explicó con depreciaciones del 2% mensual y según lo que están diciendo los trascendidos del Gobierno, desde el año que viene se viene un esquema del 1% mensual. Eso implicaría decir que hay mayor presión para que la inflación siga bajando. En este contexto, vimos en las últimas semanas que Brasil viene experimentando distintas depreciaciones y que el Banco Central está interviniendo activamente para que el precio no se dispare. Y Brasil es nuestro principal socio comercial, pero principalmente es el principal destino de las manufacturas de origen industrial, los bienes con mayor valor agregado, los bienes más caros, a partir de los cuales se pagan uno de los sueldos más altos de la economía, que empiezan a entrar en mayor tensión. Para tener en cuenta, Brasil es el segundo destino de las exportaciones pymes del país, y cuatro de cada diez pymes que exportan a Brasil, exportan manufacturas de origen industrial. Entonces, si Brasil acelera su depreciación, ¿qué capacidad va a tener la industria argentina para competir en ese mercado? Cuando vemos la película de los últimos 10 a 15 años, tenías 1600 pymes exportando a Brasil y hoy tenés 1000.
-¿A qué se debe?
-Hay dos cuestiones. Una tiene que ver errores propios de lo que pasó con la economía argentina. Si tenés un mercado interno poco dinámico con mucha volatilidad, las empresas tienen una escala más chiquita para competir contra el resto del mundo, y cuando el mercado local es muchísimo más grande, tenés más capacidad para disminuir tus costos y poder ir al mercado internacional. La volatilidad de la economía argentina claramente no contribuyó. Otras cuestiones que me parece que se dan en el país, producto de que no logramos avanzar en cuestiones impositivas, o acceso al financiamiento. Y después, factores que tienen que ver tanto con lo que pasó con la economía de Brasil en el transcurso de la última década como lo que está pasando con China, que es un jugador sumamente agresivo, principalmente en materia de producción industrial, y que ingresa agresivamente en todos los mercados y desplaza países.
-¿Cómo coexiste la política sectorial con esa inestabilidad macro?
-La macro es necesaria y es central, son los huesos a partir de los cuales el país se pone de pie. Sin una macroeconomía estable no nos podemos ni sentar a hablar. Pero hay algo que siempre dice Daniel Schteingart, un experto en política industrial, y es que países estables hay un montón, pero países desarrollados son muchísimos menos. Si vamos en América Latina, la mayoría de los países tienen economías estables y ¿cuántos son desarrollados? Ninguno. Pero el primer paso es claramente estabilizar la economía. Y hubo en distintos gobiernos políticas muy activas en materia de financiamiento, capacitación, asistencia técnica, etcétera que una macroeconomía tan volátil hacían que no terminaran teniendo el efecto que se deseaba.
-¿Qué puede hacer el Estado?
-Es clave pensar un poco más en el modelo de país. Viendo sectores concretos, en la industria de chacinados y fiambres, por ejemplo, se multiplica por tres el valor agregado en la transformación de la materia prima hasta que comprás en la góndola un jamón cocido o un salame. En el caso del jamón crudo, se multiplica por siete o por ocho. Esas son las cosas que a veces se pierden de vista. El modelo de país pasa por qué hacés para tener muchísimas más de estas actividades, que tengan este tipo de multiplicadores. Quedarse solamente con las materias primas deja un país primarizado, que genera pocos puestos de trabajo y que no son de calidad, con salarios dignos, etcétera. Y ahí la industria tiene un rol. En algunos momentos del pasado se impulsaron algunos instrumentos que iban en la dirección correcta. Tenías programas de financiamiento con subsidio de tasas, sumamente agresivo para empresas exportadoras, programas de aportes no reembolsables para que empresas exportadoras pudieran adquirir tecnología de punta o programas que permitieron a firmas sacar distintos tipos de certificaciones para ingresar en otros mercados. Seguro que a esto le faltaba complementarlo con políticas de calidad, o en materia tributaria e impositiva, logística, etcétera. Pero lamentablemente la mayoría de estas iniciativas no se lograron mantener a lo largo del tiempo.
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