Tipos de crisis
Hasta el domingo pasado procuraba conjeturar la siguiente macana que instrumentaría el Gobierno y analizar cómo se adaptaría la economía a ésta. Ahora tengo la cabeza puesta en cómo lograr que la economía funcione mejor, porque hemos visto mucha gente que expresa esa voluntad.
Observo que varios colegas desestiman la posibilidad de crisis por la vía de examinar las variables fundamentales y concluir que su probabilidad es reducida, en la Argentina y en América latina (AL). La discusión requiere dar mayor precisión a la noción de crisis.
La Cepal publicó en 2011 un estudio que hicimos con Martín Rapetti: "Fragilidad externa o desindustrialización: ¿Cuál es la principal amenaza para América latina en la próxima década?". Allí examinamos las condiciones externas de las economías y concluimos, como los colegas mencionados arriba, que es baja la probabilidad de que se reediten las crisis que asolaron la región desde los 80.
La Cepal, la Segib de España y la CAF organizaron este año un seminario en ocasión de cumplirse 30 años de la "crisis de la deuda" y me solicitaron un trabajo ("Las perspectivas de América latina en materia de endeudamiento externo"). Opté por dedicar parte del estudio a definir distintos tipos de crisis y examinar las de las economías de mercado emergente en esos treinta años.
El rasgo más general es una crisis de pagos de deuda en moneda extranjera. O la deuda cayó en default o sólo pudo cumplirse cuando el país recibió liquidez a través de un paquete de rescate. La causa inmediata de este tipo de crisis es que el país no dispone de suficiente moneda internacional para mantener al día los pagos de deuda (pública o privada). Casi todos los eventos incluyeron también crisis financiera y crisis cambiaria (todos se presentaron bajo regímenes de tipo de cambio fijo o prefijado).
Luego de examinar las variables fundamentales de las economías de AL, concluimos que es improbable que esos tipos de crisis se repitan, porque los ratios de deuda externa se redujeron mucho, porque los déficits de cuenta corriente tienen un reducido componente de intereses, porque rigen generalmente regímenes cambiarios flexibles, porque los sistemas financieros se encuentran relativamente robustos, porque disminuyeron las deudas públicas y porque los déficits fiscales son moderados.
Es sencillo comprobar que las condiciones observadas se verifican en nuestro país, por lo que coincidimos con los colegas mencionados acerca de la improbable repetición de ese tipo de crisis en la Argentina. Pero antes de la globalización hubo en la región crisis de otro tipo, que mostraban mayor similitud con el modelo que Krugman publicó en 1979.
Pese a contar con un mercado único y libre de cambios flexible y un Banco Central legalmente independiente, nuestro gobierno apreció fuertemente el tipo de cambio y generó un gran exceso de demanda de moneda extranjera al tipo vigente, por ejemplo, en octubre de 2011. No encontró mejor forma de "resolver" el problema que imponer un "cepo", lo que restringió el acceso al mercado de turistas, importadores, empresas que quieren remitir utilidades y ahorristas. Surgió entonces, como cabía esperar, un mercado de cambios paralelo cuya brecha con el "oficial" es creciente. Como también cabía esperar, cesó el ingreso de capitales por el mercado "oficial" y los turistas extranjeros liquidan sus monedas en el paralelo. Los incentivos que proporcionan la apreciación y la brecha cambiaria inducen la persistente caída de reservas, pese a que aún contamos con un importante superávit comercial (gracias al control de importaciones). Confiado en la eficacia del cepo, el Gobierno no vio problemático financiar con la expansión de la base monetaria crecientes proporciones del déficit fiscal. Los activos monetarios en poder del sector privado representan por estos días alrededor de cuatro veces las reservas internacionales del Banco Central (valuadas al tipo de cambio "oficial"). Lindo problema crearon para "resolver" el original.
Como en el corralito, los activos monetarios del sector privado están pegados a la tranquera. Si hoy el MULC se liberara y flotara, ¿quién va a vender dólares a menos del paralelo? Y de ahí para arriba. La resistencia salarial no se haría esperar y tendríamos configurado un escenario semejante al del Rodrigazo de 1975.
Se especula con un renovado acceso al financiamiento externo, como posible solución al problema creado. Veo improbable este acceso si sigue el cepo. A menos que lo que se esté pensando sea obtener exclusivamente financiamiento para el sector público, para estirar el monto de las reservas. Al problema creado le sumaríamos nueva deuda pública en moneda internacional, para sostener por un tiempo más una política económica inconsistente, igual que en la convertibilidad.
No me cabe duda de que la cuestión más difícil y urgente es encontrar una forma de salir del cepo cambiario sin generar una crisis inflacionaria que arriesgue colocarnos nuevamente en un régimen de alta inflación como el que padecimos entre 1975 y 1991.
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