El protagonismo de Rusia y de Brasil en el comercio de granos es cada vez más determinante, pese a que la atención por la evolución de los precios sigue centrada en los Estados Unidos
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Ya entrando en los últimos tramos de una campaña fatídica para los productores argentinos, muchos comienzan a imaginar el probable escenario del ciclo 2023/2024. El intento comienza con una señal positiva, toda vez que los modelos climáticos anuncian una alta probabilidad de un año Niño. Es decir que, al menos desde ese punto de vista, las proyecciones son alentadoras.
En cuanto al escenario de precios, estamos ingresando en el tradicional “mercado climático”, que determina la evolución de las cotizaciones en Chicago. Se trata del seguimiento casi semanal del avance de la cosecha gruesa en EE.UU. del ciclo 2023/2024, que comienza en abril. Hasta ahora, los valores en Chicago siempre se han comportado básicamente en función de la producción estadounidense. Pero la gran novedad que nos plantea la plaza granaria internacional actualmente es el cambio en el peso relativo de los actores y su correlato en el proceso de formación de precios.
Veamos. En la plaza triguera la cosecha estadounidense nunca fue excluyente, pero sí lo han sido las cotizaciones FOB en el Golfo. Pero resulta que la evolución de Rusia como productor de trigo hoy ubica a dicha nación cómoda al tope de los exportadores del cereal. Y en los últimos días han crecido los rumores de que el presidente ruso, Vladimir Putin, estaría evaluando la posibilidad de suspender exportaciones ante la baja de precios y/o elevar el nivel de los actuales derechos de exportación. A ello deben sumarse las dudas que viene generando el corredor de seguridad para la salida del trigo ucraniano por el Mar Negro.
La plaza maicera también tiene sus novedades. Por primera vez en la historia Estados Unidos ha sido desplazado del primer puesto del ranking de exportadores y podría dejar de ser un actor excluyente en el mercado global del forrajero (siempre entre el 30 y el 40% de participación). Brasil es el nuevo número uno, con un crecimiento impresionante de su producción (de 35 a 125 millones de toneladas en poco más de 15 años). Y con una creciente “safrinha” (maíz de segunda), cuya cosecha es en julio y compite con nuestro maíz tardío.
Brasil, líder absoluto
En la plaza sojera la historia no es distinta. Brasil ya se ha adueñado del primer puesto como productor mundial (desplazó a Estados Unidos) al superar los 150 millones de toneladas, al tiempo que continúa siendo el primer exportador de poroto de soja.
En el comercio mundial de harina y de aceite de soja la Argentina aún mantiene el liderazgo (este año sería “raspando” y con importaciones récord), toda vez que la industria aceitera argentina es la más competitiva y eficiente del mundo.
Es importante señalar que nuestro país es absolutamente imbatible produciendo soja, compitiendo en el mundo con un retraso cambiario elocuente y con derechos de exportación del 33 por ciento. Sin esas trabas, la historia sería otra. En Uruguay un productor cobra más de 550 dólares billete por tonelada de su soja y en argentina, tan sólo 232.
A través de una ingeniería comercial/financiera ingeniosa, ¿no será el momento de usar al campo de trampolín para “apurar” Vaca Muerta y asegurarse un socio para juntos ir desarmando el pesado andamiaje en el que se ha constituido el Estado Argentino? Planteos para investigar y debatir.
El autor es presidente de Nóvitas SA
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