Texas da la sorpresa en energía renovable
SAN ANTONIO—En una tempestuosa noche de febrero, el mercado de electricidad de Texas marcó un hito. Casi la mitad de la energía que alimentaba su red troncal procedía de las turbinas de viento, un nivel inconcebible hace una década en un estado famoso por su largo romance con los combustibles fósiles.
Texas mantiene su relación con los hidrocarburos, lo que desembocó en la innovadora tecnología de la fracturación hidráulica. Pero una bonanza energética igual de sorprendente ha pasado prácticamente inadvertida: el auge de los renovables.
Texas ha sumado más capacidad de generación eólica que cualquier otro estado del país y las turbinas de viento representaron en abril cerca del 16% de su capacidad de generación eléctrica. El estado anticipa además un enorme aumento de la energía solar.
En medio de un acalorado debate sobre el cambio climático entre los partidos políticos en Estados Unidos, Texas ha seguido una estrategia que funciona bien dentro de su red, basada en los principios del libre mercado. Los funcionarios de Texas dicen que la energía eólica y solar desempeñará, casi con seguridad, un rol significativo y creciente en el abastecimiento, aunque los subsidios que brinda el gobierno federal disminuyan en los próximos años.
“Estamos en el tercer capítulo de un libro con 50 capítulos”, dice Joel Mickey, director de diseño y desarrollo de mercado del operador de la red eléctrica del estado, el Consejo de Confiabilidad del Servicio Eléctrico de Texas, o Ercot por su sigla en inglés.
La mayor parte del crecimiento de la energía renovable en el resto de EE.UU. proviene de los estados que habitualmente votan por los demócratas en las elecciones. California lidera la energía solar y ya tiene en actividad más sistemas generadores de electricidad que los que Texas prevé instalar en los próximos cinco a diez años. Nueva York contempla obtener la mitad de su electricidad de fuentes que no generan emisiones contaminantes de aquí a 2030. Las granjas eólicas proveyeron casi un tercio de la electricidad que consumió el estado de Iowa en 2015, el porcentaje más alto en EE.UU. Texas es uno de los pocos estados predominantemente republicanos, cuyos candidatos normalmente no creen en el cambio climático y defienden los combustibles fósiles, en sumarse a la tendencia.
Esta es una transformación no exenta de riesgos. En un inicio, el estado les cobró a los usuarios del sistema eléctrico miles de millones de dólares para construir las líneas de transmisión necesarias para trasladar electricidad desde el ventoso oeste del estado a las ciudades. También se cometieron errores como parte de un proceso de aprendizaje. La energía renovable sólo opera cuando sopla el viento o brilla el sol. No se puede despachar cuando es más necesaria, sino que cuando está disponible, lo que obligó a los responsables de la red eléctrica a desarrollar la capacidad de anticipar los cambios del clima. Las tecnologías de almacenamiento de baterías aún tienen camino que recorrer para ser más eficientes.
Tampoco hay que olvidar los subsidios. Los proyectos eólicos reciben generosos fondos del gobierno federal de EE.UU. cuando generan electricidad. Esto quiere decir que durante las subastas, estas iniciativas hasta pueden pagarle al estado para que compre su electricidad y seguir siendo rentables, lo que les otorga una ventaja frente a los productores que usan fósiles.
A ciertos detractores les preocupa que algunas eléctricas dejen de usar plantas de combustibles fósiles de manera prematura, aunque algunas fuentes de energía como el gas natural y el carbón podrían ser más baratas.
“¿Cómo mantenemos en funcionamiento las grandes plantas si la energía eólica y solar han erosionado la lógica económica al extremo de que las empresas las quieren cerrar?”, pregunta Travis Fisher, economista del Instituto de Investigación de Energía, un centro de estudios conservador.
Las raíces del auge de la energía renovable en Texas se remontan a 1999, cuando George W. Bush, entonces gobernador y con una legislatura de mayoría republicana, reformó el mercado eléctrico. La liberalización acabó con el dominio de monopolios que controlaban la generación, la transmisión y la distribución e introdujeron subastas competitivas para la electricidad al por mayor.
El plan desregulador, que Bush promulgó días antes de anunciar su candidatura a la Casa Blanca, también incluyó un requisito de que los productores tuvieran al menos 2.000 megavatios de capacidad de generación de energías renovables para 2009.
Texas superó la meta en 2005. El entonces gobernador Rick Perry, que también es republicano y crítico de la intervención gubernamental, elevó el objetivo a más de 10.000 megavatios de capacidad renovable para 2025, un objetivo que se cumplió en 2011. La capacidad de energía renovable de Texas rondó los 19.000 megavatios en abril, según el Departamento de Energía de EE.UU., suficiente para alimentar a unos 4 millones de hogares.
Texas no invocó el calentamiento global para promocionar el programa sino que trató la energía renovable como un asunto que tenía que ver con las decisiones del consumidor, un generador de empleos y una forma de invertir en las comunidades rurales.
Jimmy Glotfelty, el asesor de Bush entre 1991 y 1994, cuenta que al haberse criado en Midland, “donde el viento soplaba todo el tiempo”, el ex mandatario obtuvo de allí la idea de que la energía eólica podía ser un enorme activo para el estado. “No era parte de una revolución ligada al cambio climático, sino una convicción en el poder del libre mercado y los emprendedores”.
Una reciente encuesta realizada por la Coalición de Energía Limpia de Texas, un grupo sin afiliación partidista que defiende el desarrollo del gas y de la energía renovable, halló que pese al rechazo de las regulaciones ambientales orientadas a reducir el uso del carbón, 85% de los texanos eran partidarios de expandir las energías renovables mientras que el 9% se oponía.
Los subsidios federales deberían disminuir en los próximos años. Otra fuente importante que ha impulsado el auge de los renovables ha sido la caída en los costos de la tecnología solar y eólica. Los costos de la energía solar han bajado 48% desde 2010 y 6% en 2015, según la Solar Energy Industries Association, una entidad que representa al sector. Es probable que tales reducciones continúen conforme los fabricantes de paneles solares logran economías de escala y nuevas tecnologías disminuyen los costos y aumentan la eficiencia.
Los residentes de Texas “quieren contar con una diversidad de recursos puesto que nadie sabe a dónde llegaran los precios del gas en el futuro”, dijo Joel Cohn, de la firma de asesoría contable CohnReznick, que trabaja en proyectos renovables.
Ercot, el operador del sistema eléctrico del estado, prevé un crecimiento explosivo de la energía solar. Un análisis sugiere que la reciente renovación de beneficios tributarios podría ayudar a generar hasta 19.000 megavatios de capacidad solar dentro de 15 años, frente a los 500 megavatios actuales.
Los proyectos eólicos generaron empleos en las comunidades rurales y ofrecieron a los propietarios de tierras nuevas fuentes de ingresos. En el estado hay hoy más de 100.000 personas que trabajan en proyectos de energía renovable, según Workforce, el organismo encargada de la creación de empleos en el estado.
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